Capitulo 7

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-...-
NARRA MELISSA

-Lo... lo siento- dijo Jo cuando no le permití darse la vuelta, y la dejé de espaldas con sus manos apoyadas en la isla de la cocina.

-Lo siento profesora, tienes que decirme.

-Lo siento profesora- se le notaba la excitaciones en su respiración agitada.

-Eres una chica muy desobediente Miravalle, tal vez un castigo te haga aprender.

Le comencé a bajar los shorts negros que se habían ajustado a su trasero, liberándolo y dejando ver sus bragas de encaje rojo.
Era la primera vez que podía ver su culo de esa manera y a mi entera disposición.

Esta noche iba a hacerla mía.

Sin previo aviso le pegué fuerte en el trasero, acto que hizo que ella se arqueara en el momento y me mirara de costado sin darse vuelta.

-¿Ese va a ser mi castigo profesora?- dijo con un tono de voz que podría asegurar me pedía más.

-Ese fue por provocarme en clases frente a tus compañeros.-otro azote-
Este es por no obedecer cuando te dije que te alejes.-seguía dándole palmadas mientras ella se arqueaba y largaba gritos de gemidos, en señal de que le gustaba su castigo.-
Y este fue porque me molestó como el profesor te miró- le di la última palmada en el trasero pero esta vez más fuerte que las anteriores.

Ella sonreía y se acomodó el cabello, sin darse la vuelta me preguntó
-¿La puso celosa que otro profesor me mirara?
-dijo sin quitar la sonrisa victoriosa de su cara.

-Si quieres andar de zorra con otros puedes hacerlo, pero si quieres estar de zorra conmigo entonces que sea solo conmigo.- le dije al oido.

-Solo quiero que sea contigo.

La di vuelta y comencé a besarla, casi como si quisiera devorarla, puse mis manos en su culo y lo apreté con fuerza, eso hizo que ella gimiera alto, aún le dolía por los golpes, pero me sonrió en modo de aprobación a que siguiera apretándolo.

Desabroché su camisa y comencé a correr de a poco su sostén, hasta liberar un pezon, planeaba jugar un poco con él, pero ella me agarró mi cabeza con fuerza y lo apretó contra él, casi obligándome a chupárselo, morderlo, hacer lo que quisiera con él.
Ella seguía  largando gemidos y me dispuse a bajar, realmente necesitaba probar de ella de nuevo, me arrodillé, ella tomó mi cabeza y cuando iba a entrar en su intimidad escuché el timbre de mi casa.

-No abras, por favor, necesito que me hagas venir ahora.-me suplicaba ella mientras yo la veía desde abajo y seguía escuchando el timbre.

-Lo siento, abriré a ver qué pasa y luego seguimos. Quédate aquí y no salgas.

Ella se quedó quieta, pero comenzó a buscar su ropa con la mirada.

-No le di permiso de vestirse señorita, quédese cómo está ahora.

Fui a abrir la puerta y la persona que había interrumpido el momento más excitante de mi día era mi padre.

-¡¿Papá!? ¿Qué pasa?, ¿qué haces aquí a estas horas?

-Hija perdón si te molesté, es que vi ese auto estacionado en la puerta de tu casa mientras sacaba a pasear al perro y me asusté de que fuera un ladrón o alguien que te esté acosando.-me decía claramente preocupado.

-Papá, estoy bien, ese auto es de... una amiga que vino a cenar conmigo porque hace tiempo no nos veíamos- mis padres no sabían que me gustaban las chicas aún, y de todas maneras no podían saber lo que estaba haciendo con una alumna en la cocina.

-¡Oh!, lo siento hija, no quise interrumpir, pero igual te diré que esas no son ropas para recibir a una amiga que hace tiempo no ves. Estás despeinada y con poco vestir, hija debes prepararte más!

Me reí ante su comentario, recordando que era lo que me tenía despeinada.

Después de despedir a mi padre, volví al lugar que quería estar.

-Muy bien señorita Miravalle, al parecer si puede seguir algunas órdenes.- le dije mientras ella me esperaba aún desnuda y en la misma posición que la había dejado.

-Puedo hacer mucho más que seguir órdenes Melissa.-Diablos, mi nombre en su boca me encantaba.

-¿En que momento te permití que me digas Melissa?-dije acercándome y tomándola por el cuello.-Yo soy profesora para ti.
Ahora dime que era lo que me estabas pidiendo antes de que abriera la puerta-

-Que.. me... me...- le solté el cuello para que pudiera hablar mejor aunque tenerla así nos excitaba mucho a ambas-
Que me hagas venir profesora, necesito que me haga venir ahora-

-Si lo pides así no me puedo negar.-
Comencé a besarle los labios mientras la sentaba encima de la isla de la cocina, abrí sus piernas e hice un camino de besos hasta llegar a su intimidad, que estaba completamente mojada, ella agarró mi cabeza de inmediato y me guió hacia donde quería rápidamente.
Le di el control de mi cabeza entrando y saliendo de su vagina, mientras mi lengua se movía de arriba hacia abajo, de un lado hacia el otro, y mis manos sostenían sus piernas abiertas.

-Aaaahhh... ahhh... me voy... aah... venir...- comenzó a gritar así que paré toda mi actividad, me solté la cabeza de su agarre y la miré. Ella tenía el orgasmo tan cerca.

-¿Que haces?, ¿Porque se detuvo?

-Lo que sientes ahora es lo que siento yo cada vez que me provocas en clase, cuando me muestras tus bragas, cuando te dejas el escote para que lo vea, cuando acercas tu cuerpo al mío, y yo no puedo hacer nada.
Cuando me excitas en frente de todos sin que nadie se dé cuenta y yo no puedo follarte en ese momento.
Como te sientes ahora es como me siento yo siempre- realmente no tenía pensado hacer eso, pero se me ocurrió cuando me dijo que se iba a venir, y aunque fue muy difícil parar, tal vez eso la ayudaría a darse cuenta cuán difícil es negarse para mi.

-Estoy muy cerca, por favor, ya entendí que provocarla frente a todos está mal. Por favor profesora, necesito terminar con este orgasmo. Y después poder probar el suyo.

-¿Que te hace pensar que te dejaré probarme? -le dije acercándome a sus labios pero sin besarla

-Tu camiseta deja ver lo mojada que estás, Profesora, hágame venir y le prometo hacer lo mismo después. Déjeme probarla.

Eso fue todo. Todo lo que necesitó para que me esmerara en darle el mejor orgasmo de su vida.
Mis dedos comenzaron a entrar de a uno hasta llegar a tener 3 dedos dentro suyo, ella gritaba como si de eso dependiera su vida, agarraba fuerte mi espalda dejándola toda arañada.

-Aaaahhh... Melissa... aaahh- fue lo último que escuché antes de sentir como sus jugos comenzaron a salir.
Y antes de que pudiera hacer algún movimiento, ella bajó de la parte de la cocina a donde la había sentado y se arrodilló frente a mi.

Entendí lo que me pedía, aunque no habló, su cara me decía todo. Le concedí el permiso de hacerlo y bajó mis bragas que ya estaban inundadas, y comenzó a lamer, morder, y penetrar mi intimidad como nadie lo había hecho antes.
El orgasmo no demoró mucho en venir, y tuve la mejor vista cuando la vi tomando mis jugos y disfrutándolos a cada trago.

Mi profesora de Italiano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora