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Mientras HoSeok y él veían «Siempre a Tu Lado», YoonGi no se había sentido más gay en su vida. Y no por el sentido literal.

—Pásame los pañuelos.

—Carajo, YoonGi. Los estoy usando —gruño HoSeok, secándose las lágrimas por milésima vez.

YoonGi sorbió los mocos y se limpió con la manga de su camisa, incapaz de seguir mirando la película que hasta ahora lo hizo sentirse como aquella vez que JiMin los obligó a ver «No se Aceptan Devoluciones». El resultado había sido los hermanos Min abrazándose y chillando como puercos en matadero. Justo ahora no estaba lejos de ello; llorando a tal grado que si quisieran le harían un mar a Bolivia.

—Ya, basta. Renunció —masculló poniéndole pausa a la película.

HoSeok lo miro con el ceño fruncido.

—¡No aguantas nada!

—¡Tú también estás llorando!

—¡Pero como hombre!

—¿Cómo se supone que “se llora como hombre”? —cuestionó con sarcasmo.

HoSeok se encogió de hombros, terminando de quitarse las lágrimas de los ojos.

—La próxima vez vamos al cine y me ahorro el tener que pagar el estúpido Netflix. Al fin y al cabo nunca terminamos de ver nada —refunfuñaba.

YoonGi se rió sin despegar los labios y le palmeo el hombro, lamentándose en silencio. HoSeok lo miro de soslayo y suspiró, apagando la tv con el control remoto para poder recoger el desorden de pañuelos y dulces que habían dejado a lo largo del sillón y suelo. YoonGi lo imitó, doblando las mantas que usaron para evitar el aire acondicionado. Al terminar y dejarlas sobre el sillón, se giró hacia YoonGi.

Wow.

Pasó saliva de forma forzada, con el trasero del chico apuntando en su dirección. HoSeok estaba inclinado hacia adelante del piso, sacando algo de debajo del sillón. La posición le hizo agua la boca a YoonGi, quién por más que intentarba no podía apartar los ojos de las redondas nalgas cubiertas por un simple short azul claro.

—Joder, no alcanzo mi pantufla -se quejaba HoSeok tratando de estirar lo más que podía el brazo—. Mierda ¿Puedes hecharme una mano, YoonGi? Que tu absurda estatura sirva por una vez en la vida.

En retrospectiva, si HoSeok se burlaba de su altura, YoonGi le devolvía la broma al triple, ganando él siempre.

Esta vez fue diferente, él se movió hacia HoSeok, en su mente enfocándose en ayudarlo a sacar su pantufla de debajo del sillón; de verdad, podemos jurar que YoonGi iba con las mejores intenciones.

Saber cómo terminó arrodillado atrás de HoSeok, tomándole de las caderas para atraer su irreal trasero a su entrepierna, siempre sería un misterio.

—¡Ah! —chilló HoSeok alarmado, mirando por encima de su hombro con sus ojos muy abiertos— ¿Puedo saber que carajos estás haciendo?

A YoonGi le hubiera gustado responder eso con sinceridad. Y la respuesta sincera sería: «ni puta idea», pero lo que salió de sus labios —curvados en una sonrisa tensa—, fue lo siguiente.

—Estoy experimentado.

HoSeok abrió y cerró sus labios, sin saber que decir. YoonGi espero pacientemente que el chico encontrará su propia voz y le metiera la parada de su vida, pero HoSeok sólo terminó por lamerse los labios y, con el rostro rojo, asintió con la cabeza.

—Es... está bien —dijo, robándole el aliento a YoonGi—. Pero no me gusta esta posición, es raro.

YoonGi no lo veía raro desde su perspectiva, pero antes de objetar recordó que él no era el que estaba en una posición embarazosa. No era YoonGi el que estaba con el trasero pegado a la erección de otro tipo. Para HoSeok debía ser difícil -y vergonzoso como el infierno-ser atacado de esa manera sin un previo aviso; ambos eran nuevos en esto, y si HoSeok estaba accediendo a ser el sumiso en su relación (porque es lo que estaba haciendo ¿No?) YoonGi debía ser indulgente y permitirle escojer un ángulo dónde las cosas no resultarán tan incómodas para él.

—De acuerdo —dijo YoonGi, aclarando su garganta— ¿Cómo quieres que me ponga?

HoSeok sonrió levemente y se apartó de las manos de YoonGi que había liberado momentáneamente su cadera. Ambos se pusieron de pie y HoSeok le indicó que se sentará en el sofá. YoonGi lo hizo y de inmediato tuvo a HoSeok sentado en sus muslos, removiéndose nervioso mientras trataba de acomodarse.

Finalmente lo hizo, y sus manos estuvieron en los hombros de YoonGi poco tiempo después.

—¿Así no es raro para tí?

—Lo es —dijo HoSeok, con la mirada gacha—. Solo que no tanto. Es un poco reconfortante estar arriba y no encerrado por otro cuerpo —soltó una risita nerviosa. YoonGi quería besarle esa sonrisa—. Aunque estar en tu regazo sigue siendo extraño como el carajo ¿En qué momento decidimos que yo sería el receptor, estúpido?

YoonGi se rió también y puso sus manos de nuevo en su cadera, acariciando los huesos por encima del short.

—¿Me vez a mi recibiendo? —cuestionó.

HoSeok lo fulminó con la mirada.

—Estas insinuando que soy menos hombre que tú?

—No —dijo rotundamente.

Vio que HoSeok lo analizaba antes de bufar y asentir, quedando entonces en un silencio algo extraño. YoonGi, tanteando el terreno, empezó a acariciar la cadera de HoSeok de nuevo por unos segundos para luego meter sus manos debajo de su camiseta y tocarle su fina cintura. HoSeok tembló encima de él, mirando con pudor como el movimiento ascendente de las manos de YoonGi hacía su pecho se notaba debajo de la camiseta.

Terminando su recorrido en el pecho de HoSeok, YoonGi delineó un pezón, notando con fascinación como, además de estar ya erecto, el ejercitado pecho de HoSeok era suave ante su tacto, un notorio pectoral siendo acariciado por la palma de YoonGi.

Con una mirada significativa, le indico a HoSeok que se quitará la camiseta. El chico lo hizo rápidamente, y YoonGi volvió a recorrerle el pecho con las manos, siempre observando el torso y el abdomen marcado de HoSeok.

NamJoon tenía razón; este era un buen inicio. Resulta imposible ignorar que HoSeok no tenía tetas y estaba lleno de músculos, pero tampoco era tan extraño cómo tocarle la polla. No le tomo mucho tiempo a YoonGi sentirse más a gusto con los leves suspiros de HoSeok cada vez que apretaba su pectoral.

—Yoon... —dijo HoSeok—. También quiero tocarte.

Después de un rato, con ambas camisetas en el piso, y los dos besandose desenfrenadamente, YoonGi sentía que la cabeza le daba vueltas. Sentía el pecho de HoSeok presionar con el suyo y su ligera erección rozarle el ombligo, además de que su propio miembro endurecido estaba presionando en el muslo de HoSeok mientras el le acariciaba su espalda. El calor estaba subiendo a grandes medidas, por lo que todo se volvió confuso por unos minutos.

Antes de darse cuenta, YoonGi le estaba bajando el short a HoSeok, rozando con la punta de sus dedos la suave piel de su trasero.

Al sentirlo, HoSeok dió un respingo en su lugar y se apartó de golpe. Como YoonGi no estaba previniendo eso, no pudo sostenerlo adecuadamente y HoSeok terminó cayendo en el suelo de espalda, quejándose irremediablemente.

—¡Oh, Dios! ¡Lo siento! —lamentó YoonGi acercándose para ayudarlo a ponerse de pie. HoSeok se sobó la cabeza con una mueca.

—N-No es nada. Estoy acostumbrado a caídas así.

YoonGi suspiró con alivio he hizo que se sentará de nuevo en el sillón, imitándolo luego. Se rasco el cabello con el ceño fruncido y unas ganas horribles de refunfuñar cuando reparó en que su miembro se había puesto flácido por el susto.

Que matapasiones.

—Uhm, YoonGi —dijo HoSeok de repente. YoonGi lo miró, notando que el chico estaba sonrojado y se removía en su asiento—. Tengo una duda.

—¿Una duda? —redundó curioso—. Eh, de acuerdo.

—Tú... ¿Sabes cómo funciona el sexo gay?

Clases para ser Gay © YoonSeok [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora