"Estaré aquí"

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Desde entonces sentir una nalgada nunca fue igual. 

He procurado a toda costa no hablar de lo sucedido con Alexander con él, mucho menos del nuevo gusto culposo que había descubierto, pero estaba casi segura que ya Aaron lo sabía. 

No era un disgusto cuando me daba una que otra cuando la oportunidad se daba, él lo sabía. 

-¡Siguiente!-el grito de la cantinera me despertó de mi ensueño y con rapidez fui a ella.

-Dos empanadas, por favor-me dio lo que pedí y de inmediato le dí el dinero para irme corriendo de allí y comer en la biblioteca después de gritar un gracias. Cuando estaba cerca de la biblioteca divisé el grupo de las queridas de mi salón, eran las morochas junto a Luisana, el grupo de las tres chicas que podría decir que más se burlaban de mí. 

Me extrañé mucho cuando me hacían señas para acercarme. Respondí con otra seña de totalmente extrañada si me hablaban a mí y respondieron que sí furtivamente. 

Me encaminé hacia ellas quienes me esperaban con una sonrisa sentadas en el piso del escenario, prácticamente la única parte del patio que estaba techada.

¿A estas qué les picó? 

-Hola, Gissie. ¿Puedo decirte así? Está muy cool ese apodo para ti.-Me recibió Nathalie en cuanto me acerqué hasta estar en frente de ellas. Asentí lentamente esperando cualquier movimiento raro-Por favor siéntate con nosotras, nos aburrimos aquí-Aún con el entrecejo fruncido me senté sin decir nada-Cuéntame de ti, nos vamos a graduar y tanto tiempo que estudiamos juntas sólo sé tu nombre, seamos amigas.-Empezaron a comer su comida mirándome expectantes a cualquier movimiento que hacía, cuanto yo era la cautelosa a cualquier trampa que podrían hacerme. 

-Soy violinista-Respondí sin saber que otra decir.

-Que lindo.-Dijo Andrea, la morocha de Nathalie.-Nosotras somos modelos, la semana pasada fuimos a una sesión de fotos para publicar afiches de nosotras.

-Yo también he estado en afiches. La verdad es que no me gustó como salí, no me gustan las fotos.-Me reí un poco entrando en confianza, como vi que no dejaban de comer viéndome decidí seguir hablando.-También aparecí en televisión, estoy en la orquesta nacional y un noticiero nos grabó en un concierto. ¡Aparecí con la boca abierta tocando! Fue tan diver.. ¿qué están haciendo?-Andrea me quitó de las manos mi comida de forma rápida y me dió la comida de Nathalie, era una arepa media comida. 

No me gustan las arepas. 

-Oh, es que Nathalie está cansada de las arepas. Como buena y nueva amiga de ella supongo que era mejor que intercambiaran.-Miré con asquerosidad la arepa que tenía relleno de huevo.-cambia esa cara, vas a tener arrugas.

Soy alérgica al huevo.  

-No, pero yo soy...-Me detuve al hablar al ver que se levantaban con sus topers decididas a irse.-¡Hey!-les llamé cuando se alejaban. Luisana se giró y se rió al verme que me estaba levantando.

-Decidimos que ya no serás nuestra amiga, hablas mucho y es muy irritante-Se giró con la intención.

-¡No me puedo comer esto!-grité con la vista nublada.

 -¡Entonces es mejor que no comas! Con lo gorda que estás deberías comer... ¡NADA!-Algunas personas a mi alrededor al escuchar se rieron y sin más las tres me dejaron sola con media arepa en las manos. 

Me sentí fatal, tampoco estaba tan gorda...

Con un puchero fui caminando lentamente a un cesto de basura y boté el pedazo de comida que tenía en las manos. 

No comía mucho, en realidad casi nada. Intentaba comer cosas saludables fingiendo que me gustaba los vegetales. Cuando era todo lo contrario. 

Duré lo que restaba del recreo en la biblioteca, sin poder concentrarme mucho en la lectura sólo podía recordar una y otra vez lo que había pasado.

Que ingenua... 

En ese recreo más tarde una monja me regañó y me castigó porque botar comida era pecado. ¿Quién fue el loco que me acusó?

Que día tan decepcionante. 

(...)

 El timbre de salida sonó al fin después de un miserable día de clases, suspiré con alegría porque era viernes y podría descansar de los alumnados por lo menos dos días. 

Desde que conozco a Aaron mi tolerancia a ellos había esto disminuyendo un montón cada minuto. El trato de los hermanos Guevara hacia mí era una completa diferencia comparando como me tratan mis compañeros.

Al terminar de guardar mis cosas me encaminé hacia la salida para esperar mi transporte mientras me quitaba papel con saliva del cabello con el ceño fruncido.

No lo comprendía, jamás fui grosera con ellos, ¿Por qué me tratan como si fuera repelente?  

Cuando estaba bajando de las escaleras todo fue muy rápido, un empujón fue suficiente para tropezar y caer escalones abajo. 

En cuestión de segundos se escucharon las risas y un nuevo dolor agudo apareció en mis rodillas y manos.

¿Cuándo pararan? 

Intenté pararme pero recibí un nuevo empujón en mis espaldas que hizo que me tambaleara y empezara a llorar. 

¿Qué les hice?

(...) 

Cuando llegué a mi casa no me sorprendí en absoluto al ver a Aaron esperándome adentro de su camioneta, ajeno a lo que pasaba a su alrededor mirando su teléfono, las lágrimas no tardaron en querer salir de la alegría que me daba que estaba en mi casa a salvo con él. 

Bajé de la camioneta de mi transporte y cuando cerré la puerta el sonido hizo que él mirara, bajó y yo fui directo a abrazarlo, prácticamente corriendo me tiré a él donde me recibió un poco sorprendido.

-Me alegra que estés aquí.-Me oculté en su cuello con las lágrimas saliendo por montones mientras lo abrazaba más fuerte.

-Estaré aquí para ti siempre, Winnie Pooh-Correspondió a mi abrazo y me dio un beso con la cabeza.-Siempre.

N/A:

Ni Winnie Pooh con un tarro de miel estaría tan alegre como yo por los 100k :') 

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