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Mi Pasado en Plata

Sexta Parte

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Linka, Stella y Clyde, llevaban media hora enfrente de la mesa del ponche.

La música electrónica sonaba a todo lo que daba y algunas luces de colores iban y venían dando un ambiente de alegre.

Los tres bebían de su vaso de ponche casi simultáneamente, Stella llevaba ya 6 galletitas con paté.

-Y...en teoría estos momentos son los mejores de nuestra vida.- Dijo devorando la séptima galleta.

-Si- Dijo Linka.- Jamás voy a olvidar todo el ponche que tomé estando parada al lado de la mesa de bocadillos.-

-Bueno, por lo menos hacemos incómodo que la gente se acerque a comer.- Dijo Clyde.

-Y es verdad.- Respondió Stella.- Deben probar estos sandwichitos de queso parmesano.-

-Ya que, dame uno.- Dijo Linka.- Si estos van a ser nuestros "mejores recuerdos de la vida" por lo menos quiero que sepa rico.-

Clyde sonrió. -Podría ser peor.- Dijo.

Papá Oso y Papá Castor

-¡Papá Castor! ¡Mira! ¡Me logré subir al árbol! -

-¡Por el amor de Dios, Linka, bájate de allí!-Gritaba realmente asustado Howard. -¡Harold!-

-Tranquilo, Howi, ahorita la bajamos.- Y el hombre fue por una escalera de tijera, rápidamente la colocó, subió 3 escalones y tomó a la pequeña de unos 6 años de la rama en que estaba, cargándola con mucha suavidad.

La pequeña Linka, por su lado, reía y pataleaba con mucho ánimo al ser levantada. Le encantaba cuando su papá la dejaba a cargo de los McBride.

-Papá Oso, ¿me viste subir?-

-Si, Linka, pero si no quieres que papá castor se muera de un infarto al miocardio, será mejor que no te vuelvas a subir así.-

La pequeña fue puesta en el suelo y de inmediato se dirigió a Howard.

-¿Me perdonas, papá castor?-

Y el hombre simplemente la levantó y la abrazó.

-Pero por supuesto mi pequeñina linda. Solo prométeme que no te vuelves a subir a ese horrible árbol. – Le dijo picándole la nariz.

Linka sonrió, le prometió no subir más, y luego corrió a la casa para contarle a Clyde, quien estaba haciendo tarea, sobre la hazaña del árbol.

-Se va a ver tan hermosa con su vestido de novia.- Le dijo Howard a Harold cuando este se acercó.

-Se están criando juntos, Howi, quien sabe que pueda pasar.-

-Ellos se aman, Harold. Eso todo lo que sé. Ahora imagínate su cabello plateado agarrado por un broche con un enorme zafiro azul.

Tiempo al tiempo, cariño. Tiempo al tiempo.

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-Harlod, tenemos que hablar.- Dijo Howard llegando a la cocina, donde su pareja preparaba la masa para unos panqueques. Postre con el cual recibirían a los chicos después del baile escolar anual.

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