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Su mente desconectada le hizo escapar. Escapó sin tener claro un destino.
No le importó su madre o su hermano, no pensó si volvería o no, no sabía si sobreviviría o no.

Totalmente desalmada salió, corrió sin rumbo. Chaeyoung no quería nada. Absolutamente nada.
Ni ella podía descifrar la razón de tal desquicio, sólo lo sentía y ya.
Su cabello rubio descuidado se movía poco con el viento al correr hasta que detectó un olor maravillando el ambiente.

Olía a bosque; ese olor a húmedo, pero el olor a húmedo agradable.
Se detuvo por la sensación (además de que tanto correr la había agotado).
Sin pensarlo dos veces, con su respiración agitada, se adentró a las profundidades de la forestación.

La chica siempre fue inexpresiva. No mostraba sus emociones de manera física ni tampoco las decía. Para la mayoría de sus conocidos ella era todo un misterio.
Chaeyoung lo sabía y no tenía intenciones de cambiar su forma de ser. Le gustaba ser un misterio, ya que se sentía más cómoda cuando nadie estaba realmente interesado en saber sobre ella, debido a que sabían que no iban a sacar nada de su boca por más que lo intentaran.

Todas sus emociones, sentimientos y pensamientos estaban guardados bajo siete llaves que nadie encontraría jamás. Desde pequeña Chaeyoung se prometió a sí misma nunca hablar sobre su persona.
Sería una verdadera caja fuerte.

Su vida dependía del silencio (o eso creyó ella desde siempre), por lo tanto, los lugares silenciosos eran su escape perfecto. La perfección se reflejó en el mismo bosque rodeándola.

Ocupaba la mayor parte de su tiempo pensando en sus secretos más profundos; siempre manteniéndose orgullosa en lo ocultos que los ha mantenido por años. Sí, nuestra protagonista es una persona muy orgullosa y lo reconoce.

Además de lidiar día a día con su trastorno bipolar, el trastorno obsesivo compulsivo y también periodos de insensibilidad absoluta, continuaba con su vida como si nada, pretendiendo que ninguna de estas condiciones eran parte de su ser.

Profundizándose dentro del bosque, no pensaba en absolutamente nada y su mente en blanco. No era algo inusual, muchas veces dejaba de pensar incluso por horas.
Luego de quince minutos caminando, llegó a un sitio llano; sin troncos, piedras o ramas. Nada más un poco de césped seco.

Maravillada observaba la luz del sol siendo obstaculizada por las copas de aquellos altos pinos, que dejaban pasar algunos rayos entre sus hojas.
Paulatinamente, se acercó al centro del sitio para recostarse sobre el pasto verde amarillento. Dejó el preciso centro libre, como si estuviera esperando que alguien se acostara junto a ella.

Sintió paz y calma al sentir el sol suave llevando sus rayos al rostro de Chaeyoung sin encandilarla, sin tampoco importarle su chaleco nuevo color escabeche, dejó que se ensuciara con pequeñas hojas. Después de todo, luego lo sacudiría para dejarlo impecable. Su obsesión con el orden claramente no le permite un chaleco en ese estado.

Con los ojos cerrados sintió la brisa fresca. Olía a naturaleza pura y eso le encantaba; uno de los pocos detalles que podían llegar a generarle emociones (y más sorprendente aún, que estas sean positivas).

Con los oídos tapados suspiró, hasta que escuchó algunas ramas siendo pisadas. La pisada de hojas sonando en el suelo forestal.
Alguien o algo caminaba hacia ella.

komorebi | michaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora