Las flores del jazmín.

Las flores del jazmín. Cap 7

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Algunos años atrás...

Pum! Pum! Pum!
Los golpes resonaban entre las paredes del departamento, mientras afuera, la noche se articulaba en medio de las luces de la ciudad, y el canto de los grillos.

James observaba por la ventana, mientras sostenía entre sus brazos, aquel libro de cuentos, que su maestra de cuarto grado, le había prestado. La voz interna, que le susurraba las aventuras de aquel pirata loco, que tanto lo hacía reír con sus hazañas, acallaban todos los demás que lo rodeaban.

Los ruidos provenientes de la habitación de al lado, eran algo a lo que un niño jamás debía de acostumbrarse, era lo que solía decir también su maestra, cuando en el salón, alguien golpeaba algo contra los bancos o jugaban gritando en voz alta. Pero no era así con él.

Los oídos del pequeño James, que continuaba soñando despierto, con un enorme barco que venía a buscarlo y lo llevaba a tener aventuras, se volvían sordos, o al menos, todo lo que podían, cuando su padre llegaba a casa, o su madre insistía con encerrarlo en su habitación.

-Estas cuatro paredes son tu refugio? Oíste James?

-Si mami, pero-

-Nada de peros Jamey, hazle caso a mamá.

-Pero si yo me quedo en el refugio, que hay de mami, por qué no te quedas conmigo?

Los ojos de aquella mujer, eran los más preciosos que él conocía, ni siquiera los de su maestra los igualaban, porque en ellos, el muchacho creía ver estrellas titilantes, que descendían hacia aquel par de iris, que siempre lo miraban y parecían sonreírle.

Desde su cumpleaños número seis, algo en su hogar y entre sus padres había cambiado. Billy, su papá, se había transformado en una máquina de golpear, lo que sea que se interpusiera en su camino.

Luego de que el doctor, le anunciara que sufría una enfermedad llamada cardiopatía congénita, y que en su trabajo, en el cual cumpliría casi veinte años como operario, en la empresa metalúrgica, que él mismo, había visto nacer desde sus comienzos, decidieran despedirlo, por unos simples malditos estudios, como los llamaba, su forma de ser, se había deformado totalmente.
Su sueldo, que era el único que siempre los había mantenido a flote, a él e inclusive a su amada madre, se iba esfumando poco a poco.
Los cuarenta y nueve años que cargaba, no ayudaron mucho a la hora de buscar empleos, y la trágica muerte de su progenitor, tiempo después, tampoco. Billy no había sido particularmente cariñoso con su padre, pero James había sabido ver, el orgullo que los ojos azules de su abuelo, solían de reflejar, cuando iba a visitarlos, o cuando ellos iban a su casa los fines de semana, a ver algún partido, comer o inclusive, a simplemente pasar el rato. En la casa de sus abuelos, James no era solo el mimado, por ser el único nieto varón, sino, que sabía bien, el amor que sus "nonos" como él los llamaba, le predicaban, por verlo muy parecido a su padre.

Memorias que ahora, se manchaban de negro, o del color amarillento, de las bebidas que Billy tomaba, y cuando el alcohol lo vencía, caían de su copa, manchando la alfombra de la sala. Mientras Alice limpiaba o lavaba ropa, James se había acostumbrado a intentar hallarle diferentes formas a esas manchas, que parecían tomar diferentes tamaños, a medida que el tiempo pasaba.

Luego de lo sucedido a su papá, su madre por otra parte, se dedicó a intentar llevar todo, como siempre lo hacía, con amor y perseverancia, pero para su esposo, eso ya no era suficiente, y en ocasiones, aquella misma forma en que ella lo afrontaba, parecía recalcarle las malas palabras que le gritaba e inclusive, los modos en los que la miraba. Como si los dulces gestos que ella tenía con él, y la paciencia con que lo trataba, cuando llegaba tomado a casa, lo molestaran o irritaran.
La mujer dulce y amable, que James había sabido conocer, se transformó, en un ser totalmente apático. No sonreía, ni se esforzaba por mantener algún gesto en su rostro. Si su esposo no se encontraba a su lado, o presente en la misma habitación en donde ella estaba, eran menos las veces, en las que si quiera emitía alguna sonrisa u mueca.