¿Lujuria?

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Esa había sido la semana más incómoda de la historia. Por lo menos, desde la perspectiva de Panacotta Fugo, quien cada que veía a Narancia (lo cual era casi todo el tiempo, considerando que vivían y trabajaban juntos, sin contar las tutorías) tenía flashbacks de aquella noche en el motel.

Como si no fuera suficiente haber tenido a la chica masturbándose a lado suyo y gimiendo desvergonzadamente su nombre, a la mañana siguiente había despertado con un primer plano del cuerpo de su compañera usando únicamente su camisa y bragas negras, estirándose como un gato. La visión de esas piernas perfectas, ese abdomen marcado, el inicio de sus pechos y sus pezones marcándose sobre la tela de su propia camisa habían sido los protagonistas de su paja mañanera. Bueno, eso, y el extremadamente explícito sueño que había tenido con la morena.

Básicamente, durante toda la semana, casi cualquier acción por parte de Narancia llenaba su cabeza de pensamientos impuros, y Fugo no tenía una puta idea de cómo proceder al respecto. Por supuesto, el asunto no se limitaba a deseo sexual, pues a pesar de lo mucho que le sacaba de sus casillas, Narancia era SU persona especial. ¿Fugo había relacionado todo el asunto con atracción romántica? No en realidad: Lo que tenía de inteligencia en casi cualquier otra rama, le faltaba en ámbito emocional. El deseo de abrazarla, besarla y nunca dejarla ir (bastante inocente, en retrospectiva) siempre había estado latente, pero trataba de no darle importancia, cosa que ahora era imposible.

El resto del grupo se había preguntado si Fugo estaba enfermo o algo similar, pues parecía bastante distraído... A demás de tener reacciones extrañas, como salir corriendo (literalmente) de la nada en medio de una conversación casual, o calmarse repentinamente cuando estaba a punto de estallar. De cualquier forma, el cambio de comportamiento era favorable en cierto sentido, así que se abstuvieron de hacer comentarios al respecto.

En ese momento, sin embargo, él y Narancia se encontraban sobre terreno peligroso, o en otras palabras, en una lección de matemáticas. Y si había algo que podía llevar a Fugo a un estado de frustración (y eventualmente, ira) capaz de hacerle olvidar todo lo demás, eso era el asombroso talento de la chica para resolver las divisiones (o cualquier problema matemático) extraordinariamente mal.

-¡COMO MIERDA TE VA A DAR OCHENTA Y CINCO! ¡SOLO TENÍAS QUE DIVIDIR OCHENTA Y CUATRO ENTRE SIETE! ¿ERES ASÍ DE ESTÚPIDA, O SOLO LO FINGES PARA JODERME?

En defensa de Narancia, realmente lo estaba intentando. Pero como probablemente ninguno de los miembros de la pandilla había tomado un libro de pedagogía en su vida, el término "discalculia" así como sus implicaciones eran desconocidos para ellos. Estaba muy, muy frustrada, porque ella realmente creía que lo estaba haciendo bien, y en lugar del reconocimiento esperado por su "buen trabajo" estaba recibiendo gritos.

Por supuesto, no iba a llorar, disculparse, o tratar de hacer razonar a su profesor. Narancia respondía a la violencia con más violencia.

—¡TAL VEZ ENTENDERÍA ALGO SI NO FUERAS UN ASCO ENSEÑANDO! ¡Y NO ME DIGAS ESTÚPIDA, ESTÚPIDO!

—¡REPITE ESO, PEDAZO DE MIERDA!

—¡ESTÚPIDO, IMBÉCIL, IDIOTA..!

Mientras Narancia recitaba todos los insultos que conocía (e inventaba algunos, de paso), Mista cortaba un poco de salami para las Sex Pistols y Giorno le colocaba unas cucharadas de miel a su té.

—Ya se habían tardado.— Comentó el pistolero sin demasiado interés. Giorno asintió.

Posiblemente Bucciarati (la única persona del grupo que le daba importancia a esas discusiones) los hubiera detenido desde los primeros insultos (antes de que la situación escalara más lejos) solo con un par de palabras y una mirada seria, pero él, en compañía de Abbacchio, había salido a una misión a las afueras de la ciudad, y no volverían hasta el día siguiente.

Insomnio (Oneshot Fugonara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora