I. Comienzo

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“Una luz roja despampanante hace que mis ojos ardan de dolor, trato de alejarme lo más posible para poder distinguir dónde estoy y que está pasando.Me percato que estoy en una habitación completamente cerrada, veo como el fuego se alza entre las ventanas y paredes no tengo dónde ir, no hay escapatoria.
Intentó dar un paso buscando alguna salida pero mis piernas tiemblan y no soy capaz de moverme, me quedo allí paralizada en medio del fuego y poco a poco siento como mis vías respiratorias se llenan de humo hasta asfixiarme por completo.”
~

Me desperté de golpe tan abrumada por ese sueño que noche tras noche me atormentaba eran las 4 a.m.
Me levanté perezosamente de mi cama y me asome  por la amplia ventana que daba paso a una vista hermosa de la naturaleza, me quedé allí unas cuantas horas hasta que llamaron a la puerta de mi habitación.

—Ara alístate ya y ven a la oficina tengo una gran noticia que contarte— dijo una voz chillona a lo que respondí poniendo mis ojos en blanco

—Si me oíste niñita— Preguntó una vez más.

Nunca me había llevado muy bien con la hermana madre su voz era lo que más me molestaba era una voz muy molesta y  para ser una monja la vieja tenía un aspecto muy espeluznante.

—Sí, sí la escuché Hermana Madre— respondí con un tono frío y ronco.

Después de unos minutos me dirigí hacia el cuarto de baño, entre en la regadera y abrí la llave dejando que el agua fría mojara la coronilla de mi cabeza refrescando así todo mi cuerpo....

Salí de el baño y me acerque al armario que estaba en la esquina de la habitación, la verdad no tenía muchas opciones de ropa para escoger así que tomé una camisa negra corta y un jean color azul con unos tenis para que combinarán agarré mi cabello en una coleta, me puse unos cuantos accesorios de acero y me dirigí hacia la oficina de la Hermana Madre.

~

Hace 6 años había llegado a el orfanato justo después de la muerte de mis padres a causa de un misterioso incendio y la única vez que entré a la oficina fue la vez que llegue aquí, una niña de 4 años triste y confundida sin tener idea de lo que estaba pasando y solo guardaron sus datos en un archivo sin decir nada solo entregándome la llave de mi habitación, dejándome allí sola con muchas preguntas en mi cabeza. Desde ese momento no volví a hablar de mis padres y decidí valer me por mí misma, sin ayuda de nadie solo yo contra el mundo, lo que me convirtió en alguien un tanto fría e insensible.

Sin darme cuenta ya estaba enfrente a la puerta negra de la oficina.

—Hola?— pregunté en voz alta mientras tocaba la puerta

—oh, sigue Ara— exclamó la anciana.

—siéntate querida— a decir verdad está anciana era una hipócrita, tenía una amabilidad superficial y se notaba de lejos.

—Qué es eso tan importante que quería decirme—pregunté sin rodeos.

—Acabo de recibir muy buenas noticias—sacó un sobre de el cajón de su escritorio que tenía escrito mi nombre

—En este sobre está tu futuro- sonrió y solo me limite arquear las cejas.

—A qué se refiere con eso—pregunté, ya me estaba cansando de tanto suspenso

—Pues niña, aquí dice que te irás a un internado en unas horas, fue la última voluntad de tus padres antes de morir— Soltó sin más y me quedé pensando unos momentos en todo lo que había salido de su boca, porque ahora? Ya había pasado tanto tiempo y hasta ahora recibí esta carta.

No me percaté que la hermana madre me estaba juzgando con la mirada.

—Listo eso es todo ya te puedes ir— dijo con una voz sarcástica y burlona al ver mi cara de asombro.

Salí de la oficina sin decir ni una sola palabra y me dirigí a mi cuarto para empacar mis cosas, a decir verdad sentí un poco de nostalgia, había vivido ya 12 años en este orfanato y dejarlo sería como dejar lo único a lo que podría llamar hogar.

~

Habían pasado unas cuantas horas desde que entré a mi habitación y ya tenía todo listo, salí a la puerta del orfanato lista para irme, ninguna hermana salió a despedirme estaba sola en la puerta como si me hubieran tirado a la calle. Mire mi maleta he hice un pequeño recuento de lo que llevaba y lo que más ocupa espacio en mi maleta eran los libros que al pasar de estos años había podido conseguir, unos maravillosos ejemplares de Harry Potter y uno que otro libro de novelas juveniles.

—Ara?— preguntó una voz desconocida

—Si— respondí por inercia.

—Sube te llevaré al instituto—sonrió amablemente.

Dejé mi equipaje en el maletero y me senté en la parte trasera del auto.

—Toma, debes leer las reglas para que tu estadía sea más placentera—me entregó un folleto que tenía escrito en letra grande y cursiva.

“BIENVENIDOS A SAN CELVARIO



Hola espero le haya gustado este primer capítulo, prometo que el próximo será un poco más largo👉👈

Perdonen algunos errores poco a poco iré mejorando.
Muchos besos, se despide su cruel escritora😚✌️



Constelación PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora