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Agarrense que está largo




Noriaki iba a hacer que su padre pagara por esto. Kakyoin Tadashi se había asegurado de hacer una mierda la vida de su hijo todo el tiempo que vivió con él.Su madre murió cuando tenía 5 años, y su padre sufrió un cambio radical por ello. Se volvió un alcohólico y adicto al juego. Le exigía notas altísimas y cuando cometía el más mínimo error en ello, lo castigaba encerrándolo días en su habitación con solo una comida al día, o ninguna. A veces lo golpeaba y lo insultaba de todas las formas posibles. Él nunca se quejó por ello, ya que, a pesar de todo era su padre.

Esta era la última mierda que iba a aguantar de él. Para el pelirrojo, esa escoria ya no era su padre.

– Mira, yo no tengo 2 millones de yenes para pagarte. Y si los tuviese tampoco te los diera porque yo no soy quien te debe, sino la basura humana que me engendró. Así que, suéltame y lleguemos a un acuerdo.

– No me importa. Lo único que quiero es mi dinero. – pero será posible. Está a punto de creer que habla con un hombre de las cavernas.

– Podrías dejar de ser irracional por 2 malditos minutos y prestar atención a lo que te estoy diciendo. – una risa gutural salió de la garganta del hombre.

– Eres interesante. Otros estarían suplicando por su vida solo de verme.

– Cariño, provocas muchas cosas en mí, como excitación e irritación. Pero el miedo no está en esa lista.

– Al parecer todavía no me reconoces.

– ¿Debería? – el moreno mostró una sonrisa ladeada que se veía muy sexy en él y retrocedió hasta la silla dónde estaba anteriormente sentado, allí se quitó el saco blanco que traía y comenzó a desabotonarse la camisa, dejó ambas piezas en la silla para luego regresar a la luz de la lámpara.

Noriaki sintió que su corazón se aceleraba al ver ese cuerpo esculpido por los dioses. Era un hombre muy musculoso y enorme pero estaba perfectamente balanceado, como si fuera una escultura echa por algún artista del Renacimiento. Una cicatriz recorría su pecho que lejos de verse desagradable le agregaba sensualidad.

El hombre se giró quedando de espaldas a él y mostrándole un enorme tatuaje que le cubría toda la espalda, los hombros y una pequeña parte de los brazos. El tatuaje mostraba algún tipo de extraño gladiador de piel verde y cabello negro abundante y revoltoso. Llevaba botas y guantes sin dedos de color morado, un taparrabos blanco y varias piezas de oro en las rodillas, hombros y una diadema. De fondo tenía olas marinas, flores de camelia y algo parecido a alas en la parte de los hombros. Kakyoin, como buen estudiante de Bellas Artes, admiraba fascinado aquella pieza. Y el buen trasero del tipo. Digo, el tatuaje, estaba mirando el tatuaje. Que tenía el mismo estilo de diseño de los yakuza. Bien, eso era una buena y mala señal. Mala porque estaba enredado con un yakuza, y buena, porque le encantan los tipos peligrosos. Eso le sumaba puntos.

– ¿Eres un yakuza?

– ¿Lo preguntas o lo afirmas?

– Lo afirmo.

– Mi nombre es Kujo Jotaro. Jefe de la Shirogane Hoshi*. – ese viejo decrépito iba a estar doblemente muerto cuando lo encontrara. ¿Cómo se le ocurría endeudarse con una de las mafias más peligrosas de Tokio? ¿Es que ese tipo no tenía cerebro? Bien,debía mantener la calma. Tal vez podría llegar a un arreglo con él.

– Es un placer conocerte Jotaro. Cómo no tengo dinero para pagarte y aprecio grandemente mi vida, me gustaría proponerte un acuerdo.

– Te escucho.

– Puedo ayudarte a encontrar a mi padre. Tengo una clara idea de a dónde puede haber ido, así que me sueltas y te acompaño a encontrarlo. Lo que hagas luego con él no me interesa.

Love Me Dangerous [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora