No sé cuánto tiempo llevamos abrazados.
Tampoco quiero saberlo.
Hace menos de veinticuatro horas lo odiaba profundamente, y ahora no se me ocurre un lugar mejor en el que estar que entre sus brazos.
Es una locura.
He dejado de llorar pero mis mejillas siguen húmedas.
La fuerza con la que agarra mi cintura no ha menguado ni por un solo momento.
Me aparto un poco para observar su expresión.
Me fascina cómo de un momento a otro la sobriedad que siempre tiene dibujada en sus ojos celestes se esfuma, dejando paso a una mirada calmada y tierna.
-Perdonadme por haceros hablar de vuestro pasado.
Su voz me sobresalta.
-No os preocupéis.
-Creo que a partir de ahora no tenéis por qué tratarme de vos.-Dice, separándose lentamente de mí.
-Vos tampoco a mí.- Veo que alza una ceja y me corrijo rápidamente- Quiero decir... tu tampoco a mí.
Él asiente y me mira directamente a los ojos.
-Bien. ¿Nos retiramos? Ya ha debido de pasar una hora desde el comienzo de nuestro encuentro.
- De acuerdo.
Caminamos en silencio hasta mi habitación.
Él me abre la puerta y, como de costumbre, se va rápidamente.
Yo me cambio de ropa y me acuesto.
En cuanto rozo la cama, mis ojos se cierran antes de darme tiempo a pensar nada.
~~~~~~~~~~~~~~~~~
Ya son las siete de la tarde.
Por la mañana, después de atender a Su Majestad, fui a ver a Anabelle.
Le conté todo lo que pasó, incluyendo mi historia.
Se quedó callada durante un momento, y luego me abrazó.
Al separarse, me dijo que ella siempre estaría ahí.
Al principio pensaba que no éramos amigas, que solo hablábamos de vez en cuando, pero me equivocaba.
Ella es mi punto de apollo en este palacio.
(....)
Ahora estoy en el patio, sentada, como siempre, en el banco que hay en frente al estanque.
No he visto a Lewis desde nuestro encuentro.
Suele desaparecer.
Puedo pasar sin verlo por palacio semanas, hasta que un día lo localizo paseando tranquilamente por los pasillos reales.
Es imprevisible.
Giro la cabeza y veo algo que me saca de mis pensamientos.
Es la doncella que me amenazó.
Está aquí, en el jardín, caminando hacia mí.
Creí que ya se habría ido del castillo.
No sé qué hacer.
Si me voy me alcanzará, así que no tiene sentido intentarlo.
Decido quedarme y ponerme en pie, para recibir lo que sea que vaya a suceder.
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El hielo siempre acaba por derretirse.
Historical FictionEsta obra, desarrollada en la Edad Media, está narrada en primera persona por la sirvienta de una reina caprichosa y malhumorada. La sirvienta, llamada Alys, tiene mucho carácter, que debe disimular, y odia a la reina Elizabeth.