CAPÍTULO 16

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"DOLOR"

Después de desayunar, y prepararse para partir. Andrea comenzó a lamentarse lo que había hecho, pero no había tiempo para lamentaciones, tenían que irse y pronto.

—Andrea...—Tyler le miró.

—Hablamos en la casa—añadió. Con una postura seria, para después subirse al carro.
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Fue un camino largo y pesado. Por fin están de vuelta en casa. Mientras Chabela desempacaba, le explicaba a los hermanos del accidente de su madre.

—¿Pero, ella está bien?, o...

—Si Andrea, no te preocupes. Además, no tiene caso que vallas al hospital, Mario me dijo que ya vienen en camino con tu mamá.

—Garcías, Chabela. Te puedes retirar

—Con permiso

—Bueno. Ya oiste a Chabelita, no hay nada de que preocuparse—Tyler intento hacercarse, pero la mujer se alejo bruscamente—¿Sucede algo?—cuestiono impasiente

—No, nada. Tengo cosas que hacer, nos vemos luego—le dio un pequeño beso al niño, e ignoro por completo a Tyler.
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—Bueno. ¿Ya me dirás que te sucede?—Paulina pregunto con poco interés

—No... Bueno si—contestó Erika—Estoy enamorada

—¿Y DE QUIÉN?—cuestiono. Esta vez le presto más atención. Aunque no hay hombre que la soporte, pensó.

—De... —a su mente vino Andrea, sus ojos café, su sonrisa de lado a lado, combinada por sus pequeños oyuelos. —Pues...

—A ya, de "Tyler"—simulo el nombre entre comillas. Para después apartarse.

—No—respondío de inmediato

—¿Entonces?—¡Uff!, que bueno, así Andrea podrá estar tranquila, pensó.

—De... Bueno, es que no es de un hombre

Paulina escupió su trozo de ambuergesa, la volteo a ver, sus ojos bien abiertos, su cuerpo paralizado, y sus manos temblando.—Erika.. yo no soy...

—¡Ay no estúpida!, yo tengo buen gusto... ¡Por favor!—expreso con cara de desagrado. Aún tendida en el sofá, su mente la llevaba a aquellos recuerdos, que alguna vez compartió con la rubia.

—¡A bueno!—suspiro aliviada, se reposo nuevamente sobre la barra, y continuo comiendo—¿Y de quien es? ¡Dime, dime, dime, dime...!

—De tú mejor amiga—y por segunda vez, escupió la ambuergesa. Se levantó lentamente del banco donde yacía. Camino a pasos lentos.—¿Qué?, de.. De... An-Andrea

—Si... Y si ella se entera, sabré que salió de tu boca. Y te juro que...

—Tranquila. No diré nada—se fué sin decir más, tomo las llaves de su auto, y bajo por el elevador con la mente aún aturdida, por la repentina confesión.
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Suspiro fuerte, los remordimientos estaban por toda su mente. Estaba temblando en su silla, un poco de papeles y café le acompañaba. El vibrador del teléfono la sacó de sus pensamientos.

—Diga

—¿hablo con la detective Larios?—pregunto Álvaro

—N...

¿COMO FUÉ? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora