Capítulo 3

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Mitsuha

Estaba en el tren de camino al pueblo en el que vivían mi hermana y mi abuela. Iba a verlas ya que hacía tiempo que no estaba con ellas y Yotsuha me lió de tal manera que me resultó imposible decir que no.

Desde que tuve la primera cita con Taki no había dejado de hablar con él por mensaje, tenía muchas ganas de verlo de nuevo y estar junto a él. Hacía un mes y medio que nos conocíamos y, desde entonces, no habíamos dejado de vernos ni de hablarnos. Era un amor de chico, atento, simpático y gracioso. Además guapo y, según mis compañeras de oficina, atractivo. Desde el primer día que vino a buscarme a la oficina, todas mis compañeras intentaban saber más de él pero con la discreción que tengo desde hacía años, me limité a sonreír y no responder nada.

Al cabo de un rato llegué a la estación del pueblo y me bajé. "Acabo de llegar" le envié a Taki un mensaje. Esto me resultaba algo extraño ya que, realmente, no éramos nada pero nos preocupábamos el uno por el otro como si fuéramos una pareja. "Perfecto. Ten mucho cuidado y pásalo bien, nos vemos a la vuelta" me respondió al cabo de unos minutos, algo que me hizo sonreír.

- Mitsuha - la estridente voz de mi hermana en la distancia me sacó completamente de mis pensamientos. Guardé mi móvil en el bolso y caminé hacia donde ellas estaban. Saludé a las dos con un gran abrazo ya que llevaba un tiempo sin verlas y, aunque no lo dijera en voz alta, las había echado de menos, se me hacía raro no verlas a diario, como antes.

- ¿Cómo estás, abuela? - pregunté.

- Bien, con los achaques típicos de mi edad pero no puedo quejarme porque podría ser peor - sonrió.

Salimos de la estación y pedimos un taxi, debido a que era la hora de cenar, mi abuela le pidió al conductor que nos dejara en un restaurante. El conductor hizo lo que le pidió y nos dejó en la misma puerta, donde estaba mi padre fumando un cigarrillo.

- Quería verte - explicó mi abuela - ya no es como antes, se preocupa por tu hermana. Sabes que yo tampoco quiero tenerlo cerca pero no deja de ser tu padre. Hazlo por mí, aunque sea - asentí.

Saludé a mi padre lo más amigablemente posible ya que no tenía ninguna gana de verlo. Entramos al restaurante y mi padre pidió la reserva que tenía a su nombre. La camarera nos llevó a la mesa y nos sentamos. Yotsuha estaba muy entusiasmada, no callaba por un minuto.

Pedimos la comida y nos quedamos los tres adultos en silencio.

- ¿Qué tal te va la vida por Tokio? - me preguntó mi padre - ¿El trabajo?

- Todo bien - respondí pensando en Taki, como me gustaría que estuviera aquí conmigo pues seguramente se haría más llevadera la cena - y el trabajo muy bien, estoy bastante ocupada con las rentas y los impuestos.

- ¿Has conocido a alguien? - me preguntó mi hermana provocativamente.

- Espero que no - respondió mi padre por mí - porque no aceptaré a ningún chico de Tokio como futuro esposo de mi hija. Los chicos de la capital no son buenos y, seguramente, tampoco sean fieles, tienen demasiadas perdiciones como el alcohol o el juego. Lo que tienes que hacer - me miró - es venirte aquí una temporada. Uno de mis trabajadores tiene tu edad y estoy seguro que os llevaríais bien.

- Es mi decisión con quien me junte o deje de juntarme, papá - le contesté de malas maneras - y, si fuera un chico de Tokio, no te quedaría más remedio que aceptarlo porque me haría feliz.

- Pero... las perdiciones...

- ¿Lo sabes por experiencia? - pregunté levantando la voz, lo que hizo que la gente que había en el restaurante nos mirara - porque te recuerdo que, cuando eras alcalde de Itomori, estabas todo el día bebiendo sake mientras hacías negocios en algunos lugares turbios. No voy a conocer a nadie que tú me presentes. Nos has hecho mucho daño a las tres desde que murió mamá así que no vengas ahora a intentar conseguir ser el padre del año y del milenio porque, sintiéndolo mucho, no vas conseguirlo.

MusubiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora