Juventud en Éxtasis

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Continuación directa del capítulo pasado.

Esto es:

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- Mi Pasado en Plata -

Juventud en Éxtasis

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Celular de Linka Loud.

"Clyde: Linka, ya me voy a ir. ¿Vienes?

Clyde: Linka...

Clyde: Stella se fue y es incómodo estar solo."

Llamada perdida...

Llamada perdida...

"Clyde: Me voy a ir, Linka."

...

El teléfono de la joven albina sonaba, sin embargo, la emoción del baile y el embeleso de que alguien apuesto le haya sacado a bailar, hicieron que no lo escuchara, ni sintiera su vibrar.

Clyde, al no obtener respuesta, caminó un poco a la salida, esperando ver a su amiga para hacerle algunas señas.
Desde algún punto cerca del portón de salida, logró divisarla. Bailaba con mucha alegría con un chico más alto que ella. Ambos sonreían.

Aquel chico la tomaba de la mano y la hacía girar hábilmente una y otra vez. Y ella reía.

Clyde sintió un punto extraño en el pecho y una sensación en la boca. Más que un enojo, era una sensación vieja, que conocía bien.

Clyde y la soledad.

"Por increíble que parezca, su niño sufre de un cuadro de depresión, señores."

"No tiene iniciativa para hacer amigos, está muy ensimismado. Posiblemente tenga algún recuerdo de cuando era muy pequeño, algún tipo de trauma, es difícil saber." Dijo aquel sicólogo a Harold y Howard.

"Es la tercera vez que encuentro a Clyde tomando sus alimentos entre el último salón y la barda, allí donde se desechan las bancas rotas. Se sube arriba de la pila y se queda allí todo el horario de receso, escondido de todos. No es normal ese comportamiento."

"Necesita amigos, pero no se acerca al grupo. Lo mejor es que lleve terapia." Dijo la maestra.

"Ven, vamos al subibaja." Había dicho una pequeña Linka alguna vez, tomándole de la mano.

"Es divertido cuando somos dos, ¿verdad Clyde?"

Luego, aquella extraña pequeña se había bajado del juego para correr en círculos gritando que era divertido tener un amigo, mientras él, asustado, le veía andar por todos lados, incansable.

Y la tristeza en algún momento, había desaparecido. La soledad, se esfumó.

Hoy sentía un frío que no había sentido desde muy pequeño y una presión en el pecho que no tenía nombre.

"Clyde: Linka, me voy a ir. No quiero interrumpirte, sé que la estas pasando bien. Repito que Stella se fue y no me siento cómodo." Fue lo último que texteó.

Y la tarde se fue haciendo noche.

Un rato después, hubo un cese a la música. Linka respiraba algo agitada; nunca había bailado tanto y tan seguido en su vida.

-Bailas muy bien.- Dijo aquel chico.

-Je, je, mi padre me dio algunas clases. Pero tú bailas, fenomenal, Ronaldo.-

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