Y en la fuente...

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En este capítulo Carolina seguía en el lugar donde encontró la fuente, sentía que esa noche iba a ser muy reveladora así que solo quería la compañía de Cristal. Se consternó de que alguien había estado en ese lugar momentos atrás con tal apuro que habían desprendido algunas baldosas y movido un poco la tierra.

         Gracias a Cristal, quien estaba husmeando entrela pila de baldosas, Carolina pudo ver que habían pisadas masculinas, podrían tener no mas de dos días y eso la ponía algo nerviosa. Siguiendo aquellas huellas casi cae en un pozo, pozo que tenía por relleno escombros. Allí descubrió que había un orificio por el cual una persona podía cruzar tranquilamente, eso paralizó a Carolina quien quería correr a la casa y no podía. Por otro lado la valentía de Cristal la trajo de nuevo al planeta mientras ella escarbaba el montículo de tierra que habían descubierto minutos atrás.

          En la casa, Natalia se había quedado dormida viendo la tele y Jimena estaba entre libros, por un momento se preguntó a si misma por Carolina pero decidió que ya no se preocuparía por ella, de seguro estaba investigando cosas en la planta alta o hurgando en algún cajón. De todos modos le extrañaba tanto silencio.

          Mientras Cristal cababa sin cesar Carolinase acercó y pudo ver que sobresalía de la tierra un caño oxidado, supuso que era de la fuente. Con la luz de la linterna siguió el recorrido para intentar adivinar por dónde seguía su curso hasta que se topó con algo brillante, así que tomó la pala y con mucho entusiasmo se unió a su siberiana. Luego de descansar un segundo y con mucho esfuerzo de alcanzar el objeto brillante del pozo se sentó junto a Cristal para limpiar aquello que resultó ser un bellísimo brazalete de oro que, a ambos lados de la piedra central, se iba desgranando en piedras cada vez más pequeñas, apretadas, simétricas y tan luminosas como la piedra principal.

          El hallazgo le paralizó el corazón, tenía aquella joya en sus dedos y el sonido que hizo al abrochárselo en su muñeca se le hizo muy familiar. Comenzó a llorar recordando aquella última carta de Julián y mirando por un instante a la ventana de la habitación de la tía Hache le pareció ver una ráfaga que movía un velo transparente.

          Una vez salida de su transe corrió hacia la casa a contarle todo a sus hermanas. Jimena estaba preocupada por el agujero en la pared y las pisadas pero a Carolina se le juntaba todo de la emoción y se le hacía bastante difícil poder contar todo con tranquilidad y claridad.

Heredera de un secretoWhere stories live. Discover now