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Mientras manejaba rumbo a casa, Sakura se sentía desconcertada.

Según el señor Sarutobi ( que tal era su apellido), Naruto era una fantasía igual que aquel número descabellado de apartado postal en la pequeña orina postal de un pueblo.
Sarutobi especulaba sobre la posibilidad de que las cartas que habían sido devueltas hubieran podido ser  interceptadas por alguien que las hubiera asumido como suyas; pero ella más bien había percibido que él la consideraba loca. Lo único que él sabía de cierto era que las cartas ha Ian Sido devueltas al destinatario y que él mismo le había escrito muchas notas, indicándome que se encontraba en un error, pero ella seguía escribiendo.

Cuando Sakura llegó a su departamento, el buzón se encontraba abarrotado de cartas, ella sacó una al azar, el sobre gris era característico de Naruto......¡ Más comida erótica! Sakura se sintió furiosa.

Durante el trayecto hacia su casa, ella había elaborado una hipótesis de que Sasuke se encontraba detrás de todo esto. Ellos se ha Ian conocido justamente cuando comenzó su correspondencia, además él le había dicho que uno de sus trabajos había sido de cocinero. Como actor que era, Sasuke podía fácilmente crear un personaje y jugar un papel; aunque ella no lo podía imaginar escribiendo con esa maestría, pero la verdad no tenía datos de su posible talento literario, él viajaba mucho y no le hubiera sido posible depositar cartas en varias partes; el buzón de su departamento se encontraba en la entrada de su edificio, por mi que Sasuke fácilmente podía robar las cartas devueltas y sustituirlas por las que el hubiera escrito.
Todo era posible, y además no tenía pista de algún otro sospechoso; lo que no entendía era el motivo y por eso la intrigaba tanto que decidió ir a buscar a Sasuke y enfrentarse con él para obligarlo a decir la verdad.

En el porche de la vieja casa victoriana dónde vivía Sasuke, Sakura sintió que se debilitaba su decisión; pero finalmente se animó a jalar de la cuerda que hacía sonar la campana y esperó.
Los últimos rayos del sol hacían brillar los emplomados de los ventanales que estaban a los lados de puerta, pero dentro parecía oscuro y vacío.

Hizo sonar la campana varias veces más e incluso tocó con fuerza sobre la puerta; ya había renunciado a su empeño y hasta se había dado la vuelta cuando escucho que se abría la puerta.

––¿Sasuke?

No había nadie, la puerta parecía  haberse abierto por una corriente de aire, pero ella se decidió a entrar. Atravesó la sala de estar y llegó al salón principal, todo estaba ya en cierta prenumbra pues el sol se había ocultado. Ahí se notaba la presencia de Sasuke: todo estaba en perfecto orden, tal como a él le gustaba; pero ella paso los dedos por la cubierta del aparato de sonido y se dió cuenta que estaba cubierta por una delgada capa de polvo, lo que definitivamente no iba con la personalidad de Sasuke. Aunque la situación le parecía más que incómoda, se aventuró a subir las escaleras y llegó a lo que parecía una oficina, después encontró el baño y finalmente la recamara. En esos momentos la luz solar casi se había extinguido afuera, y dentro la oscuridad era mayor, pero Sakura no se atrevió a encender la luz.

La gran cama de Sasuke lucía el edredón que ella misma le había regalado y la cama están arreglada con toda corrección. A primera vista todo parecía normal; pero rápidamente se dió cuenta que algo faltaba, la foto de ambos que Sasuke había montado en un marco y había colocado en su mesa de noche ya no estaba. A pesar del temor por estar invadiendo estos espacios privados, Sakura se sintió furiosa y herida. Ella abrió el cajoncillo del buró, intuyendo que ahí estaba la foto, y efectivamente, ahí estaba, pero el vidrio de enfrente estaba estrellado de una manera que evidentemente no había sido accidental, seguramente él lo había arrojado al piso en un arranque de irá; en ese cajón también se encontraban un paquete de cartas, al revisarlas se dió cuenta que eran presisamente algunas de las que ella misma había enviado a sus corresponsales y todas tenían un sello en el que señalaba su regreso por inexistencia de los apartados postales a los que ella las había enviado.

—¿Encontraste lo que estabas buscando?

Ella dió un salto, sorprendida por aquella voz a sus espaldas, el marco con la foto se deslizó de sus manos y cayó al piso, desprendiéndose los pedazos de vidrio que habían quedado unidos.

–– Sasuke..... Yo quería; bueno.....la puerta estaba abierta y.....

—— Yo te esperaba desde hace varios días — dijo él; parecía muy pálido ante la débil luz, pero también muy enojado.

––¿Podríamos prender la luz? Por favor – dijo ella con un tono nervioso y suplicante, pero él no se movió.
Ella fue hacia la puerta de la recamara con el ánimo de encender ella misma la luz, pero el la atrapó en el camino, asiéndola con fuerza del brazo; su mano estaba helada.

––¡Suéltame! ––demando

Sasuke apretó aún más su brazo y la condujo por la fuerza a la cama, arrojandola en ella y acostándose el mismo, para inmovilizarla.

––¡ Ahora sé que tú mismo escribiste esas cartas! – grito Sakura.

——Pues ya lo sabes, ¿Y también sabes por qué lo hice?

––Sí, ¡Tú querías hacerme pasar por una tonta!

El aflojó su presión y Sakura se escabulló, sentándose del otro lado de la cama y volviéndose para mirarlo en la penumbra. Él se sentó sobre la cama, abrazando sus rodillas, y bajo su cabeza; su voz era débil y perecia triste.

—— Realmente me decepciona tu conclusión. Desde un principio me entusiasme mucho contigo. Yo no creía que fuera verdad de tener la suerte de encontrar una mujer tan interesada en el lado oscuro de la vida, y especialmente apasionada por los vampiros.





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El próximo capitulo es el final de esta historia.

VAMPIROFILIA.  (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora