Capítulo 3

17 5 0
                                    

—Preciosa —la llamó Mark por detrás. La tomó por el codo mientras ella acercaba la copa a sus labios pintados en un rojo rabioso; dio un sorbo y le sonrió—. ¿Te has quedado sola?

—No sé dónde se ha metido tu primo —refunfuñó Morrigan.

—Mejor, así puedo presentarte a alguien. —Aún con la mano en su codo, la condujo al otro lado del salón, y ella quiso clavar los pies en el suelo al ver hacia quién la acercaba.

Cuando aquellos ojos color gris claro como un día nublado la contemplaron, un escalofrío le recorrió la columna. Mark la miró con el ceño fruncido al detenerse delante de Gabe, suponía que se había percatado de lo tensa que se había puesto o la mirada helada a la que eran sometidos.

—Eh, Mor, quería presentarte a Gabriel McDougall, el dueño de Chocolatería McDougall. —Mor sabía que Mark esperaba algún tipo de respuesta, sin embargo, ella permaneció en silencio, bebiendo de su copa con impasibilidad—. Gabe, te presento a Morrigan Forrester, la persona que se hizo cargo de la decoración de nuestra agencia. —Volvió a esperar que entre ellos hubiera algún intercambio, pero tanto Gabe como ella guardaron silencio y era evidente la incomodidad de Mark—. ¿Acaso se conocen?

—Sí, nos conocemos —fue, finalmente, el comentario de Gabe.

Sí, se conocían. Ella aún recordaba las palabras hirientes que él le había regalado un tiempo atrás. Era un hombre que tenía un tempano de hielo por corazón y se notaba en su mirada congelada.

—Ella sería perfecta para lograr el cambio que te sugería en tu despacho. No solo basta con lo que hemos hecho en la imagen publicitaria, debes modificar la fachada que das a tus clientes en la propia casa.

Mark giró el rostro de uno al otro y la crispación que comenzaba a invadirlo se hizo notoria.

—Yo puedo hacer más amigable para el cliente el ambiente, dar una refrescada al área de recibimiento y reunión, pero ¿qué hacemos con el carácter del presidente? —desafió Morrigan sin apartar la vista de aquella gélida.

La sonrisa sardónica que iluminó el rostro de Gabe le quitó el aliento. Mor no podía negar que, a pesar de ser un hombre terriblemente irritante, era muy atractivo con aquel cabello negro un poco ondulado, los rasgos marcados y esos ojos... Eran particulares, tan suaves y agudos a la vez.

—Es muy difícil reformar la personalidad, tú debes saberlo mejor que yo —escupió Gabe, y el aire se tensó entre ellos.

Morrigan presionó el agarre en su copa y Mark contempló a su amigo con una irritación que no se molestó en ocultar.

—Va a ser mejor que tengas cuidado con tus palabras, Gabe —advirtió Mark—. Estás hablando de una persona que es muy apreciada para mí.

Gabe conectó los ojos con los verdosos de Mark y lo contempló por unos cuantos segundos antes de posar la vista en ella. Fue como si Mor escuchara sus pensamientos y temió lo que él fuera a decir a continuación.

—Mark, ¿nos dejas solos por un segundo? —preguntó Mor tan de súbito que Mark pareció desorientado. Sin embargo, se encogió de hombros y se encaminó hacia Key, quien charlaba vivamente con Fred y Charlie.

Gabe se acercó tanto a Mor que un estremecimiento la recorrió al sentir la calidez de su respiración en su mejilla. Esos dos témpanos clavados en su mirada la hicieron tambalear.

—No busques una discusión con Mark —lo previno Mor—, es buen amigo de ambos y no es necesario que lo pongas en tu contra. Sabes que estabas a punto de insultarnos.

Gabe dibujó una sonrisa de medio lado un tanto lobuna.

—Solo quería preguntarle si te había probado como el resto de tus clientes.

Despertar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora