•Rota•
-¿Cómo habías dicho que te llamabas?-La voz de una ahora joven adulta Moon salió perezosamente de sus labios mientras cubría su torso con las sábanas manchadas de sudor en las que descansaba. Había preguntado solo por el hecho de ser amable con la persona que se vestía rápidamente enfrente de ella.
-Eijiro.-El susurro firme se escapó de los labios del chico a la vez que admiraba la expresión exhausta que lo escudriñaba en la oscuridad.-Kazemaru Eijiro.
-Muy bien, Eijiro. Cierra de portazo cuando te vayas.- Y se encaminó al cuarto de baño que residía en aquella habitación. No hizo ningún movimiento al llegar al servicio, ni siquiera para quitarse las sábanas que ahora rodeaban su cuerpo, necesitaba escuchar cómo la puerta de su ático se cerraba con fuerza antes de dejar que sus sentimientos la carcomieran.
Una vez escuchó el fuerte estruendo de una puerta tras ser azotada contra su pestillo, Moon se permitió deslizarse, tras desprenderse de las sábanas, en el interior de su ducha. Abrió el grifo regulando velozmente la temperatura para que fuese lo suficiente caliente de quemar su piel, dejando que el agua marcara con besos abrasadores cada ápice de su cuerpo. Necesitaba quitarse la sensación de unas manos tocándole, de unos labios dejando rastros de saliva por su torso, de un aliento gritando su nombre en sus oídos.
¿Cuánto más iba a poder aguantar aquel sentimiento? ¿Cuántas personas más tenían que pasar por su cama para poder olvidarse de él? Hacía ya dos meses que Moon había aterrizado en la ciudad de Tokio, dos meses desde que, su ahora ex-prometido Baen, le había confesado que llevaba más de medio año enamorado y en una secreta relación con su mejor amigo. Baen no solo había roto el compromiso, sino que había roto los últimos trozos de corazón que Moon conservaba intactos. Llevaba dos meses en el país nipón y todavía no era capaz de coger un tren dirección Miyagi, tocar a la puerta de la casa en la que vivía su primo Daichi, y dejarse llevar por todas las emociones que la estaban torturando.
Su piel comenzó a tornarse de un color rojizo allí donde la tinta que la decoraba no se hacía ver. Sus manos empezaron el ritual que llevaba acabo cada vez que se acostaba con alguien; primero frotaría desesperadamente cada parte de su cuerpo con una esponja que luego se encargaría de tirar a la basura, rascaría con ímpetu allí donde los besos de otra persona se habían hecho presentes en el encuentro, para, por último, introducir sus dedos índice y corazón hasta lo más profundo de su garganta, expulsando todo el asco que sentía por ella misma. Después de aquello, enrollaría una toalla en su cuerpo para secarse meticulosamente.
Ella sabía que aquello era extremo, hasta para una persona tan deplorable como ella, sabía que esas medidas podían ser perfectamente sustituidas con algo menos brusco. Pero lo necesitaba, al menos por el momento necesitaba que fuera así. Terminó todo su espectáculo de limpieza para encaminarse a la cocina de aquel lugar al que llamaba casa desde hacía tan solo dos meses, preparó un bol instantáneo de ramen de curry, cogió una lata de refresco al azar de su nevera, y se dirigió a la mesa de centro que descansaba en el salón. Una vez allí, abrió una cajetilla de metal del tamaño de su palma de la mano, y sacó un tubo perfectamente enrollado, del que desprendía un fuerte aroma a marihuana.
No recordaba cuando había empezado a fumar aquella planta picada, pero si recordaba el por qué. Aquellos recuerdos de una Moon de dieciséis años, recién enamorada de la vida, de si misma y del chico que, por aquel entonces, creía que sería su amor eternamente. Una Moon feliz, alocada, sedienta de nuevas experiencias que le hicieran sentir un poco más de caos, un caos que de por sí ya la acompañaba. Una Moon exuberante de poder. Del poder que una adolescente cree que tiene, ese poder que sientes en la palma de tus manos, que escuchas cómo susurra que el mundo está a tus pies.
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La ley de Kobu
FanfictionEsta historia esta escrita después del time skip de la historia principal. Con esto quiero decir que los chicos no estarán en el instituto, sino que ya serán adultos y tendrán las vidas que hemos podido ver en el manga. Todos los derechos de los pe...