13 | SITUACIÓN

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[Camisa]

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[Camisa]

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Los fines de semana eran los mejores, si estabas con Sebastian.

Poder ver una película juntos en el sofá, reírse de escenas graciosas o...ignorarla y besuquearse.

Justo como lo hacían en ese momento.

— Amor... — jadeaste entre sus besos.

— ¿Qué sucede? — se separó brevemente de tus labios para mirarte — ¿No te gusta?

— No es eso, ¿cómo no me va a gustar? — lo miraste indignada — Solo necesito ponerme ropa más cómoda, vuelvo enseguida.

Te levantas del sofá y corres rapidito a la habitación que compartían. Procedes a buscar en el armario algo simple, cuando sin querer dejas caer una camisa. Compruebas que no es tuya, es de Sebastian.

Tiene su perfume.

Sonríes, no lo piensas dos veces y te la colocas rápidamente. La verdad es que te quedaba bastante grande, y como hacía calor te quedaste con la camisa...solamente con la camisa.

Si me quedo así...mejor le rezo a diosito.

Vuelves al salón dónde encuentras ropa tirada alrededor del sofá. Miras a Sebastian y te encuentras con una escena digna de exponer en un museo.

Tus ojos se dirigen hacía la única prenda que cubre su cuerpo, los boxers. Abres y cierras la boca, sin saber muy bien que decir.

— ¿Te encuentras bien? — dice tu novio, admirando el efecto que causa en ti.

— No...digo sí — sacudes un poco la cabeza, alejando todo pensamiento impuro.

Cuando te acercas al sofá, recién capta lo que llevas puesto. Observas como sus pupilas se dilatan y comienza a respirar y exhalar profundamente.

— Antojar es lo único que sabes hacer — te dijo en un tono dramático, claramente sobreactuando — Estás usando mi camisa.

— ¿De qué hablas? — lo miraste con ojos inocentes.

Te señaló con dedo acusador, acción que hizo que estallaras de la risa.

— La pregunta es, ¿que haces tú en boxers? — mencionas con una sonrisa coqueta.

— Oh, ya sabes, me dio calor. Creo que tu también tienes calor. — mientras hablaba sus ojos recorrían tu figura — ¿Llevas algo debajo?

Trató de levantar apenas la prenda que vestías, pero le golpeaste suavemente la mano, evitando que siguiera. En silencio te sientas en sus piernas desnudas.

— Ana... — suspira, colocando sus manos en tu cintura — Esto es provocación, que te vistas así y vengas y pongas tus pechos en mi cara.

Y no mentía, como toda una traviesa, abrazaste a Sebastian, de manera en que su rostro se hundió en tu pecho.

— Lo siento — ríes y lo miras — Fue inevitable no ponerme tu ropa, tiene tu perfume y...es tuya, por eso.

Sebastian sonríe con dulzura, tu explicación acompañada de un puchero lo volvió loco.

— Por favor, usalas más seguido. — susurró, acercándose a tus labios, para juntarlos con los suyos.

— Como usted quiera, Daddy — esa fue la gota que derramó el vaso.

En menos de tres segundos ya te encontrabas debajo suyo, gritaste por su repentino movimiento, haciendo que ambos rían divertidos.

— De esta no te salvas. — susurró en tu oído, para proseguir con su trabajo.





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Sebastian Stan | Datos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora