Both Sides Now

Parte cinco

Really don't know love at all

***

Valentina se mantuvo inmóvil durante largos instantes tratando de discernir si lo que tenía frente a ella era real o era producto de un sueño. Hoy diría una pesadilla. 

— Val — la voz de Jimena le hizo darse cuenta de que no era una alucinación.

— Que... ¿Qué haces aquí? — preguntó cuando encontró la forma de reaccionar finalmente.

— Yo... vine para hablar contigo.

— ¿Conmigo?, — ella asintió — ¿Sobre qué?

Jimena se quedó en silencio un instante y dio un vistazo al interior del departamento a través de los espacios en el umbral que no cubría la figura de Valentina.

— ¿Puedo pasar?

Ella estaba tan ofuscada por la presencia de su ex en su departamento, que no tuvo tiempo para meditar su respuesta y se hizo a un lado por reflejo, permitiéndole la entrada.

La mujer avanzó a paso lento hasta la sala quedándose de pie en medio de ella, revisando con la vista cada detalle del lugar, como si una oleada de recuerdo y nostalgia la invadiera.

— Qué, uhmm... ¿Qué haces aquí? — reiteró su pregunta.

— Ya te lo dije, vine a hablar contigo. ¿Me puedo sentar?

A Valentina le molestó la manera en que estaba actuando. Parecía un invitado viniendo a su casa por primera vez, alguien que desconocía el sitio, los muebles, todo como si ella misma no hubiese ayudado a elegir cada pieza ahí dentro.

— Adelante

La quietud más estresante se apoderó de la atmósfera del departamento.

— ¿Cómo has estado Vale? — interrogó Jimena, eligiendo el camino de la pequeña charla en lugar de saltar directo al grano.

— Muy bien... ¿y tú?

Jimena se encogió de hombros.

— Supongo que igual.

— ¿Supones?

— Es... es complicado empezar de cero cuando ya tenías una vida hecha.

Valentina se cruzó de brazos y mordió el interior de su mejilla para detenerse de decir palabras hirientes. Jimena no podía estarle diciendo esto ahora mismo, simplemente no podía. 

La audacia.

— ¿Crees?

— Vale... ven... siéntate.

La castaña estaba odiando toda esta situación. La forma en que su expareja se había aparecido arruinado la perfección de esa mañana, lo extraño que se estaba comportando, la incomodidad frente a una persona que antes la hacía sentir exactamente lo contrario, pero lo que más detestaba, era lo débil que en su presencia. 

Sin decir mucho, caminó hasta la sala cumpliendo su petición al acomodarse en otro de los sillones. Jimena, sin embargo, no estuvo de acuerdo con la distancia que la castaña había establecido, así que se puso de pie para sentarse junto a ella. 

Cerca, demasiado para su gusto.

— ¿Qué tal te va?, Vi que ganaste el papel en la película que querías, felicidades — la congratuló colocando una mano sobre su pierna y el aire abandonó los pulmones de la otra mujer al sentir de nuevo el calor de su piel. Ese que tanta falta le había hecho en algún tiempo.