Thousand Years War: Cursed Flower

Flesh And Blood

Mientras la voluntad de Enkaku de seguir viviendo comenzó a desvanecerse como una vela encendida, el lirio negro no pudo evitar la sonrisa malvada que se formó en sus labios. Tanto esperó este momento, que ahora las cadenas que lo mantenían prisionero en el cuerpo del pecador desaparecerán y la libertad reposará sobre sus manos. Finalmente, un cuerpo propio, sin compartir más con otra alma.

Sin embargo, incluso si Enkaku hubiera desaparecido de toda la tierra. Actualmente, la flor negra es prisionero del clan Zenin y no puede utilizar su energía maldita, por lo que liberarse de esas cadenas podría resultar complicado. Ser utilizado como arma una vez más, eso era algo que la flor quería evitar a toda costa. La primera vez perdió la vista, pero fue porque decidió confiar en Michizane, lo peor que hizo en toda su vida. Gracias a él, la flor negra lo perdió todo, y eso lo llevó a la locura.

Aún así no pudo vengarse de Michizane. Ya que en ese momento, él era más débil que el hechicero, especialmente porque le quitó los seis ojos a su dueño original. Usando su poder, Michizane pudo protegerse de la ira de la flor negra, pero la mitad del clan Gojo murió. Y en esa misma batalla, el lirio negro perdió contra ese hombre despreciable, convirtiéndose en una flor que quedó sellado en lo profundo del bosque.

El lirio negro sufrió toda su vida como humano, siendo traicionado una y otra vez, incluso aquel dulce hombre que prometió nunca apartarse de su lado ni causarle daño, traicionó su confianza. Elegio creer en las palabras que pronunció Michizane, en lugar de confiar en la flor negra.

"¡Esta vez masacraré a todos y cada uno de los humanos, Michizane! Eso hará que te arrepientas de todo lo que hiciste".

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Saeko irrumpió en la habitación de Naobito, con ira presente en su voz mientras hablaba. "Prometiste capturar a Satoru junto con el lirio araña negro, ¿por qué no hiciste algo entonces en lugar de quedarte ahí parado como un cobarde?"

Naobito se tocó el bigote mientras fruncía fuertemente el ceño. "No tienes el estatus para reclamar nada contra mí, así que será mejor que regreses a casa si valoras tu vida".

"Tal vez ella no, pero yo sí". Yae entró a la habitación, mirando a Naobito con disgusto.

"Pensé que la cabeza de la familia se había ido, perdona mi grosería". Naobito no quiso decir ninguna de las palabras que dijo.

"No estoy aquí para discutir contigo, sólo vine a advertirte". Yae no pudo evitar sonreír. "Mi nieto todavía está vivo, después de todo, el lirio no podría matarlo tan fácilmente. Y estoy bastante segura de que Toji y su hijo tampoco están muertos".

"¿Cómo estás tan segura de eso? El lirio araña negro desea la extinción de la humanidad".

"Eso es cierto, pero las flores rojas no están controladas por la flor negra". Yae confesó. "Los lirios araña rojos pertenecen a Enkaku, el antiguo amante de Satoru, por lo que ese hombre nunca lastimaría al bendito".

Naobito no pudo evitar reírse. "Pero incluso si ese fuera el caso, la flor negra ahora está en mis manos."

"Mi nieto definitivamente vendrá a salvarlo y tú no podrás detenerlo".

Mientras Yae continuaba su conversación con Naobito, Saeko aprovechó la oportunidad para visitar la mazmorra, con el plan de acabar con la vida de la lirio araña negro. Si ese hombre desaparece, nadie se interpondrá en su camino para obtener el amor de Satoru. En este momento la flor es vulnerable, podría haber una oportunidad para Saeko, incluso si todos afirman que el único que puede exorcizar el lirio araña negro es Satoru el Bendito.

Esperaba encontrar a alguien vigilando la entrada al calabozo, sin embargo, no había ni un solo guardia cerca de la entrada. Parece que Naobito no confía en los miembros de su clan para proteger un lugar tan importante, o tal vez no vio ningún sentido en asignar a alguien para proteger un lugar tan peligroso. Cualquiera sea el caso, esto beneficia a Saeko: ahora puede llegar a su destino más rápido de lo esperado.