Capítulo 2

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—¿Nos disculpas un segundo, Mor? —Ante el asentimiento de la mujer, Mark tomó a Brian por el brazo y lo condujo a un extremo de la habitación—. Brian, a nadie le pasa desapercibido el intercambio de miradas.

—No sé a qué te refieres.

Se observaron por unos instantes en intenso silencio.

—Solo voy a mencionarlo una vez —continuó Mark—. No dejes pasar la oportunidad de ser feliz.

—No creo que seas el mejor ejemplo, ¿no crees? ¿Cuánto tardaste en darte cuenta de tus sentimientos por Keyla? ¿Seis años?

—Por eso mismo te doy ese consejo. —Mark sacudió la cabeza y le apretó un hombro—. No quiero que te suceda igual y que pases años con la felicidad frente a tus ojos.

—De todas formas, no es el caso —lo cortó Brian, tajante.

—Si tú lo dices...

Sin agregar nada más, Brian regresó junto a Morrigan y trató de interesarse en su conversación, sin lograrlo por completo.

—Entonces, pensaba asistir a este evento que realiza un antiguo cliente. Es dentro de dos semanas y la vestimenta debe ser de gala. ¿Me acompañas?

Brian estaba perdido, con la mirada fija en Nick y Andy, en como este último se le acercaba y reía a algo que le había comentado el pelilargo. Se escapaba de su intelecto por qué le importaba la cercanía que existía entre ellos. Como le había dicho a Mark, no era el caso, no tenía la felicidad frente a sus ojos. Sino a un hombre que lo encendía y no comprendía la causa.

—¿Brian?

—Perdona, ¿qué? —Parpadeó un par de veces y se centró en su amiga.

—Estás ido, cariño. Te preguntaba si me acompañarías al evento.

La contempló por unos segundos sin comprender a qué se refería, hasta que algún retazo de la conversación volvió a él. Alguna clase de gala a la que ella quería asistir.

—Claro, Mor. Cuenta conmigo.

—Gracias, por algo es que realmente me gustas. —Mor le paso un brazo por el cuello y le posó los labios en la mejilla en un pequeño beso.

—Es lo que hacen los amigos.

Y eso eran: amigos. Ella, podría decirse, era la única amiga con la que contaba. Sin tener en consideración a Mark, que era su primo. Pero con Morrigan compartía una clase de entendimiento y compañerismo como no lo hacía con ninguna otra persona. Claro que no era eso lo único, también compartían las sábanas de vez en cuando. En la cama también tenían una compatibilidad muy particular en la que conocían lo que a cada uno le gustaba y lo pasaban de maravilla a sabiendas de que no existía el menor riesgo de que su relación pasase a otro nivel. Simplemente, disfrutaban de una gran amistad.

Una risa llamó su atención al otro lado de la sala de nuevo y vio a Nick riendo junto a Andy y Sam. Cerró una mano en un puño y sus uñas cortadas al ras se clavaron en su palma. Odiaba que Nick no pudiera pasarle desapercibido. Hacía tiempo que no lo veía, había puesto todo su esfuerzo en no cruzárselo en ningún momento, tanto en la agencia de Mark como no asistiendo a las diversas salidas a la que lo invitaba su primo.

No obstante, no podía no aceptar la invitación a la inauguración de la casa de Alex. No era que fueran muy buenos amigos, pero lo había ayudado cuando Sam había tenido un altercado con su exmarido y, desde entonces, su relación con Alex se había acentuado.

La última vez que se lo había cruzado había sido aquel día, al haber regresado de su escape a Los Ángeles, a la casa de su hermana. Caminaba por el corredor del departamento creativo de Hayworth Enterprises en búsqueda de su primo cuando, de la nada, apareció Nick. El intercambio había sido breve, tan solo unas escasas palabras llenas de tensión.

Despertar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora