𝓒𝓻𝓾𝓮𝓵𝓭𝓪𝓭

934 44 18
                                    

Una chica pelirroja de largos cabellos avanzaba entre la nieve, mientras respiraba con dificultad. La neblina que surgía, propia de la estación, no parecía querer hacerle las cosas más fáciles. En su espalda cargaba a un chico inconsciente que se veía un poco menor que ella, de cabellos rubios, con un costado de la cabeza cubierto de sangre. Esta iba goteando, acompañando las pisadas de la ojiazul en la nieve. Los pensamientos de la chica se revolvían, confusos, en un torbellino de emociones.

-*¿Por qué? -se preguntaba- ¿Por qué tuvo que pasar esto? -apretó la tela de la yukata con que iba vestido el rubio- Naruto, no te mueras. ¡No te mueras! Te prometo que te salvaré. No dejaré que mueras. ¡Tu hermana mayor te salvará dattebane!*

Un día antes, la chica pelirroja cargaba una cesta de bambú llena de carbón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un día antes, la chica pelirroja cargaba una cesta de bambú llena de carbón. Se acomodó las correas para no lastimarse y que no se le cayera nada.

-¿Nozomi? -llamó una voz amable. La chica volteó, curiosa de lo que su madre le diría- Tienes la cara llena de hollín. Ven aquí.

La pelirroja mayor sacó un paño de su delantal y limpió la cara de su hija con cuidado.

-Es peligroso ir cuando nieva. No es necesario que vayas dattebane -dijo, intentando hacerla desistir de su propósito por tercera vez.

-Quiero que todos coman hasta más no poder en año nuevo -replicó ella- Iré a vender carbón, pero que Naruto se quede aquí. Yo tengo más experiencia, él se va a caer en el hielo porque no conoce bien la ruta.

Kushina suspiró resignada. Nozomi era igual a su padre, siempre pensando en los demás antes que en sí misma, y terca como una mula.

-Gracias -sonrió.

-¡Nee-chan! 

Un niño pequeño, seguido de una niña corría hacia ellos. Más atrás había un chico un par de años mayor. Eran los hermanos menores de Nozomi: Nagato, Karin y Menma, por orden de edad.

-¿Hoy también irás al pueblo?

-¡Te acompaño dattebane! -dijo la niña.

-No puedes ir -dijo su madre- No caminas tan rápido como Nozomi.

-¡Mamá! -insistió el rubio.

-No -Kushina se mantuvo firme- Hoy no puede llevar la carreta. No podrán subirse a ella a descansar.

Los niños hicieron un puchero, y Menma se lanzó hacia su hermana mayor.

-¡Nee-chan!

-¡Quiero ir contigo! -pidió Karin con fervor- Te prometo que te ayudaré.

-Gracias Karin -sonrió la ojiazul, poniendo una mano en la cabeza de su hermana- Pero hoy te quedarás en casa dattebane.

-¿Eh?

La mayor se arrodilló para quedar a la altura de Menma.

-Tu también Menma. A cambio, les traeré dulces.

𝙇𝙪𝙣𝙖 𝙔 𝙎𝙤𝙡 (𝙆𝙞𝙢𝙚𝙩𝙨𝙪 𝙣𝙤 𝙔𝙖𝙞𝙗𝙖) 𝙀𝙣 𝙥𝙖𝙪𝙨𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora