capitulo 3. El extraño Australiano.

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Cuando consiguió abrir un ojo, notó otros punzantes dolores en las cienes y en la nuca. Como si alguien la hubiera estado golpeando en la cabeza durante horas con un objeto contundente.
Los rayos del amanecer se filtraban por las rendijas de la persiana mal cerrada, iluminando toda la habitación con franjas de luz anaranjada.
A Luisa le costó por un instante reconocer el lugar en el que se encontraba. Hasta que sintió el conocido olor a coco y chocolate de la perfumina que usaba la madre de Joaquina y Emanuel para la ropa recién lavada.
Trató de incorporarse, pero el dolor de cabeza era abrumador y casi no la dejaba abrir los ojos.
No recordaba cómo había llegado hasta ese lugar. Lo último ocurrido que podía percibir en lo más oscuro de su cerebro era esa sensación de frio espeluznante y aterrador, luego el caos.

- Me quede vigilando, esperando que reacciones.

La voz provino del costado del sillón en el que había sido recostada. Se encontraba en el tan conocido living de los hermanos McDoughall. Luisa lo conocía a la perfección, ya que infinidad de veces Joa y ella habían hecho pijamadas aprovechando que la tele de ahí era más grande que la de las piezas (para ver películas) y que la heladera estaba a pocos metros.
Por un momento confundió a Juani con su padre. Sentado en una silla al lado de ella, tomándole la mano y mirándola con aire paternal.
Habló con calma. Demasiada teniendo en cuenta lo que había ocurrido.

- ¿Y Joa? ¿Qué pasó?

Hablar le resultó más doloroso incluso que intentar incorporarse.

- Joa está en la comisaría con su hermano y la mayoría de los chicos de la fiesta. - Hizo una pausa para tomar aire. Parecía muy preocupado. Quizás más de lo que Luisa lo había visto antes. - Lo que pasó ahí, Lui, fue terrible. Dado que te desmayaste capaz no te acuerdes. Un chico cayó del balcón. La baranda falló, se rompió. Tres personas murieron anoche y hay cuatro heridos.

Luisa no procesaba del todo bien la información que el muchacho le brindaba. Seguía demasiado conmocionada y vulnerable. Le temblaba cada centímetro del cuerpo y la sangre circulando lentamente le cosquilleaba dentro de la piel.
Ella habría podido evitar todo lo sucedido. Lo sabía. Por alguna extraña razón estaba segura que ella decidió que aquel chico muriera, en lugar de Juani. Como si "la visión" que tuvo antes de desmayarse le hubiera permitido decidir que aquel trágico accidente cayera sobre el desconocido e inocente muchacho, y no sobre el amor de su vida.
Una gota de sangre cayó de su nariz y se apresuró a limpiarla con la mano.

- Te sangra...

- Yo lo sabía - Se adelantó, hablando por encima de él, y notó un tinte desesperado en su voz rasposa. - Lo vi. Tuve como un recuerdo. O un sueño. Lo que sea. Aunque... no era el chico quien...

Luisa tosió e hizo una pausa. La garganta le raspaba como si se hubiera tragado el desierto del Sahara entero. Su voz se entrecortaba y hablar le ardía.
Llevo su mano y rodeo con los dedos su blanco y delicado cuello. Quiso aclararse la garganta pero nada hacía que se sienta mejor.
Entonces se vio como Juani la miraba con recelo. Por un momento la chica sintió miedo de él y de lo que estuviera pensando. También sentía que quizás había hablado demasiado y esperaba que la tos hubiera servido como distracción para cambiar de tema.
Percibía un brillo ambicioso en los ojos del joven.

- Éramos nosotros ¿no?- Sus ojos tomaron un brillo aún más intenso, diferente al habitual brillo que Luisa encontraba en ellos a causa de su enamoramiento. Esta vez el chico daba mucho miedo. Parecía desesperado y encantado a la vez. Algo oscuro brotaba de su rostro. Hasta le dio la impresión de que él intentaba con fuerza no sonreír. - Lui, es muy importante lo que viviste anoche... Tu... ¿cómo decirle? Experiencia. - Juani miro hacia los costados, como intentando encontrar a alguien, aunque era evidente que estaban solos. El chico se acercó hacia ella y bajo la voz un poco. Cualquiera expectativa de Luisa por cambiar de tema se fueron como agua por el inodoro. Al chico nunca se le escapaba nada. - Lui, creo que es el momento de que entiendas algo.

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