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Otra carta mas a la gran colección que ya tenia, alguien estaba cumpliendo el reto de los 30 días y ya casi se cumplían solo faltan dos días, no lo podia negar en la manera que se refería a mi y como me hacia sentir con cada párrafo me habían atrapado.
Me habia enamorado de mi escritor anónimo, no sabia su identidad pero me tenia a sus pies.
- T/n-san se nos hará tarde en el salón la lees.- Asentí guardando la carta en mi mochila cerrando mi casillero.
Camine junto a mi mejor amiga hasta nuestro salon A-3, al entrar varios de nuestros compañeros nos saludaban menos uno de ellos.
El cual yo llevaba una gran enemistad para mi era la persona mas odiosa y egocéntrica y para el era una llorona.
- ¿A quien tenemos aquí? Pequeña perra prostituta.- Al apodo del peliverde sin alguna vergüenza saque mi dedo de en medio mientras me alejaba de el.
- Keitaro no me jodas que hoy ando de buen genio.- Me senté en mi puesto ignorando lo que el peliverde decia.
Busque en mi mochila la carta del día de hoy, antes de que la leyera esta fue arrebatada. Como por un impulso busque al responsable de esto.
Keitaro la tenia en sus manos mientras la abría con demasiada confianza.
- ¿Alguien te manda cartas? El que te ame pierde su tiempo.- Trate de alcanzarla pero la diferencia de altura era notoria, no podria alcanzarla.
- ¡Damela.!- El río empujandome, para ese entonces estaba que estallaba de rabia.
- ¡Buenos días Bunny.!
Espero hayas amanecido bien y tengas un lindo día, como tu.
Hoy quería recordarte que eres la mujer mas hermosa que haya visto, jamas dudes lo contrario.
Aun así lleve ya 28 días escribiendote siento nervios a que llegue el día treinta. No se si ya estarás enamorada de mi, pero al ver tu sonrisa cuando terminas de leer mis cartas me hacen saber que te gustan.
Realmente me gustas estoy perdidamente enamorado de ti T/n, si no fuera tan tímido te diría esto y otras cosas mas para demostrar lo que significas en mi vida.
Te amo T/n.-
El salón se quedo en silencio después de que Keitaro haya leído la carta en voz alta, mis mejillas estaban rojas de la pena y rabia.
