01 : 𝐅𝐋𝐎𝐑𝐄𝐂𝐄𝐑

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El humo de su cigarro yacía esparciéndose frente a sus ojos, hasta finalmente desaparecer en lo alto del cielo, como de costumbre

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El humo de su cigarro yacía esparciéndose frente a sus ojos, hasta finalmente desaparecer en lo alto del cielo, como de costumbre. El barco viajaba con calma, deslizándose con delicadeza sobre las olas del mar; que abrazaban al Sunny indiscretamente. Para su buena suerte, había conseguido saciar el hambre del pequeño capitán energético, por lo que tenía un tiempo considerable para descansar y disfrutar el sentimiento del viento acariciando suavemente su rostro. Además, muy pronto desembarcarían en la próxima isla, más que nada por provisiones, y no sabía en qué momento podría volver a presenciar aquél bonito paisaje azul.

Con el cigarro sobre sus labios, su cuerpo se deslizó hasta conseguir mirar fijamente la puerta que daba con su preciada cocina. Sus brazos, recargados sobre la barandilla, se tensaron en el instante que el moreno de cabellera verde pasó por esa puerta. Al parecer, él también había acabado con su almuerzo, principalmente con la bebida que lo acompañaba todo el tiempo.

— Hey, cocinero.

Le escuchó saludar cuando, de milagro, se percató de su presencia. Para ese entonces, el corazón del rubio yacía latiendo con la fuerza suficiente para dejar inconsciente a cualquier enemigo.

Después de devolverle el saludo, a pesar de haberse visto hace tan sólo un momento en la cocina, el ajeno abandonó finalmente la puerta y caminó por las escaleras con total tranquilidad. Sanji le observó en silencio, como si cada paso que diera fuera más bonito que el mar mismo. Al ajeno no pareció molestarle, por más que estuviera sintiendo sus ojos clavados sobre él. Posteriormente, tal como el rubio se lo esperaba, le vió tomar entre una de sus manos las pesas inhumanas que utilizaba para entrenar.

Comer, beber, entrenar y dormir. Aquella era la rutina monótona que su novio acostumbraba.

"Su novio."
Aún le costaba asimilarlo.

No podía creer el hecho de que Zoro terminase saliendo con él, pues era algo que jamás se atrevió a pasarse por su cabeza, mucho menos después de las broncas que se llevaban. Incluso ahora, en momentos, creía que era necesario el golpearse a pensar en él como su pareja y sentirse sumamente alborotado por su simple presencia.

"Los opuestos se atraen y los que pelean se desean"
Quizás hasta se atrevía a confirmarlo.

Quiso iniciar una conversación con él en el momento que carraspeó voluntariamente, esperando paciencia por una respuesta. Zoro, por su parte, únicamente tenía cabeza para el entrenamiento. Al menos, por ahora. Sanji frunció su entrecejo, pensando que quizás no se le había escuchado, por lo que optó acercarse; o eso intentó. En vez de hacerlo directamente, el rubio fue cortando la distancia a pasos cortos, como si mágicamente terminara a centímetros del moreno por algún acto increíble del Grand Line. ¡Qué va! su novio era un idiota, así que no notaría aquello.

— Pronto llegaremos a la siguiente isla.— Comentó desde su sitio después de un largo tiempo, mientras el moreno se centraba en realizar su entrenamiento diario. Una sonrisita se esbozó sobre sus labios al pensar que podrían tener una cita, o algo parecido.

Pensándolo bien, desde que su relación comenzó, ninguno de los dos trató a la misma como tal. Por su parte, el rubio deseaba que aquello cambiase para bien. Necesitaba sentir la emoción de los encuentros románticos entre enamorados y la pasión que sólo ocurría entre dos personas entrelazadas.

— Sí, es lo que dijo.— Respondió, refiriéndose a la navegante, entre jadeos por el gran peso trabajando en sus brazos.

El más bajo asintió, dispuesto a continuar.

— Al parecer se trata de una isla de primavera.— Inquirió, pensando en una caminata romántica por un prado repleto de flores, o un pícnic sobre la sombra de grandes árboles.

El moreno gruñó cuando finalmente consiguió sobrepasar el número de sus ejercicios que acostumbraba, bajando con lentitud y sumo cuidado la gruesa barra metálica entre sus manos; para evitar que los mil kg que la misma cargaba golpeara el barco con fuerza y rompiera algo, aunque para el barco nuevo; quizás eso era imposible.

Sanji no se inmutó con el impacto que aquella pesa tuvo de igual forma, ya que se había acostumbrado a ver al ajeno cargando con cosas incluso más pesadas. Por su parte, se permitió acercarse hasta él y observar aún más de cerca sus brazos bien formados y tensos, además del sudor recorriendo cada rincón de su cuerpo; en especial su torso desnudo.

Oh, bendito sea su jodido entrenamiento.

— ¿En qué mierda piensas, cocinero pervertido?— Cuestionó tras conseguir calmar su respiración, esbozando una diminuta sonrisa.

Con la mirada que el rubio mantenía sobre su cuerpo, sin una pizca de discreción, le era sumamente sencillo imaginarse sus pensamientos.

El rubio se sobresaltó y rápidamente quitó sus ojos de la cicatriz presente en su cuerpo. Quién sabe cuánto terminaría bajando si el mayor no le llamaba la atención. Un leve sonrojo adornó sus mejillas e inmediatamente su entrecejo se frunció, fingiendo indignación a pesar de ser atrapado.

— La isla.— Soltó, mientras Zoro lo observaba de lado.

— No pasó mucho desde que estuvimos en una Isla. ¿Tanto extrañas la tierra firme?— Preguntó, girándose hacía él.

— No, no me refiero a eso.— Negó.— Se supone que la primavera es la estación donde el verdadero amor florece.— Insistió, recibiendo una mirada extrañada en respuesta.— ¿Qué se te viene a la cabeza cuando digo "Isla de primavera"?

— Flores.

— ¡Sí, así es! ¡Las flores son parte del romanticismo!

— Oh, ya veo.— Sonrió, ilusionando al rubio.— Así que se trata de eso. Un nuevo ingrediente.

— ¿Qué?— Balbuceó, pestañeando con confusión.

— Eso está bien, si es lo que quieres. Sólo evita las flores podridas y no metas cosas extrañas en la comida.— Soltó, palmeando su hombro con suavidad.— Oh, y por cierto, no olvides el sake.

Sanji pasó saliva por sus labios y apretó sus puños con fuerza cuando el ajeno lo dejó finalmente solo. Inconscientemente, sus piernas yacían dando golpes repetidos a el piso de madera donde se encontraba.

— ¡Tu- jodido Marimo!— Maldijo entre dientes.

¿Era tan difícil captar sus indirectas? Creyó ser lo suficientemente directo esta vez. Y, además, "¿flores podridas?" ¡Podrida estaba su única neurona!

Quizás no lo estaba haciendo bien y tal vez necesitaba un poco de ayuda. Suspiró al pensar en las dos únicas mujeres abordo como sus salvavidas, aunque le costara admitirlo, necesitaba alguien con experiencia, ya que Zoro era su primer pareja. Aunque no le gustaba molestar a las señoritas del barco, mucho menos para cosas como estas, pero comenzaba a pensar que era su única opción. Es decir, seguramente Usopp, Franky, Brook, Luffy y Chopper no servirían para este tipo de cosas. No podía arriesgarse, no cuando existía la oportunidad de algo seguro.

Estaba decidido. Haría florecer su relación.

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春 spring ━ zosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora