La ley de Kobu

TRES

•¿Empresaria?•

-Tsukishima, te dejo las llaves para que cierres al salir.-La voz del señor Shirou viajó por todo el museo hasta llegar a los oídos de Kei, quien le miraba por encima del marco de sus gafas siguiendo sus movimientos por el lugar.

Shirou le lanzó las llaves por el aire a Tsukishima, esperando que este las cogiera al vuelo, pero Kei llevaba días con la cabeza en otra parte, y las llaves simplemente se estamparon contra el suelo, llenando el lugar con un estrepitoso ruido. Los dos se miraron fijamente y después a la madeja de llaves que descansaba en el pavimento, Kei esbozó una sonrisa avergonzada y se agachó para recogerlas y después guardarlas en el bolsillo de su planchado pantalón.

Hacía un mes de aquella fatídica cena en la que había vuelto a ver a Moon, un mes en el que no sabía nada más de ella que las pocas cosas que Kageyama o Hinata podían contarle. Incluso Yamaguchi y Hitoka habían vuelto a encontrarse con ella durante ese mes, pero por motivos desconocidos para Kei, ella aún no se había dejado ver por nadie más de los presentes a aquella cena.

Durante ese mes, Akito había estado bastante nerviosa en presencia de Tsukki. Habían hablado sobre lo sucedido aquella noche, sobre como él se había sentido con toda la situación. Algo que le encantaba a Kei de Nakamura es que ella le brindaba la confianza plena de poder hablar las cosas sin ningún tipo de reproche o vergüenza, así que habían hablado largo y tendido sobre las emociones que Tsukishima estaba experimentando, y Akito había intentado entenderle con todas sus fuerzas.

-Tranquilo Kei, lo entiendo.-Le había dicho ella tras una de las muchas conversaciones en las que Moon era el centro de atención, cogiendo sus manos entre las de ella, brindándole seguridad.-No voy a separarme de ti, puedes contar con ello.

Aquel viernes solitario en el museo, Kei sintió que necesitaba salir corriendo de aquel lugar hacía su entrenamiento habitual. Quería con todas sus ganas cansarse física y mentalmente, llegar a casa y tras un merecido baño de agua caliente, meterse en la cama y dormir. Lo que no sabía es que sus compañeros de equipo le arrastrarían casi a la fuerza hasta el mismo oscuro bar de siempre, alegando que necesitaba salir y divertirse durante unas horas. 

Ese fin de semana Akito no estaría en la ciudad, ya que había vuelto a su pueblo para celebrar la fiesta de compromiso de una de sus mejores amigas, y Kei se sentía aliviado de poder pasar unos días en soledad. ¿Estaba mal alegrarse de estar unos días sin ver a Akito? Desde que se habían conocido no habían pasado ni un solo fin de semana sin verse, lo habían convertido en una rutina. Una rutina que a Kei le encantaba, pero ya no estaba tan seguro de querer pasar sus tres días libres con ella. Uno a lo mejor, pero los tres enteros, no.

-Podríamos ir después del bar a la discoteca esa que han abierto nueva.-Koganegawa dio la idea como si al día siguiente por la tarde no jugasen un partido amistoso contra el Penect Jaguars, algo que llevaba meses en el calendario deportivo de los chicos.

-Mañana jugamos, cabeza de corcho.-La voz calmada de Tsukki hizo reír a todos sus compañeros mientras se dirigían al local al que solían ir a beber y pasar el rato.-Suficiente con que estamos yendo a por unas cervezas.

-Vaya, tu humor sigue siendo una mierda, Tsukki.-Kanji rodeó los hombros de Kei, aún cuando sus bolsas deportivas les estaban impidiendo el acercamiento, y lo zarandeó de un lado a otro juguetonamente.-Por eso tenemos que salir de fiesta.

La cara contraída de Tsukishima hizo reír a todo su equipo, lo conocían lo suficiente como para saber que en cualquier momento le pegaría un puñetazo a Koganegawa en cualquier parte del cuerpo, y le soltaría alguno de sus comentarios sarcásticos. Pero en aquel momento, caminando por las tranquilas calles de la ciudad, Kei solo arrugó su entrecejo y se dejó llevar arrastrado por Kanji.