十一番 • once

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lithium


sunday mornin' is everyday, for all i care
and I'm not scared.



Entre la inminente crueldad que el mundo del crimen organizado alberga, resulta imprescindible el mantenerse siempre alerta, quien se adentre en este entorno debe hacerlo a sabiendas del constante peligro al que su vida y la de sus seres queridos se encuentran expuestas.

Es como el código de la mafia, cuídate las espaldas, prevé y evita tragedias fatídicas. Tan obvio e inquebrantable, todos lo saben y procuran seguirlo.

No obstante, cada cierto tiempo aparece aquel que día con día juega a ser Dios. Aquel que se percibe como intocable, inmortal, ese afortunado que se salva de todas por el simple hecho de su divina grandeza.

Aquel, era Sukuna Ryōmen.

Y la tan inesperada como dispendiosa celebración que organizó en su mansión el mismo día que su futura esposa sufrió un atentado, hablaba mucho sin necesidad de palabras explícitas.
Pero claro, no había nada más importante que festejar el primer lugar que su hijo mayor había ganado en su carrera, que todos se enterasen de lo brillante y superior que era el hijo del hombre más rico y poderoso de Japón.

Alrededor de dos horas habían transcurrido desde el incidente y la victoria respectivamente. Y mientras que el de cabellos rosados y rostro tatuado abría escandalosamente botellas de champán en el salón principal de la mansión en compañía de hombres de su calaña, un par de temblorosos iris celestes danzaban por el techo del tercer piso de esta misma locación, procurando como siempre controlar la rabia que le provocaba esa ofensiva imprudencia por la cual su prometido brillaba.

Saori enfocó su atención en la figura que a paso suave se aproximaba, posteriormente viendo a Shoko a los ojos a la vez que la castaña se inclinaba ligeramente hacia ella. —Parece que ya está limpia, le puse suero en la intravenosa para que se mantenga hidratada y estable mientras aún duerme. —por un momento, el diagnóstico de Ieiri fue interrumpido por una fuerte voz masculina llamando por Saori, tan fuerte que se escuchó desde el primer piso, causando en ambas mujeres una mueca de disgusto. —Será mejor que bajes, Toge y yo podemos quedarnos haciendo guardia en caso de que despierte.

La albina simplemente torció ligeramente una de sus comisuras labiales, titubeante. —Nada me asegura que ese imbécil no vaya a regresar.

—Tranquila, princesa. —respondió la voz masculina de alguien que se incorporaba en la camilla junto a la de Jiin. —Llamamos a Jogo o Hakari para que estés tranquila, así bajas a atender al jefe como se lo merece.

Una blanca ceja se alzó con disgusto hacia Kamo, pero las palabras de su dueña fueron arrebatadas antes de que pudiese si quiera comenzar a responder.

—Que alguien calle a ese imbécil, por favor. —pronunció aquella apenas despierta con un hilo de voz. Saori rápidamente se puso de pie y se apresuró a ir observar a Jiin de cerca, cuyos cristalinos ojos magenta la observaban desde abajo. —Nunca hubiera pensado que nuestros papeles se iban a invertir. —mencionó la menor a su jefa, quien sonrió divertida por el sutil pero funcional sentido del humor de la guardaespaldas.

way down we go ⋆ jujutsu kaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora