Capítulo 4

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POV Lucía Mompeán

Iñaki me llamó a las 6 de la mañana.
- Bella durmiente, estoy en tu puerta- dijo cuando descolgué.
Resoplé y me levanté del sofá. Me peiné un poco mientras iba a la cocina y le dí un trago a la botella de agua. ¿Qué cojo para el desayuno? Pillé dos bifrutas y salí de casa. Mierda las llaves. Llamé al timbre con insistencia.
Mi iaia abrió la puerta al quinto timbrazo. Iba vestida con su camisón favorito, el de flores rosas, y tenía el pelo despeinado. Me miró con cara de confusión.
- Que me he dejado las llaves, iaia- le dije mientras iba a mi habitación y cogía las llaves. ¡Coño, la mochila! Volví al salón y cogí mi mochila del suelo- Ahora si que me voy- le di un beso en la mejilla y salí de casa.
Llevaba la misma ropa que anoche, una camiseta negra y mis pantalones cagados favoritos.

Bajé las escaleras con prisa y salí del portal. Iñaki me esperaba en su coche destartalado y lleno de basura, como siempre.
- ¿Qué pasa tío?- le dije mientras subía al coche. Me chocó el puño.
Iñaki iba vestido con una camiseta negra deslavada y unos vaqueros, su típico look. Se había vuelto a hacer la mohicana en el pelo, le quedaba bien. Tenía unas ojeras muy marcadas, seguramente se había quedado hasta tarde jugando al FIFA otra vez.
- Vamos, que he quedado con Bryan y ya llegamos tarde- dijo mientras le subía el volumen a la radio y arrancaba el coche.
Le pasé uno de los bifrutas que había cogido de mi cocina.
- Para que luego me digas que no te cuido- le dije. Se rió ante mi comentario y aceleró el coche de camino a Agost.

Quedamos con Bryan en su casa. Vivía en uno de los tantos edificios de dos plantas que había en Agost. Odiaba ese pueblo, siempre está desierto.
Iñaki aparcó el coche enfrente de casa de Bryan porque siempre había aparcamiento. Su portal era el más sucio de todos, creo que Bryan iba todo el rato tan ciego que no limpiaba nunca. Llamamos a su timbre y nos abrió sin preguntar. Vivía en el primero.
- ¡Pero chavales! ¿Qué pasa?- nos saludó en cuanto nos vió- Cuánto tiempo tíos, no venís nunca a verme. Iñaki y yo nos reímos incómodos. Bryan no era muy buena compañía. Tenía buena hierba y tal pero era un poco rata y no olía muy bien- Pasad, pasad- nos dijo mientras nos hacía gestos con las manos.
Entramos en su casa, tan sucia como siempre. Tenía el salón lleno de cajas de Amazon y plásticos. En la mesita del comedor tenía por lo menos 6 tazas sucias y otros tantos platos.
- Escucha, lo que hablamos el otro día- le dijo Iñaki- Es que lo necesito ya, hermano. Me lo están pidiendo ya.
- Claro, claro- dijo Bryan rápidamente- Sin problemas tío. Sacó un bote de cristal enorme lleno de maría y una tana- 50, ¿no?- Iñaki asintió- ¿Tenéis prisa? Me ha llegado una lemon de Madrid que está buenísima.
Bryan daba un poco de asco, pero tenía la mejor hierba que habría probado en mi vida.
Iñaki y yo nos miramos. Por media horita no iba a pasar nada.

Ya en el instituto, después de despedirnos de la hermana de Isa, nos fuimos a clase Inés y yo. Valenciano a primera, ya me jodería.
Sentada en mi pupitre, en la última fila al lado de la ventana, me empezó a subir el porro de Bryan. Jo-der. Que había un gato naranja súper bonito en la calle, lo estaba viendo. Fua, tenía una pinta de ser más suavecito... Tenía ganas de saltar por la ventana y abrazarlo. ¿Si saltaba por la ventana sobreviviría al golpe? Creo que sí, si me llegaba a coger a la tubería y me deslizaba hasta el suelo podía bajar sin problemas. ¿Cuánto peso aguantaría la tubería? ¿El plástico aguanta un peso medio? O igual es como las hormigas, que aguantan tres veces su peso. ¿O era cinco veces? No sé, ya me estaba liando. Pero eso de las hormigas es alucinante porque se organizan en sociedades trabajadoras y cada una tiene un papel...

Mientras divagaba sobre la sociedad de las hormigas, sonó el timbre que marcaba el final de la clase y salí de mis pensamientos. Ví a Inés correr hacía el pupitre de Alba, había una chica que no conocía detrás de ella. Me levanté de mi silla y salí al pasillo a esperar al profesor. Joan salió conmigo.
- Que coñazo valenciano- me dijo. Yo no le hice caso.
- Tío, ¿cuánto peso podría aguantar una tubería?- le pregunté, tenía curiosidad y no podía pensar en otra cosa.
- Eh...- dudó por un momento- ¿Estamos hablando de una tubería de plástico o de obra?
- De plástico, las del agua estas que van pegadas a la pared.
Mientras Joan se pensaba la respuesta apareció el profesor de historia con su característico maletín de cuero y su camisa de cuadros. Me acerqué a él.
- Rafa, ¿puedo ir al baño? Estoy con la regla- le dije. No estaba con la regla, pero me meaba viva y sabía que no me iba a dejar si le decía la verdad.
- Claro, vé- a los hombres no les gustaba hablar de la regla- Pero vuelve rápido que hoy vamos a ver un vídeo sobre el zar Alejandro.

Me fui hacia el baño. Estás que iba a volver pronto, já, pa ver el vídeo ese aburridísimo sobre Rusia que nos había puesto 3 veces este mes. Entré en el baño de chicas y me saqué un clinex del bolsillo. Entré a mear en el baño de la derecha, el de la izquierda era el baño de Clara, sólo entrábamos ahí cuando queríamos hablar con ella. Ahora que lo pienso, no era mala idea hablar con ella, hacía mucho que no la ponía al día. Terminé, me subí los pantalones y salí a lavarme las manos.

Toqué la puerta de Clara y esperé a que respondiera.

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