Día 7

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Los últimos días los había pasado más que nada con Samuel, era un chico único. Me acompañaba a trotar todos los días en las mañanas, íbamos al mismo restaurante al que había ido el primer día y hablábamos de tantas cosas, me encantaba escucharlo hablar por horas sobre un tema, era la primera vez en años que sentía que realmente tenía una "amistad" sincera; en el colegio siempre me tacharon de rara, hasta el punto de llegar a sufrir acoso escolar cuando apenas tenía 8 años, cosa que mi madre nunca se enteró. La única amiga a la que consideraba sincera me había olvidado desde que llegué a España, no contestaba mis mensajes y mucho menos llamadas. Con mi familia no había pasado mucho tiempo, ya que mis primos se encontraban todo el tiempo fuera de casa y mi tía pasaba la mayor parte del tiempo trabajando o haciendo cosas con mi abuela. También había hablado con mi tía, la cual me contó que ellos eran una pequeña comunidad latina, la familia de Mark y Marty eran mexicanos.

Estaba en el sótano de la casa de mi tía; el sótano era inmenso, tenía tres habitaciones, había una sala, llena de estanterías con libros de todo tipo, un lugar para hacer ejercicio, una mesa de billar y el escritorio donde Juan hacia sus dibujos. Estaba el garaje y un cuarto de baño, donde le ponían la arena al gato y la comida. Estaba en la sala, la cual era extrañamente acogedora ya que no solían solían prender la calefacción en esa zona, haciendo aquel lugar bastante frio. Me encontraba leyendo El perfume de Patrick Süskind, estaba malditamente enamora del libro, tanto así que ya iba por la tercera parte. Había alejado un poco el libro ya que me dolía la vista, la noche anterior me había acostado tarde gracias a mi hermana, además de que me había levantado muy temprano. Cerré el libro, dejando la continuación de mi lectura para más tarde.

Me paré del sofá donde llevaba recostada todo el día, me acerqué a un reproductor musical, conectando mi celular por medio de Bluetooth, ingresé a mi cuenta en Deezer y empecé a reproducir mi música. Live While We're Young de One Direction sonaba por toda la sala. Era inevitable no gritar la letra de la canción y bailarla; al fin y al cabo, nadie me iba a ver.

Llevaba horas cantando, bailando, y llorando canciones, especialmente de One Direction y 5 Seconds Of Summer. Este, sin duda alguna, era mi pasatiempo favorito.

- Bueno, aunque me encantaría seguir viéndote bailar, tengo que hacerte una invitación – escuché por encima de la melodía 

- ¡Ay, mierda! – grité llevando una mano a mi corazón - ¿Eres idiota? Casi me matas del susto – le reproché a Samuel, a lo que él se limitó a reír.

- Te vengo a hacer una invitación especial – repitió

- Tengo miedo – dije pausando mi música – Habla

- Hoy vamos a ir a Toledo, pero como queda a unas 4 horas de acá teníamos pensado quedarnos en algún hotel – explicó

- Está bien, ¿volveríamos mañana? – pregunté

- El plan es salir a más tardar en una hora, así llegaríamos a Toledo a las 20:30. Allí comemos, alcanzamos a visitar algún lugar y nos vamos al hotel, luego ya mañana tenemos todo el día y nos devolvemos para llegar a la madrugada, igual si tienes problema con llegar en la madrugada te puedes quedar en mi casa – explicó

- Okey, voy a ir a alistar la maleta, ¿me acompañas o tienes que hacer tus cosas? – le pregunté mientras subía las escaleras

- Yo ya tengo todo listo – aseguró – solo faltas tu

- Vale – dije entrando en la sala donde se encontraba mi familia – ¿quieres algo de comer? – le pregunté empezando a ponerme nerviosa por la presencia de mi familia

40 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora