Gran parte de los vecinos de Eduany estaban asomados tanto en las puertas como en las ventanas de sus casas. La lluvia se teñía de rojo y azul al tiempo que las luces de la ambulancia se encendían y apagaban. André la había llamado cuando vio el brazo de su hermano, sus padres llegaron minutos antes que el transporte y el hermano mayor lo explicó todo entre lágrimas. Su padre, Duarte, era bombero y se sentía disgustado consigo mismo por no haberles enseñado cosas tan básicas como aquel accidente a sus hijos. Su madre, Andiara, en cambio, estaba muy preocupada por sus hijos y a la vez muy enfadada con ambos.
Mientras que esperando fuera estaban André y su padre dentro de la ambulancia estaba con el médico Eduany y su alterada madre. El médico había determinado que el niño tenía una quemadura de segundo grado cubriéndole gran parte de la mano, quemaduras de primer grado en el antebrazo y superficiales en la parte derecha de la cara. Tras aplicarle el tratamiento adecuado y explicarle a la madre como debía de curarse el médico le dio el alta y mientras que bajaban de la ambulancia les deseó unas felices fiestas y mucha precaución.
Cuando entraron los cuatro en casa Touro los recibió a todos con la misma alegría que cualquier otro día, la ambulancia se fue y todos los vecinos se sentaron de nuevo a cenar comentando lo vivido. Mientras que Duarte pedía comida china a domicilio André y su madre recogían y limpiaban el estropicio de la cocina. Andiara aún tenía el disgusto encima y murmuraba por lo bajo al guardar los utensilios de cocina en su sitio. Eduany puso la mesa y los cuatro se sentaron a esperar la cena.
-Mamá, lo siento mucho, yo solo quería...
Eduany se había armado de valor y sin atreverse a mirar a su madre a la cara había empezado a disculparse pero la preocupación de su madre se transformó en enfado.
-¿Que pretendías hacer, Eduany? ¿Qué no te he dicho mil veces lo peligroso que es el fuego? Tu no tienes edad de hacer esas cosas tu solo aún. André, que tu también podrías haber cuidado mejor de tu hermano, que eres el mayor y responsable. Para lo que tendríais que ser mayores no lo sois.
Duarte sabía que el enfado de su mujer era para que sus hijos llevasen mas cuidado la próxima vez así que no dijo nada cuando André lo miró buscando ayuda. Cuando vio que su padre estaba del lado de Andiara buscó la mirada de su hermano pequeño pero tenía la cabeza gacha aceptando el sermón.
-¿Pero por que me metes a mi, mamá? Yo no tengo porque estar controlando a este crio todo el día.
-André, que la casa no es tan grande, que el olor a gas se olía desde la esquina.
Los seres humanos suelen magnificar las cosas pero si se trata de una madre enfadada esta cualidad llega al 100% de su potencia, porque ella hablaba de un olor que no había experimentado siquiera.
Entonces Andiara miró a su esposo, buscando u obligándolo a dar su complicidad con ella. Él inspiró profundamente, no sabía que decir, ya lo había dicho todo ella.
-Vuestra madre tiene razón...-ella siguió mirándolo incitándole a que dijese algo mas, no algo obvio- ...tenéis que llevar mas cuidado.
-Estáis castigados, los dos, estas vacaciones vamos a limpiar y ordenar toda la casa, así la conoceréis bien y evitaremos mas accidentes.
André se levantó enfadado de la mesa y subió corriendo las escaleras para ir a su habitación. Dante suspiró y se levantó para ir ha hablar con su hijo, llamaron al timbre y Andiara fue ha abrirle al repartidor de comida.
Entre ella y su hijo pequeño abrieron los recipientes de plástico donde iba la comida y los repartieron en diferentes platos. Dante bajó al rato diciendo que André ni siquiera le había abierto la puerta así que cogió un recipiente cerrado con arroz y pollo y volvió a subir para al final bajar a cenar con el resto de su familia.
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Tutis
General FictionLos Tutis han vivido entre los humanos desde siempre, ayudandolos a prosperar y descubrir. Pero su tiempo ha terminado y su fe en los humanos desapareció. Ahora, en la Tierra, hay un legado escondido y peligroso.