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Transcurrieron un par de días hasta que Linneth regresó a las clases que compartía con Jared. Su lado responsable no la dejaría faltar por más tiempo y arriesgarse a que llamen a sus padres. También fue gracias a la insistencia de Jade, por lo que decidió sentarse con ella en literatura.

     —Ey. Félix se vengó por ti —dijo y contó lo sucedido.

     —Muchas gracias, por todo —la rubia tocó la mano de su amiga—. Díselo de mi parte.

     Al rato el timbre de cambió de hora sonó y la profesora se fue. Linneth escribía las últimas notas en un trazo más desprolijo cuando Jared entró al salón, obligándola a levantar la vista. Detuvo su mano y soltó el lápiz, desviando su atención a Jade y luego a él:

     —Dijeron que faltabas a clases...

     —Ya. Tu amiga te informó mal —se burló de la pelinegra—. Quiero que hablemos.

     —¿Y? —Tocó su nuca—. Solo esta vez.

     Linneth se incorporó del asiento, Jared la siguió desde atrás. Ruby abandonó el salón después de ellos en medio del tumulto de estudiantes, mientras Jade optó por quedarse y esperar en silencio al lado de la puerta, apoyando la espalda contra la pared.

     Los dos protagonistas no se alejaron mucho, estaban en el pasillo.

     —¡Me siento una tonta por creerte! Si no escuchaba sobre la apuesta de tu propia boca habría pensado que era una broma —estiró el cuello ligeramente—. Digo, ¡¿Quién apostaría enamorar a una chica?!

     Jared acortó la distancia entre ambos, inclinándose sobre ella. Todavía lo carcomía la ira de los comentarios de Félix, y todo por culpa de Linneth.

     —Yo —afirmó, levantando la barbilla—. Apostamos una botella de whisky...

     La rubia retrocedió un poco mientras Jade soltó una risa falsa que mezclaba indignación con ironía. Sabía gracias a la película que Jared apostó su colección de libros favorita, pero ahora su orgullo lo obligó a mentir y a intentar quedarse con la última palabra.

     En cualquier caso atravesó el umbral de la puerta y se detuvo a la altura de su amiga.

     —¿Olvidas las cosas cuando te pones borracho? —preguntó—. Félix y yo estábamos la noche de la fiesta. Creo que escuchamos como apostaste... ¿tú colección de libros preferida?

     Jared se quedó sin palabras y apretó los pies, provocando un sonido chirriante gracias a la fricción de la suela y el piso. Al principio quiso gritar que ella mentía pero se contuvo cuando recordó que ellos dos sí estuvieron en su fiesta de cumpleaños. Entonces, ¿por qué no le dijeron a Linneth la verdad? ¿Sabían que ella era muy ingenua como para creerles lo suficiente?

     Al volver a la realidad, intentó defenderse pero la rubia lo interrumpió de nuevo.

     —¿Y? Libros, alcohol, no me importa —comentó, apretando las manos—. Solo no vuelvas a  hablarme. Nunca

     Cuando Linneth salió corriendo él intentó ir tras ella pero Félix (que se acercó al salón para buscarlas) se interpuso en su camino. Jade aprovechó la oportunidad y optó por seguirla, mientras el pelinegro, al ver sus planes frustrados se alejó del pasillo en dirección.

     El castaño el teléfono de la mochila y abrió el chat de la pelinegra.

Félix:

Te espero en la cafetería a la hora del almuerzo.


Ruby entró a la cafetería y ocupó un asiento en la mesa donde salía sentarse junto a sus amigos. Dejó la bandeja con la comida sobre la mesa, colgó su mochila en la silla y sacó su móvil de uno de los bolsillos exteriores. Entonces escuchó el sonido de una notificación:

Rompimos la tramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora