Spooky Kids

Solo Luna (segunda parte)

-Hmm, que linda estas.-susurran a mis espaldas y no es necesario darme la vuelta porque ya se quien es- Me excita esa pollerita, Luna.
-Frank, ¿Puedes dejar de ser tan asqueroso? No estoy de humor. -cierro mi casillero de un golpe robandome la atención de muchas personas.
-Oye, bájale a tus humos. -me mira los senos y relame sus labios. Cerdo.- Estuve pensando en que podriamos ir al club hoy a la noche.
-¡Es Lunes!
-¿Que importa? -pregunta como si no fuera la gran cosa.- Escápate de tu casa como has hecho ya varias veces.
-No lo se, ¿Porque no vas tu solo? -pregunto y muerdo mi labio.- Anda, no me enojaré.
-¡Joder, Luna! Ven conmigo. -golpea mi casillero.
Abro mis ojos al ver su cara enrojecida de la furia y sus brazos tensos.
-Vere que puedo hacer.
Me coje bruscamente del rostro y me besa salvajemente. Odio cuando hace eso.
-Esta bien.

Caminamos por el pasillo agarrados de la mano, finjiendo ser una pareja de jovenes adolescentes felices.
Miro a mi derecha y me encuentro con la acusadora mirada de Edgar, cruzado de brazos. Levanta una ceja y aparece esa sonrisa burlona. Lo fulmino con la mirada y él se ríe. Al lado suyo está Dan, hablando con una chica ¡Esperen, hablando con una chica! Ella es... Carla... Sí, la conozco. Compartimos una clase juntas. Observo como hablan amistosamente y como ella le sonríe coquetamente. Estúpida.
De un apreton, Frank busca mi mirada.
-¡Vaya, el fracasado de tu amigo al fin va a follar! -dice en mi oido.
-No lo creo, ella es muy santita ¿No crees?
-¿Santita? -pregunta y ríe a carcajadas- Todo el equipo se ha acostado con ella y he oido comentarios de que es una perra en la cama. Y es cierto porque...
Él cierra la boca.
-¿Por que...?
-Digo, no lo se, supongo que así debe ser ¿No? -levanto una ceja y él me sonríe inocentemente.
-Esta bien, admite que has estado con ella.
-Una vez pero no fue nada serio.
-De acuerdo.
No muy convencida, le acaricio la mejilla y luego le doy un beso.
Hace cuatro dias estamos peleados con Dan y no es nada lindo. Es como mi hermano, mi alma gemela, no puedo seguir si no estoy con él. No quiero decir que me voy a suicidar, pero es imposible ir a la escuela y no escuchar esa voz masculina diciendome "Hola Lu" o que me vaya a buscar a mi casa como si fuera una niña pequeña.
Lo extraño como nunca y es ahora cuando más lo necesito. Necesito sus abrazos llenos de amor, esas charlas que terminaban siempre en risas, o las pequeñas peleas de boxeo que teniamos en mi cama. Pero todo ha terminado, o eso creo. Luego de no contarme esa noticia, algo... sorprendente, no creo que nuestra amistad pueda continuar como antes. Es como si la confianza que habia se hubiera acabado, hubiera muerto.
Aun me sigo hablando con Edgar pero no es lo mismo. Él es como otro hermano para mi, pero no se compara a Dan. Dan era mi personita especial en todo el mundo.

He intentado seguir el consejo de Edgar de conseguir amigas, aunque no ha funcionado ya que con todas las chicas he tenido... malentendidos. Con la única que he podido hablar es con Sandra Peterson, la geniesito de ciencias.
-¿Estudiaste Luna? -me mira a traves de esas enormes gafas y ese pelo enrulado.
-No, y necesito tu ayuda. Pon tu hoja volteada así puedo leer las respuestas. -digo y colteo mi mirada al profesor que recien habia llegado.
-Pero, eso es prohibido. -dice inocentemente.- ¿Que pasaria si... si nos ven?
-Le diré que fue idea mia, no te preocupes.
Golpeo mis dedos sobre el escritorio. Necesito un cigarro ahora mismo.
Ultimamente he estado fumando para conseguir calmarme o algo. Es un vicio que cojí gracias a Frank y a sus amigos que siempre fuman, ya sea yerba o alguna otra cosa.
-Repartiré las hojas y mas le vale no copiarse. -observa a todos con una mirada acusadora- Hablo tambien por ti Luna.
Me sorprendo por el comentario pero luego sonrío.
-Profesor, yo he estudiado lo suficiente como para aprobar. No desconfíe.
Le regalo una sonrisa tan amigable como a todos mis profesores pero en él no funciona exactamente como planeaba.
El examen terminó tan rapido como empezó. Y estoy segura de haber aprobado.