*Nota: este capítulo puede levantar ligero malestar en aquellas personas que hayan sufrido alguna clase de violencia, o que estén en proceso legal. Leer bajo su responsabilidad.
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Desperté con mucha peresza, suspiré y me estiré debajo de las sábanas, unos pájaros fuera de mi ventaba cantaban, me tallé los ojos y recordé toda la noche anterior, me sentía muy agotada tanto física como mentalmente, y no quería levantarme de mi cama, el sonido de notificación de mi celular sonó y me alargué hasta el buró para tomarlo, lo desconecté y lo desbloquee.
En la pantalla del celular se leía "contesta" me extrañé y entré al mensaje, tenía muchas notificaciones de Eros, preguntandome si me sentía bien y si había pensado en lo que me había dicho, le respondí que me sentía mejor, y que no quería salir de la casa, cuando envié el mensaje dejé el celular a un lado y me volvi a acostar. Me estaba volviendo a acurrucar en la cama cuando mi celular empezó a sonar, cerré los ojos y a regañadientes lo atendí.
—Hola.
—Alma, cambiate, voy por ti.
—Eros—hice una pausa y me senté en la cama—realmente no quiero levantarme, me siento agotada, y son las—despegué el celular de mi mejilla y miré el reloj—son las ocho de la mañana, es muy temprano.
—Te invito a desayunar, pero por favor, no te quedes acostada todo el día.
—No iba a ser todo el día—dije con un puchero—solo hasta que tenga que ir a clases.
Oí una pequeña risa y sonreí, un agradable silencio se apoderó de la línea y poniendo mis pies en el suelo le dije "está bien" arrastrando mis palabras, acordamos que llegaría en treinta minutos, mientras me fui a bañar.
Cuando llegó, yo estaba amarrando mis tenis, sonó mi celular y cuando le respondí le dije "voy" y colgué, tomé mi mochila, mi cargador del celular y salí de mi cuarto, caminé escaleras abajo y por la hora supe que mis papás no estaban en la casa, sin embargo, y como ya es rutina, me despedí con un "ya me voy" alzando la voz.
—Hola—dijo Eros mientras me tendía un casco negro.
—Hola—lo salude.
—¿Lista?
—Claro, mi estómago esta preparado para comer—dije con una sonrisa, al ver su cara seria apreté mis labios y suspiré—esta bien, realmente tengo mucho miedo.
—Tranquila, no te obligaré a hacer nada que no quieras.
Subí a la moto con apoyo de Eros, y me puse el casco, lo abracé y toque su abdomen dos veces mientras le decía "arranca" cuando oyó mi voz aceleró y dejamos atrás mi casa. Aunque no iba muy rápido, el aire fresco chocaba contra mis brazos y me sentí aliviada de llevar un casco que cubriera mi cara, cada vez que hacía una parada en algun semáforo me preguntaba si me sentia bien y, aunque mi corazón latía cada vez más rapido con cada metro recorrido, siempre recibió la misma afirmación.
Llegamos a un restaurante muy bonito, había un árbol con flores moradas en la asera adornando el lugar, los ventanales de vidrio estaban descubiertos, y dejaban ver el establecimiento a la perfección, dentro las mesas estaban cubiertas con manteles blancos, a lo lejos se veía un pequeño jardín con mesas, y en el centro un gran árbol cubriendo a la gente del sol, por fuera se veía un lugar muy agradable, y por la hora no había mucha gente.
Al entrar, las voces bajas se oían apenas como susurros, el sonido de cubiertos chocando suavemente contra los platos cubrian las conversaciones, el olor del café inundó mis fosas nasales, el camarero nos recibió muy amable y con una ligera sonrisa, nos dirigió entre las mesas hasta el jardín, en donde una jacaranda se alzaba, el cesped estaba lleno de flores moradas que el árbol soltaba, y supuse que, las mesas eran constantemente limpiadas por la poca cantidad de flores en el vidrio.
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El Dios del Amor | EDITANDO
Teen FictionUn olvido puede cambiarlo todo, Alma lo aprendió a sus diecinueve años, el cansancio la llevó a dejar su tarea en el buró de su cama. Estaba a punto de dar por perdida su clase, cuando conoce a Eros Embry, un joven sólo un año mayor que ella, pero q...