Vanille, mediados de mayo. 03.27 A.M.
🔴 Aquella madrugada era como cualquier otra de primavera, como las típicas en las que por el día había hecho un calor que derretiría hasta el pavimento más antiguo, pero que con las horas las nubes se habían formado y había dado lugar a una tormenta primaveral, de esas en las que hace calor pero como te confíes te calan de pies a cabeza.
Aquella madrugada era como cualquier otra, como ya he dicho. Ella se levantó de la cama y con pasos cuidados caminó en silencio, para no despertar a nadie, hasta la ventana del salón la cual estaba abierta de par en par. La lluvia se intensificó más en aquel momento, pero la chica en lugar de cerrarla, decidió retirar las cortinas, apoyándose así en el alféizar de esta.
Su pelo se removía por el viento acelerado de la pequeña tormenta, al tiempo que sus delicadas mechas se veían con mayor intensidad con la luz de los rayos. Por un momento todo estuvo en paz, todo el mundo dormía, y el sonido del viento era como música para sus oídos. Por un ligero segundo me pareció incluso verla sonreír, y era curioso, conocía pocas personas a las que les gustaran las tormentas, que disfrutaran de ese caos, pero aquella sonrisa demostraba que ella era una de esas personas.
Con cuidado, ocultándome en la oscuridad de la habitación me asomé para verla mejor. Era realmente... ¿preciosa? No, era otra cosa. No sé qué era, pero había algo que...
La chica, de un rápido movimiento, cogió los cascos de encima de la mesa y se los colocó antes de volver a apoyarse en la ventana. No sé qué sería lo que pasaría en aquel instante por su cabeza, pero ojalá poder abrirla y saber cada uno de los pensamientos que pasaban por ella.
Era una suerte que aquella chica se hubiera mudado a la residencia el pasado año. No es que estuviera pendiente de ella ni mucho menos, simplemente.. hacia esto cada noche, y se había vuelto como una serie de televisión para mi, de esas buenas de Netflix que te instaban a seguir viendo un capítulo tras otro, como los libros que terminaban un capítulo en mitad de un diálogo importante para que leyeras el siguiente...
Sonó un crujido procedente del pasillo y me escondí con rapidez detrás de un mueble de la cocina. Era su compañera de piso, esa estúpida metomentodo siempre jodiendo los mejores momentos.
Ah, sí, se me olvidaba comentar aquella parte.. no la miraba desde mi ventana, ni siquiera desde mi piso.. estaba allí mismo en su cocina, observando con cuidado cada movimiento de la chica..
¡Oye! No me juzguen. Sí, vale.. Dirán, ¿pero ella sabía que estabas ahí? ¿Estáis locos? En fin... y luego me llaman loco a mi.. Claro que no lo sabia, imaginaros lo que se pensaría. Pero juro que no la hacía ningún daño, ni siquiera me acercaba a ella. Era una necesidad. No un capricho. Necesitaba estar aquí con ella para ver el siguiente capítulo.
Ahora me dirán que ustedes nunca han entrado en casa de un vecino solo porque estaban... ¿No? ¿Nunca? Caray que gente más aburrida.
Bueno, pues si queréis detener así por un momento vuestras aburridas y anodinas vidas y disfrutar un poco... adelante, sigue leyendo. Aunque no seré yo quien te la cuente... no sería igual de emocionante la verdad..
Por cierto, se me olvidaba querido amigo lector, puede que mi palabra no sirva de mucho, pero por el bien de tu salud mental te daré un consejo ¿si? No te fíes de nadie, esta historia tiene más mentirosos que estrellas el cielo. Ahí está mi aporte, tú decides que hacer con él, microbio.
Enviar.
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VAINILLE (que nunca te vean sangrar...)
RandomUna llamada. Una llamada a emergencias. Y así acaba esta historia. La sangre se desplazaba en todos los sentidos, casi como si quisiera huir del cuerpo de tan miserable persona. Una mentira. Una más de aquella retorcida mente que tanto había engañ...