¿Seré Un Buen Esposo?

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Naruto daba vueltas sin parar en su cama, estaba tan nervioso que el sueño era algo desconocido para él.

Después de veinte minutos de alternar diferentes posiciones para conciliar el sueño, se sentó de golpe y miro el reloj que estaba en la mesita de al lado de su cama.

-¿Apenas son las dos? Ahhh que fastidio…- Se quejo al pensar que el tiempo transcurría demasiado lento.

-¿Qué es ser un esposo?- Susurro mientras veía por la ventana.

La luna era tan bella como ese día en donde rescato a Hinata, y en el cual se dieron su primer beso; el satélite natural parecía que solo se mostraba para él, pero entre más se perdía en su hipnotizante belleza, la duda crecía exponencialmente en su corazón.

- ¿Podre serlo? Ahh debo preguntarle a alguien… pero no se a quien…- Se dijo a si mismo pensando a cuál de sus amigos o conocidos pedirles consejo.

Naruto solo pensó en los padres de sus amigos... pero ¿Sería capaz de hacerlo?

-No… no puedo ¿Cómo se los pediría? Yo… ¡ahhh!- Grito al mismo tiempo en que se revolvía el cabello.

El rubio sentía no tener la suficiente valentía para poder hacerlo, ahora todo el mundo lo veía como un héroe, como un ninja excepcional ¿Cómo pedir ayuda por algo tan complicado como ser un esposo?

-Nunca tuve una familia… jamás supe como un padre trata a sus hijos… yo… ¿Cómo hacerlo sino sé cómo se hace?- Se dijo entrando en un estado de depresión.

Naruto estaba teniendo un episodio de angustia, lo cual lo hacía solo sentirse demasiado inseguro consigo mismo.

-Hinata se merece a un buen marido… yo sé que no tengo experiencia en cuestiones familiares pero… yo en verdad la amo… pero ¿En verdad la amo? ¡Soy idiota! ¡Claro que la amo! ¡aaahh! ¿Por qué pienso estupideces? ¡Naruto idiota deja de pensar en tonterías!- Se regaño así mismo pensando en la sonrisa de la Hyuga.

El rubio volvió a mirar el reloj y para su sorpresa no habían pasado ni diez minutos.

-Rayos… no podre dormir… pero ¿Qué hago? ¿Ir a entrenar? ¿Ir a inspeccionar la casa? ¿Leer algunos de los pergaminos de papá?... ¡Eso! Tal vez me distraiga un poco… pero… ¡Aaaaaaaaaaaah! ¡Basta! ¡Tengo que olvidarme de esto!- Grito mientras buscaba su camiseta.

Esa noche, el clima en Konoha era bastante cálido, tanto que las personas tenían que dormir con pijamas pequeñas o en el caso de los varones solo con un short.

Vaya que el rubio había crecido, ahora era todo un hombre: músculos marcados, cuello fuerte y un tanto musculoso, brazos torneados, y, debido a su profesión tenía una que otra cicatriz a penas visibles en el brazo derecho, mientras que en el izquierdo aun traía la venda que le ayudaba a tener mejor movilidad; Naruto se había convertido en un adulto bastante guapo y atractivo, pero lo que más deslumbraba de él era esa tranquila y pacífica aura que despedía en su mirada y en su sonrisa, las cuales por obvias razones habían hipnotizado a casi todas las jovencitas Kunoichis y un buena porción de chicas civiles de la aldea.

-Odio el calor…- Se quejo mientras se limpiaba el sudor del torso.

Cualquier mujer al ver esa imagen tendría por seguro de tener una hemorragia nasal.

El manual del buen esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora