Había corrido por casi media hora desde la oficina de SeokJin hasta su apartamento. Subió las escaleras —que parecían interminables—, hasta el penúltimo piso, que era en dónde él vivía ocasionalmente.
Recuperó su aliento en un minuto cuando terminó de subir todos los escalones, y es que su condición física era demasiado buena, debía correr casi todo el tiempo; sin embargo, en esa ocasión en especial, deseó no haber omitido el elevador por la prisa que le iba pisando los talones.
En ese momento no podía pensar en nada más que no fuera el apuntador de un rifle posicionado en la cabeza de aquel chico de mejillas regordetas y ojos felinos. Por lo tanto, con delgadas gotas de sudor bajando por su frente y la vista borrosa, abrió la puerta de su apartamento de golpe.
Talló sus ojos con su muñeca y su vista inmediatamente fue atacada por el color rojo que invadía su sala de estar —que era más bien blanca con detalles grises—.
Pudo observar un par de globos rojos con forma de corazón flotando en la habitación. Unas cajas envueltas en papel de regalo rosa sobre su caro sillón. Adornos de corazones rosas y rojos dándole color a su cortina de color gris.
Su boca se entreabrió y no pudo evitar pasear sus ojos por aquel lugar; nunca le pasó por la cabeza que, con la decoración adecuada, podría llegar a verse incluso bonito. Observó todo con detenimiento hasta que divisó a un chico alto y delgado; pálido como ningún otro, lo que lo ayudaba a resaltar sus mejillas rojas y su amplia sonrisa.
Ese curioso chico lo miraba con asombro y un poco de culpa en esos felinos ojos; se estaba comiendo unos chocolates, provenientes de una caja junto a él, sentado sobre el sillón.
—¡No! —exclamó el pálido con los ojos del rubio sobre él—. No, no, no. Se supone que volverías en quince minutos más...
El pálido que vestía un suéter blanco que le quedaba grande y daba la sensación de que era mucho más delgado, se levantó del sillón y sacudió sus manos, con restos de chocolate en ellas. Se acercó al rubio con un pequeño mohín.
—Arruiné la sorpresa, ¿verdad? —preguntó mirando hacia abajo, Park aún no podía decir nada, simplemente estaba observando al chico que, desde hace tiempo, lo volvía loco—. ¡Ya sé!
Los ojitos de YoonGi se iluminaron y este pelinegro se vió mucho más hermoso a los ojos del criminal—. Date la vuelta un momento.
JiMin, con desconfianza y presente miedo, se dio la vuelta y escuchó al otro correr por el departamento, esperó unos segundos hasta que escuchó de nuevo esa voz—. Ya puedes voltear.
Agradecía en lo más profundo de su ser que SeokJin no hubiera dado la orden aún, así que se dio la vuelta y pudo observar un enorme ramo de rosas rojas en los brazos de Min.
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Vαlεитιи'ѕ ƒαυlт ♡ ᴾᴶᴹ ⁺ ᴹᵞᴳ
Hayran KurguEl punto débil de cualquier persona, es el que los va a obligar a hacer cosas de las cuales se sentían incapaces. Park JiMin, uno de los criminales más peligroso de Corea, tenía un punto débil. Y esa persona era un chico de hermosa sonrisa y pareci...