El vuelo había estado pesado entre los ruidos de la turbulencia hacia Aspen y los contantes llantos de un bebé a tres asientos de ella, a pesar de que había logrado descansar un poco y bajar la hinchazón de sus ojos en el vuelo, se obligó a estar feliz por su hermana, su boda estaba próxima a suceder y con la despedida de soltera que a juro le habían hecho planificar no tenia tiempo para pensar en sus propios problemas, revisaba su teléfono una y otra vez, entre mensajes de Max; su prometido y la discusión que seguían manteniendo después de haber dejado su departamento y, viendo que todo fuera viento en popa, los meseros, la comida, el show, y hasta los recuerdos, todo para una sola persona en crisis.
Frotó sus ojos, se sentía realmente estresada. Nunca le gustó hacer este tipo de cosas y menos en la situación actual en la que se encontraba. Recapituló un momento todo lo que tenia que hacer y sin querer sus recuerdos viajaron al incidente, recostándose en el asiento del taxi en el que estaba yendo al hotel de la ceremonia, el ambiente estaba frio, las montañas nevadas se podían ver al fondo y los autos pasaban demasiado rápido a su costado al tiempo que el conductor escuchaba una de esas canciones suaves y melancólicas que solo aportaban mas drama a su momento. <Diablos> pensó mientras evitaba empezar a llorar una vez mas.
Esa mañana antes de su vuelo, tenia esperanzas en Jax, ella pensó en verlo listo, pero una vez más el se había quedado hasta tarde el viernes con sus amigos y a ella la dejaba de lado. Lo estaba esperando con su maleta lista, realmente se había tomado el tiempo de arreglar su ropa para que ambos pudieran viajar y retomar un poco la pasión de su relación, pero él no estaba dispuesto.
—¿No vasa venir?— preguntó ella sabiendo su respuesta de ante mano. Él desvió la mirada a otro punto en la sala.
—No creo poder, estoy cansado...— Hizo una pausa por fin viéndole a los ojos. —No hay problema si no voy, igual no le agrado a tu familia.— sus palabras despreocupadas al igbual que su gesto indiferente, penetraron su pecho como un puñal. De verdad quería sentir su apoyo en ese momento. Abigail suspiró con profundidad y Max restregó sus manos en su rostro.
—No vas, ¡porque yo no te importo y esta relación te vale tres pepinos!— sus palabras habían salido calmadas pero la impotencia hizo que gritara al fin sus pensamientos, provocando en el un estremecimiento de ira y volviéndose para verla a la cara a la vez que la señalaba con su dedo índice.
—¡oh no! ¡no te vas a hacer la victima!— se aproximo bruscamente a ella y esta vez le sujeta el antebrazo con fuerza, provocando que ella se tambaleara al tiempo que sus silenciosas lagrimas rodaban por sus mejillas enrojecidas. —¡Siempre es la misma puta mierda contigo y tus dramas!— espetó sin más soltándola con un empujón. Ya a este punto sus lagrimas no paraban.
—Solo para eso sirves.— sus palabras salieron con rencor. —No sabes mas que atacarme cada vez que te muestro la verdad.— secó sus lagrimas con rabia. —¡Tu no me valoras y si les caes mal es porque nunca sabes poner de tu parte con mi familia!—
—¡Ni se te ocurra, Abigail! — la volvió a señalar casi escupiendo sus palabras en su cara. —Cada maldita Reunión tus padres solo buscan la forma de presionarme mas y mas... y tu sabes muy bien que no funciono así.
ella negó. —Sabes que no es ciert...—
—¡Ves!— volvió a gritar y esta vez ella saltó en su lugar estremeciéndose por el impacto de sus palabras. —¡Solo sabes defenderlos a ellos y elegirlos por encima de mi!
—Señorita.— escuchó que la llamaban y sus recuerdos fueron disipados, enderezándose en su asiento para ver por la ventanilla del auto, el chofer ya estaba afuera con su maleta. —Ya estamos en su destino.— Dijo este con amabilidad. Abigail se limito a darle un corta sonrisa agradecida conforme se volteaba para tomar su bolso y bajar del auto.
Al entrar al recibidor del hotel, se quedó un rato observando el lugar, era realmente muy hermoso, la iluminación clara y la forma minimalista en que habían decorado la estancia se veía increíble, <cuanto lujo> pensó para si misma mientras era guiada por uno de los empleados del hotel quien amablemente le ofreció un bebida.
—Gracias.— sonrió al joven y para cuando iba a preguntar por los demás invitados el grito de su hermana la hizo saltar en su lugar y girarse a la dirección del mismo ruido y retumbar de los tacones, viendo a su hermana emocionada correr a abrazarla ella la recibió con la misma emoción estrechándola en sus brazos con cuidado de no derramar su bebida sobre ella.
—¡por fin estas aquí!— emocionada no dejaba de sonreírle examinando su apariencia. <Aquí vamos> pensó Abigaíl tomando aire y preparándose. —Estas mucho mas hermosa, ¿haz bajado de peso?
Sorprendida la volvió a ver con el ceño fruncido y una leve sonrisa incrédula. —¿Dónde están las cámaras?
—Oh vamos.— Katie golpeó amistosamente su hombro y le sonrió con autenticidad. —Es la verdad, Aby, estás mucho mas hermosa.— Abigail sin creerlo del todo decidió cambiar el tema y dirigirlo a otra cosa.
—Kat, quisiera ir a la habitación un momento a refrescarme...— ella pareció entender la indirecta.
—¡oh, cierto!— llevó su mano a su cabeza y de su bolsillo sacó una tarjeta. —Ten, esta es la habitación. Justo estaba esperando a los invitados en la recepción para eso.— hizo una pausa para ver el equipaje de su hermana. — Ya todos están registrados, y en la tarjeta está el numero de tu habitación.— sonrió dejando ver sus perfectas perlas dentales <ventajas de ser la odontóloga> pensó Abigaíl mientras recargaba su peso en un pie. —Sube y descansa, a las cinco o seis de la tarde, te espero en el bar del hotel para la despedida.—
Tomando la tarjeta que hermana le ofrece, asintió en su dirección dirigiéndose con el chico de las maletas hasta el ascensor, donde el la deja con su maleta dentro del mismo, al estar otra vez sola, observa su reflejo en el ascensor, colocándose de perfil para apreciar sus curvas. —Pues no estoy tan mal.— comenta par si al tiempo que un hombre alto con lentes de sol entra a este mismo sonriendo al verla en esa situación, asiente en su dirección intentado disimular una sonrisa mientras ella un poco incomoda vuelve a su lugar viéndole de reojo.
—Estoy de acuerdo.— dice el hombre, y ella solo puede voltear a verle sorprendida, volviendo a su lugar cerca de sus maletas, aclara su garganta y presiona su piso al tiempo que las puertas se cierran.
—¿Qué piso?— pregunta ella sin querer ver el rostro del hombre, extendiendo su mano para presionar el botón seis (que es su piso).
—El once, por favor.— su voz es algo ronca y eso provoca que las pálidas mejillas de Abigail se sonrojen mientras presiona el botón correspondiente.
De forma inconsciente relame sus labios nerviosa, percibiendo el aroma de madera y frutas cítricas que emana el hombre, este ya está en su teléfono por lo que ella aprovecha la distracción para detallar su apariencia: zapatos de vestir de un negro azabache impoluto, pantalón azul de vestir y unas piernas torneadas que se permiten la libertad de marcarse en el pantalón demostrando una afinidad por el ejercicio no obstante el abrigo negro que lleva consigo quizá oculta la parte de arriba de su traje, pero no hace mas que guiarla hasta su rostro, que para sorpresa de ella este ya no estaba en dirección al móvil, sino que le veía con diversión ladeando la comisura de sus labios, esta vez, sin los lentes de sol, con unos penetrantes ojos azules y un hoyuelo en el mentón que le hicieron contener la respiración, antes de poder decir nada o siquiera reaccionar, el acensor sonó, salvándola, indicándole que había llegado a su destino y aprovechando el mismo para salir corriendo de esa situación. Tomó su maleta y sin voltearse a verlo se marchó a toda prisa con el sonido de la voz masculina despidiéndose a sus espaldas provocándole que esta apriete el paso hasta su habitación recordándose que esta comprometida y debe recapacitar en su conducta.
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El dilema de Abigail
RomanceEsta es la historia de Abigail, una mujer con un cuerpo curvilíneo, ojos verdes esmeralda, y una tez sumamente delicada, que muy lejos de la realidad deja a la luz la belleza y fortaleza de su personalidad, ella, no depende de nadie para lograr sus...