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JiMin corría por las calles, con uno o dos minutos de retraso a comparación del hombre, de seudónimo "caimán", quien se acercaba a un chico pálido con lentitud

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JiMin corría por las calles, con uno o dos minutos de retraso a comparación del hombre, de seudónimo "caimán", quien se acercaba a un chico pálido con lentitud.

Min YoonGi se encontraba saliendo de una cafetería en la cuidad de Seúl; había ido a pasar su tarde ahí, pensando y extrañando a Park JiMin, el chico al que tanto amaba.

Se le veía melancólico y hasta la mesera —que lo conocía por la cantidad de veces que lo había visto ahí— se dio cuenta. Le preguntó acerca de su estado emocional y Min sólo contestó que estaba bien. Después de todo, era mucho más fácil decir eso a pensar en miles de excusas que no servirían de nada.

Finalmente había salido, con el sol ocultándose frente a él y un vaso grande de café americano en su mano. Suspiró pesado y decidió que quería volver a su casa lo antes posible. Ahí también podía extrañar a JiMin.

Park jamás había corrido a esa velocidad en su vida, mucho menos cuando no sabía a dónde ir. Sólo corría con la esperanza de que, de alguna manera u otra, encontraría a YoonGi e iba a poder protegerlo de aquel individuo desconocido.

El sol se ocultó y, junto con él, las esperanzas que tenía JiMin de encontrar a YoonGi vivo. Sabía que SeokJin nunca se había andado con rodeos ni juegos, tampoco contrataba gente inexperta para hacer el trabajo sucio. Algo tenía seguro: si no encontraba a YoonGi en los próximos minutos, no lo iba a encontrar nunca. Al menos no con vida.

NamJoon también corría con velocidad, divisando a lo lejos una cabellera rubia, que se movía con el viento que anunciaba la noche. Estaba tratando de alcanzar a JiMin, pero sabía que, sobre todo con su nueva —para nada buena— condición física, iba a ser mucho más difícil que antes.

Min YoonGi seguía caminando por las calles, despreocupado de sí mismo, pero casi enfermo de frustración por el bienestar de JiMin; en realidad lo amaba con locura.

No sabía en lo que Park estaba metido, y tampoco quería saber mucho. Él era una persona tranquila, un ciudadano común y corriente, crecido en el lecho de una familia estable y receptor de una gran educación.

No se arrepentía de haber conocido a JiMin, tampoco de haberle hablado, y mucho menos de haberle dicho, finalmente, que lo amaba.

Incluso cuando ese hombre lo acorraló en ese callejón sucio y oscuro, no se arrepintió de haberle entregado su vida entera y su amor a JiMin.

Cerró sus ojos y el vaso de café americano cayó al suelo; todo por el idiota de Valentín.

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Vαlεитιи'ѕ ƒαυlт ♡ ᴾᴶᴹ ⁺ ᴹᵞᴳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora