Crisálida

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Semanas después de la separación de Kurapika y Chrollo, el joven azabache llegaba a su destino. El puerto de Zisan aparece frente al amanecer, regalando un hermoso paisaje con el reflejo del sol sobre la superficie del mar— ¡Jefe!— escuchó una voz familiar y buscó entre los espectadores recibiendo al barco que abordaba, divisó a un grupo de tres personas esperando por él— ¡Por aquí!— saludo recibiendole su amigo Shalnark.

— ¡Shal!— gritó Chrollo agitando la mano para saludar. Observó a los acompañantes de su mejor amigo y divisó a otros amigos cercanos — ¡Machi! ¡Phinks!— sonrió al verlos.

— ¡Apresurese a bajar!— Shalnark estaba emocionado de reencontrarse con su amigo y Jefe después de un largo tiempo.

El barco arribó en el puerto y pronto Chrollo pudo reencontrarse con ellos en el malecón a un costado del puerto— ¡¿Que tal el viaje?!— saludó Phinks— has pasado un tiempo en Padokia ¿Un año?

— tres— corrigió Machi.

— Es verdad— Shalnark suspiró— me arrepentí de no ir contigo a investigar las culturas de esa región.

—¿Podemos ir a comer y ponernos al corriente?— pidió chrollo.

— ¡Claro! — respondieron todos contentos y se pusieron en marcha a buscar un sitio.

Chrollo se detuvo antes de seguir a sus amigos y contempló el mar, en alguna parte de su superficie, en otro barco se encontraba Kurapika viajando hacia el puerto de Doll. Sacó su telefono revisando mensajes, pero la bandeja estaba vacía, no podía esperar un mensaje o llamada aún, el examen ni siquiera había comenzado por lo que no tendría una llamada de él por unos días, solo debía esperar— ¡Jefe!— escuchó a Machi— Te quedas ¿Sucede algo?

— Nada— negó— vamos estoy muriendo de hambre.

Después de llegar a un sitio para comer, todos ordenaron algo despreocupadamente, tener a Shalnark o a Chrollo con ellos solo significaba comida gratis, además, incluso sin ellos podían ordenar y pagar o irse sin pagar la cuenta, no era algo de lo que se preocuparan en realidad. Chrollo comió disfrutando la comida mientras su mente divagaba sobre asuntos los cuales pensó una y otra vez en su viaje dentro del barco buscando una solución, a hechos que ya tenían una respuesta y había aceptado.

Por su rostro surcaba una sonrisa bastante notoria, poco usual en Chrollo, él solía sonreír de manera poco pronunciada y pocas veces cuando en verdad le gustaba o disfrutaba de algo su sonrisa se pronunciaba abiertamente marcando la comisura de sus labios y formando pequeños pozos en sus mejillas. Esta sonrisa sus amigos la veían con cierta adoración, Chrollo no era consiente de ella al estar consumido en sus pensamientos, sin embargo, nadie dijo nada sobre el motivo de la sonrisa, era evidente que Chrollo estaba recordando algo que lo hacía feliz.

La mente de Chrollo solo era capaz de recordar una cosa y repetir hasta el cansancio las mismas escenas por su cabeza provocando que ignorára a las tres personas que tenía frente a él y las cuales estaban tan emocionadas de tenerle de vuelta. El recuerdo de una persona obstruía su reencuentro con sus amigos, Kurapika. El joven era bastante atrayente para el joven azabache que no podía sacarlo de su mente incluso después de abandonar el puerto, durante su viaje pasaba el día recordando aquella tarde la cual disfrutó con el chico, recordaba la primera vez que lo vio cuando era un niño y analizaba sus cambios físicos los cuales habían surgido con su pubertad y adolecencia entrante.

Al cabo de algunos días de tener en mente únicamente esos recuerdos, Chrollo comenzó a cuestionarse el motivo de aquello y un día más tarde después de analizarse a él mismo y a sus sentimientos, aceptó una verdad que estaba presente desde el primer momento de su encuentro con Kurapika, Chrollo estaba enamorado del joven rubio.

La araña y la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora