Capítulo 23 | La agresividad de los ataques enemigos

201 27 3
                                    

¡Feliz inicio de junio, feliz mes del Orgullo! Como les dije la semana pasada, además de los capítulos del viernes, tendremos dos extras este mes. El de hoy, primero, y el del 28.

Recuerden que ser quienes son está bien, que amar a quienes aman no es un delito ni está mal. Mantengan la frente en alto, con orgullo, y quiéranse como son, porque son perfectas, válidas y merecen ser amadas y felices. (Como casi siempre, hablo en femenino porque me leen muchísimas más mujeres, pero los veo a los demás, también, y no es un mensaje excluyente ❤️).

Les deseo un junio lleno de celebración de quienes son, de lo lejos que hemos llegado como comunidad; un mes de amor, comunidad, empatía y solidaridad, de querernos los unos a los otros; un mes de darnos fuerzas para seguir luchando.

Si la estás pasando mal, no dudes en conseguir ayuda. Hay muchas más personas listas para escucharte y quererte de las que crees ❤️ Nunca estás sola. Jamás. A veces lo puede parecer, pero no es así. Si crees que no tienes a nadie, mis mensajes siempre están abiertos, sobre todo por Instagram, contesto siempre.

Y recuerden que no tienen que estar fuera del clóset para sentir orgullo de quienes son ❤️.

Una vez más, feliz mes del Orgullo, y que el orgullo esté siempre de su lado. 

❤️🧡💛💚💙💜

Qufen tenía mucha más vegetación que Ekroe, incluso cuando el pasto se estaba comenzando a quemar por el aire frío y algunas plantas se ahogaban en la lluvia. Pero también era cierto que lo que se sentía de naturaleza, faltaba en ligereza del ambiente. Qufen, la capital donde estaba la solariega de Bert, era una ciudad de quizá tres veces el tamaño de Ekroe. Nada más entrar, se encontraron con gente yendo de un lado a otro, mucho ruido, muchas cosas que hacer. Nairi pensó en la Ciudad de Nestan. Debía de ser algo similar, quizá un poco más grande en tiempos de esplendor, pero el ajetreo era bastante similar.

Suspiró.

Primero llegaron a la zona en el oeste que Bert había designado para el campamento del no-tan-grande-como-quisieran ejército que los acompañaba (aunque, en realidad, había crecido bastante más de lo esperado en el camino, pues mucha gente se les había unido al pasar). El lugar era un campo mucho más espacioso que el de Ekroe, con algunos árboles de hojas cafés rodeándolo. Pero, después de que todo fue designado y les dejaron las órdenes a algunos de los comandantes, el Consejo, Julius, Isa, Mabel y ella se fueron directo a la solariega de Bert, escoltados por cuantos guardias podían.

Llegaron poco después y Bert les asignó habitaciones. Cuando le dijo a Nairi que volvería a tener una habitación para sí sola, se alegró, pero Mabel sacudió la cabeza y se quejó al ver que la distancia entre su habitación y la de ella era muchísima. Una estaba abajo y otra en la planta alta.

—Estará muy separada, no. Mejor que se rodee de cuantas personas pueda —dijo Mabel.

—No pasará nada —aseguró Bert—. Estará vigilada todo el tiempo. Aquí hay mucha seguridad.

—No lo dudo, pero está demasiado cerca de la puerta trasera. —Mabel parecía tensa—. Es una habitación que no estaba destinada para ser aposento.

—Es una modificación que se hizo para darles a todos su privacidad.

—Es como de la familia. No invade nuestra privacidad. Puede dormir en nuestra habitación —dijo y señaló a Julius.

—Insisto en que no hay problema. Todos estarán a salvo. Habrá vigilancia fuera de su habitación todos los días, todo el día.

—No me siento cómoda con que esté tan cerca de un acceso, en una zona no tan visitada.

La reina durmiente: el legado © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora