El beso prohibido

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Hoy estaba volviendo a casa después de la quedada con Luca me puse los cascos y empecé a escuchar música, como estaba en mi mundo no me di cuenta y me metí por un callejón para atajar, no tenía miedo porque ya había ido por ahí mad veces pero no de noche, estaba muy oscuro y noté como una sombra estaba todo el rato detrás mía era un chico no muy mayor yo diría que de mi edad, lo tendría que conocer por este pueblo es muy pequeño y todos los chicos de mi edad van al mismo colegio por lo que no me preocupaba demasiado. Seguí caminando hasta que noté una mano fría tocar mi hombro me giré y vi a Lorenzo al principio me asusté pero luego me relaje al verle estaba un poco atacado y con cara de odio que le pasara estará agobiado o algo así
-Hola, Atenea- No me gusto nada esa voz era una voz sucia y provocativa asquerosa, me vino un flas de mi yo de pequeña cuando mis padres abusaban de mi y por un momento quise huir pero por otro lado pensé no tengo de qué preocuparme es Lorenzo le conozco, o eso creía
-Hola Lorenzo, ¿que haces por aquí?
-Estaba paseando
-Paseando por un callejón un poco raro no
-Deja de incitarme Atenea- se fue acercando un paso más y otro yo me puse nerviosa pero él al notarlo no se paró sino que acelero los pasos, mientras él mas pasos daba yo más pasos retrocedía hasta que hubo un momento que no pude retroceder más me choqué con la pared haciéndome daño en la espalda pero cuando me levanté y le miré a los ojos le dije
-QUE HACES SUÉLTAME, QUE TE CREES ADEMÁS YO NO TE ESTOY INCITANDO- lo grite lo más alto posible pero ha Lorenzo le pareció darle igual solo se agacho y estampo sus labios con los míos yo me intente apartar pero fue en vano porque me agarró de las muñecas y al cogerlas muñecas me clavó las uñas haciéndome sangre, fue un beso lleno de rencor y maldad, brusco, nada comparado con el de su hermano o el de su novia, en cuánto me soltó las muñecas pude ver como las tenía llenas de sangre y de uñas clavadas, le metí una bofetada y me intente escapar pero él me retuvo y se empezó a desabrochar el vaquero que llevaba yo al ver sus intenciones lo primero que hice fue morderle el brazo y después darle una patada para salir corriendo con lágrimas en los ojos, las muñecas doloridas y manos y labios llenos de sangre por las uñas y el mordisco brusco del final del beso.
Como le podría ver a la cara después de lo que hizo y peor no se lo podía contar ni a Luca ni a Bela no los quiero perder son mi salvación y no los pondría en juego ni ellos, ni a su amistad

El hilo rojo #1 El homicidio perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora