Las flores del jazmín. Cap 5.

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El sol de la mañana, que se filtraba por entre los resquicios de la ventana, dio de lleno en los ojos de Matt. El bip característico de su reloj de muñeca, ubicado a su lado en la mesita de luz, le informó el cambio de hora. Movió un poco el brazo, y tomándolo, vio los números que rezaban en la pantalla.

Daban las siete en punto. Se desperezo otro poco más, para acto seguido, removerse entre las sábanas, buscando a su objetivo. A quien no encontró, pero si escuchó, más allá, en la cocina seguramente.

Sus pies se arrastraron por el corto tramo que daba al baño, y en el espejo, pudo reconocer el lío, que presentaba su cabello. Luego de lavarse, y ordenar un poco su imagen, cierta sonrisa se coló en su gesto, al recordar la noche anterior.

De pronto, ciertos recuerdos se vieron interrumpidos por el canto de una persona. Al salir del baño, y acercarse hacia el área en cuestión, de la cual provenía la melodía, acompañada de una cierta canción que él ya conocía, proveniente de una pequeña radio ubicada sobre la pequeña mesada de mármol gris, lo vio.

La espalda trabajada, de cintura perfectamente pequeña, y figura esbelta, se divisaban a la perfección, con el pantalón negro, y la camisa blanca, que le conferían un aspecto totalmente profesional. Ya lo había visto, encapotado con su ropa del trabajo, pero para Matthew, todo era diferente. Ya que ahora, podría tocar libremente, y apetecer a su antojo.

Acortó la poca distancia que los separaba, para abrazarse a su cuerpo. El perfume característico, dulce y con pequeñas gotas de cítrico, le llegó. Pero ya no eran los jazmines, era todo James.

-Ey, despertaste, mmm y te duchaste.

Matt rodeó su cintura con sus manos, y en cambio, las del contrario acariciaron las suyas. El más alto, apoyo su rostro en el espacio libre, que quedaba entre su cuello y hombro derecho.

James lo observaba de reojo, mientras se encargaba de terminar de preparar el desayuno. La calidez del muchacho tras su espalda, le provocaba cosquillas, y un calor que le inundaba el pecho. Lo sofocaba continuar pensando, lo peor. Le dolía sentir muy por dentro, que aquella felicidad, iba a ser pasajera.

Intentando cambiar el dolor interno, que arrastraba secretamente, y que intentaba nublarle la alegría que su rostro presentaba, al sentir a Matthew y todo lo que le provocaba, detrás de él lucho por distraerse, y de terminar de preparar las tostadas francesas, que sabía cuánto le gustaban al ojiverde, se volteó. Quedando frente a frente. Lo miró, y con su cabello húmedo, cayendo sobre su frente, más los pantalones abiertos, y la falta de camiseta, parecía salido de un catálogo de ropa interior masculina. Reprimió todas las ganas que surgieron dentro de él, de arrastrarlo a la cama nuevamente.

Matt por otra parte, no se contenía para nada, sus manos, bajaron hacia sus nalgas, y recrearon movimientos lentos, mientras apoyaba su cabeza, sobre el hombro izquierdo del muchacho. La voz de James resonó en sus oídos.

-Buenos días dormilón.

Las manos del policía, se aferraban a su espalda, mientras miraba de reojo, que sus tostadas no se quemasen.

-Buenos días James.

-Mmm es momento de desayunar soldado.

El cuerpo de Matthew, se presionó sobre el suyo, arrimándolo aún más, contra la superficie fría del mármol. Conocía sus intenciones, y la forma en que acabarían aquellos mimos. Varios suspiros, arrastrados en su garganta, comenzaban a volverse gemidos suaves, cuando los labios del muchacho, se arrastraban por su cuello y oreja, iniciando un ritmo acompasado.

-Hngh...ahh hay que comer algo Matt.

-Sí, y yo quiero volver a comerte a ti.

-Pero se hace tarde, y tú comienzas tu entrenamiento a las siete y media, me pediste que te lo recordara cariño, por eso me levanté antes.

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