Mamá estaba hermosa esa tarde de primavera, con su vestido verde olivo y su vientre abultado. Esa tarde papá llegó temprano del trabajo y mamá me puso guapo, con un pantaloncillo de tirantes y una corbatilla en el cuello. Pensé que iríamos a una fiesta, pero como era de costumbre, no pregunté nada, mamá ya andaba con muchas prisas como para yo adjuntarle un peso más.
—Estás hermoso, mi niño. —Dijo al verme cuando ya íbamos saliendo de la casa. Yo sólo le sonreí un poco apenado.
Ese día estaba bastante caluroso y pensé que iríamos en auto, pero mi sorpresa fue grande cuando mamá me tomó de la mano y caminamos unas casas cerca de la nuestra.
¿Íbamos con algún vecino?, nuestro vecindario era muy pequeño y aun así había varias casas desocupadas, el resto de los habitantes eran personas mayores o familiares nuestros. Pero justo llegamos a una de las casas que días antes habían estado en venta.
Le dirigí una mirada dudosa a mamá, pero ella sólo me sonrió y tocó el timbre de la puerta. Sorpresa la mía cuando fue abierta por una persona que por mi vida ya había pasado pero mi atención no había tenido por completo. ¿Quién era?, ¿dónde la había visto?
Mamá y esa mujer se abrazaron, papá saludó al entrar y fue entonces cuando lo supe.
—¡Deidara, baja ya!
Claro. Era su madre y él bajó corriendo a su llamado, casi tan rápido como yo lo hice al buscar sus ojos azules. Mis piernas temblaron y mis manos comenzaron a sudar, en ese momento mamá bajó hasta mi altura y me tomó de sorpresa cuando me miró a los ojos y me dijo:
—Hijo, sé valiente, tienes un gran corazón.
Deidara estaba ese día más energético que la primera vez que lo vi. Le incomodaba el traje que su mamá le había elegido y quería estar de un lado a otro mostrando los colores que salían de su persona tras esa sonrisa enorme. Recuerdo que me tomó con atrevimiento la mano y me jaló a la sala de estar, donde casi todos sus juguetes esperaban como si él estuviera ansioso por mostrármelos. Fue la sensación más bonita de todas sentir sus gorditos dedos entrelazados con los míos delgados, sentí mi cara caliente y agradecía que no volteara a verme porque sino no sabría explicar todo lo que sentí en ese momento.
—Jugaremos juntos, pero con una condición.
Y mi corazón latió más rápido en ese momento, ¿quería jugar conmigo?, ¿qué me pediría?, ¿sabría cumplir mi parte? Sólo asentí rápido y él se rio burlonamente de mi nerviosismo.
—Quiero que hables, mínimo que me digas tu nombre.
—Mi nombre es Itachi Uchiha. —Dije casi en automático y lo más bajito posible, en el mismo instante me arrepentí. Pero en mi mente sólo estaba la cuestión de "¿qué me pasa?".
—¿Cómo?, no te escuché.
—Que mi nombre es Itachi Uchiha. —Respondí de nuevo con un tono de voz bastante alto, del cual también me arrepentí al instante. Nada me estaba saliendo bien, ni siquiera una sonrisa. Los nervios me estaban matando por dentro y por fuera, pues como señal de esto comencé a pellizcar mis dedos de una mano con los de la otra. —Perdón.
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Esos ojos tuyos.
Romance¿Cómo nacen las historias de amor?, ¿cómo aferrarte a las simples cosas cuando todo tu mundo se está viniendo abajo? ¿Qué pasa con tu vida cuando encuentras al amor de tu vida y a la vez vas conociendo el final de ésta? ¿Cómo despedirte? Los person...