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En un abrir y cerrar de ojos llegó el otoño con sus típicas brisas, las hojas caídas que los niños pisaban de camino a la escuela y árboles que poco a poco quedaban desnudos. En esos meses Jade interactuó con personas nuevas, cosa que causaba celos en Linneth de vez en cuando, acostumbrada a pasar muchas horas con ella.

     Gracias a la ayuda psicológica y a sus amigos, Ruby no solo logró aprender a gestionar su inseguridad sobre su peso, sino que existían distintos tipos de cuerpos y que no necesariamente era sinónimo de "mala salud". Que no debía disculparse por existir, podía vivir y disfrutar como cualquier otra persona.

    Caleb y Jared se alejaron cada vez más de sus viejas amistades gracias a la influencia positiva de Jade y Félix. El primero aprendió que si podía vivir sin estar pendiente o preocupado sobre lo que otras personas (sobre todo los populares) podrían decir.

    Félix saludó a Jared, quien esperaba por él en la entrada de la escuela:

     —Hola, buenas.

     —Ah, hola. —sonrió pelinegro y golpeó ligeramente la espalda del otro.

     Ambos decidieron dirigirse a la biblioteca antes de entrar a clases, pero en el camino sintieron como muchos estudiantes los observaron de reojo o murmuraban cosas. Intercambiaron una mirada, sin entender que ocurría. No tardaron mucho tiempo en lograr captar algunas palabras sueltas:

     —...sólo pasa tiempo con él, ¿sabes?

     —Escuché que dejó a sus amigos por Félix.

     —¿Jared? ¿Dejándose dominar? No lo creo.

     —Seguro que él no deja que Félix este con Jade, son mejores amigos.

     —Tal vez siente celos de ella, todo el mundo pensaba que eran pareja.

     —¡Pobre Jade! Si fuera ella estaría muy enojada...

     Félix se detuvo en seco, tensando los hombros. Intentó girarse para decir algo pero Jared lo detuvo y embozó una pequeña sonrisa amarga.

     —No pierdas tu tiempo, es inútil —lo aconsejó por experiencia propia.

     —¿Así que esta es la razón por la que todos no dejan de mirarme con lástima? —Jade se aproximó a ellos con un libro entre los brazos.

     El castaño conjeturó que provenía de la biblioteca y la saludó junto a Jared. Un aire casual y amigable los rodeó luego de que Jade echara un vistazo a su alrededor y alejara a todos los curiosos con una mirada de pocos amigos. Al parecer sabía cómo utilizar esa falsa simpatía que todos tenían por ella a su favor.

     —Creo que te saldrá una arruga si sigues con mala cara —bromeó Jared.

     La pelinegra chasqueó la lengua con una expresión divertida en el rostro. El adolescente miró por encima de la estatura de ella a la figura de Caleb, quien lo saludó a lo lejos. Antes de irse con él, se despidió de los dos universitarios.

     —Busquemos un lugar tranquilo —dijo Jade, tomándolo del brazo.

     Los universitarios regresaron a la entrada de la escuela y buscaron en las inmediaciones del edificio un sitio donde poder hablar solos. Se ubicaron cerca de la puerta de emergencia, y a lo lejos divisaron otros alumnos quienes al igual que ellos deseaban tener un poco de privacidad.

     Por suerte se ignoraron mutuamente.

     —Te pasó algo, ¿cierto?

     —Bueno... creo que me gusta este lugar —confesó Jade, apoyando su espalda en la pared.

Rompimos la tramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora