D O S

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Sunghoon corría hasta su casa con la que vivía él y su novio, acababa de salir del taxi que lo había traído del aeropuerto hasta ahí, coloco la llave esperando ver a su novio con los brazos abiertos frente a él, siempre que volvía a casa era así.

Pero cuando abrió no había nadie, silencio total, esperaba que su noviecito estuviera dormido... aunque eran las 11 de la mañana, no quería que estuviera enojado con él, no, no podría.

Dejo sus zapatos y su maleta en la entrada yendo a buscar a su lindo novio, cuando paso por la casa, vio un tazón de palomitas, tal vez Jake había estado viendo películas la noche anterior.

Subió las escaleras y paró en seco, aterrado al ver a Jake en el suelo, aun con pijama y sus mejillas rojas, jadeaba levemente, como su algo le doliera.

— Amor, Jake — intentó despertarlo sin saber que hacer.

Miró su pie y vio que su delgado tobillo estaba rojo y un poco hinchado.

Tocó su frente y esta ardía, analizó todo rápidamente, Jake no traía calcetines, la cama no parecía haber sido destapada, la mañana estaba fría. Su pequeño se había resfriado, otra vez.

— Te dije que te cuidaras... — lo tomo en brazos cual princesa y lo llevo hasta la cama y lo tapo con las suficientes sábanas.

— Y tú dijiste que volverías ayer en la tarde — susurro aún en sus brazos con un puchero en sus labios y la nariz roja por la enfermedad.

— Amor... lo siento, en verdad lo siento, mamá no tenia crédito y papá nunca lleva su teléfono con él, no había forma de contactarte — le dio de tomar una píldora que había en el cajón del baño y miro su pijama, era una delgada, debía cambiársela — Te traeré otra pijama.

— No quiero tu ayuda — ahora que había tomado la píldora, podía sentir su cabeza más tranquila, no dolía tanto, además, seguía enojado.

— Ya dije que lo siento — dejo su chaqueta negra en el colgador — Déjame ayudarte, tu tobillo debe doler.

Jake no respondió, sus labios estaban abultados, sí, hace un rato dijo que quería responder las llamadas de Sunghoon, pero su vaga explicación del por que no le aviso, revivió su enojo.

Se sentó en la cama sintiéndose algo mareado, arreglo un poco su castaño cabello y se paró, mala idea, cayo al suelo otra vez.

Su tobillo si que dolía.

— Jake, vamos, déjame ayudarte — lo volvió a levantar acostándolo sobre la cama - Ya te pedí perdón y te explique por que no te avise — beso su mejilla — ¿Me puedes disculpar? — estaba a escasos 3 centímetros de su rosto.

Jake flaqueó, su debilidad más grande era Sunghoon, aquel chico que al principio fue tan indiferente, ahora pedía besos y abrazos casi todo el día, aun que su ropa era casi totalmente obscura, su funda de celular tenia stikers que Jake le había comprado, amaba mucho a ese hombre.

— ¿Cómo podría decirte que no? — se aferro al cuello caderas de Sunghoon, enredando sus brazos y piernas en estas.

— Vamos, espérame aquí, te traeré tu pijama tu pijama rosa — besó nuevamente su esponjosa mejilla y se separó de sus brazos para traer las prendas dichas, era una pijama rosa durazno con helados estampados, era calentita y cómoda.

Volvió colocando las prendas a un lado, desabotonó la pijama de Jake para sacársela, pero no pudo evitar hacerle cosquillas en su fina cintura y en su tierna pancita.

Jake no tenía six pac, no, era muy flojo como para hacer ejercicio, tenía una pequeña pancita la cual Sunghoon amaba con todo su corazón, era suavesita y blandita, amaba acostarse ahí y hacerle cosquillas.

Le colocó la pijama que acababa de traer, parte superior e inferior, le gustaba vestirlo, aunque él mismo no vestía ropas de colores pasteles y suaves como Jake lo hacía, amaba que su novio vistiera de esa manera, era una de las muchas cosas que amaba completamente de Jake.

— Te traeré un mate, espérame — beso si frente yendo hacia la cocina, dejando a un satisfecho Jake por el servicio, Sunghoon no podía enojarse con Jake por no haberse cuidado, no podía enojarse con él por ninguna razón.

Jake quería estar enojado con Sunghoon, pero no podía, esos ojos y esa sonrisa que únicamente eran dedicadas a él, lo atrapaban y abrazaban.

Sí, eran muy diferentes, demasiado... y eso era lo perfecto, eran tan diferentes que completaban a la perfección, cada parte de ellos encajaban con la del otro, como si hubieran estado hechos para estar el uno con el otro.

Sus labios encajaban tan bien, la pequeña mano de Jake encajaba perfectamente al estar entrelazada con la de Sunghoon, la cual era notablemente más grande, su cuerpo cabía a la perfección en los brazos del más alto y sus piernas se entrelazaban con tal facilidad y flexibilidad para todo tipo de ocasiones.

8 minutos pasaron hasta que Sunghoon volvió con un mate caliente de manzanilla, un tazón de agua con un trapito y un pudín para consentir a Jake.

— ¡Pudín! — levantó sus manos esperando el delicioso pudín que Sunghoon traía.

— Primero tomarás el mate con medicina — dejó el pudín lejos de Jake, acercándose a él junto con la taza de manzanilla.

— Pero no me gusta esa medicina — era propóleo, odiaba el simple olor, lo odiaba.

— Será esto o llamaré a un médico para que te de inyecciónes, elige — sabía que Jake le aterraban las agujas, así que prefería tomar un mate con medicina fea.

— Pero- — pataleó un poco — Ahs... dame ese mate.

Se tapó la nariz y empezó a tomar aquella medicina.

— Jake

— ¿Si?

— ¿puedo besarte?

— Honnie, estoy enfermo

— Tomaré el riesgo.

✎ COLD ¦ Jakehoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora