┊ 𝐎𝐫𝐢𝐠𝐞𝐧𝐞𝐬.

122 17 1
                                    

Aquel momento, bajo la lluvia, se quedó tatuado en su memoria; en cada poro de su piel; en su alma, si, ese día descubrió que tenía y no era sólo un trozo de carne andante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquel momento, bajo la lluvia, se quedó tatuado en su memoria; en cada poro de su piel; en su alma, si, ese día descubrió que tenía y no era sólo un trozo de carne andante.

No se había sentido tan vivo hasta ese momento, en el que el corazón oxidado había comenzado a palpitar Y el relojero comenzó a funcionar; el mecanismo de su corazón no estaba descompuesto, y estaba dando sus primeras señales de vida. Se sintió igual que un toque eléctrico, como si un rayo le hubiera dado directo en el pecho y la hubiera reanimado. No comprendía nada, Sólo podía ver el brillo en aquellos ojos y la noche reflejándose en ellos.

Lo había odiado, sin dudas, lo detestó y ya había experimentado el odio en muchas otras ocasiones, entonces, ¿por qué no se sentía como tal? Su única emoción siempre era la misma, Desagrado y Odio por absolutamente todo.

Ella sonrió, extendió más su mano.

Un extraño dolor, una punzada, un acelere, un rubor. Los nervios lo estaban atacando, no podía sostener esa mirada tan intensa y agradable, Sus piernas se convirtieron en gelatina incluso sentado en el piso, y el extraño impulso de salir corriendo no faltó. No quería cometer una locura, no quería acercarse demasiado. ¿Por qué su corazón actuaba así? ¿Qué era ese extraño cosquilleo? Peor aún, ¿Por qué pensó en salir corriendo para no acercarse a ella? Le irritó.

El chico agarro la sombrilla, Fue un segundo, corrección, una milésima de segundo, pero ambas manos se tocaron. La comparación perfecta que se puede escribir para este suceso puede ser que ni los fuegos artificiales del cuatro de julio podían igualar semejante explosión ¡Oh! Y ninguna reacción química tuvo esa potencia, jamás. Ni los imanes más grandes esa atracción. Fue como magia, inexplicable como la magia.

El temió desintegrarla.

El mágico momento fue interrumpido de manera abrupta cuando una violenta y juguetona ráfaga de viento cerró la sombrilla alrededor del chico.

Para el, todo se volvió oscuro y por un segundo sus emociones se alteraron, se molesto y lo único que quería hacer en ese instante era volver polvo esa estúpida sombrilla.

El cosquilleo mezclado con los nervios de la chica la obligaron a reír, Su risa era muy bonita, fuerte, sincera, cómica, amable, agradable. Él no sabía que hacer ¿Debía reírse? ¿Por qué?¿Acaso... Se estaba burlando de él? No le gustó que el paraguas se cerrará en su cara, se calmo cuando escuchó su risa, melódica, aterciopelada y dulce.

El sonido más lindo que sus malditos oídos podían haber escuchado.

Ella volvía de su clase de dibujo, después de una larga jornada practicando con los lienzos Prefirió ir caminando con su paraguas por las calles de Japón tranquilamente, pues ya casi nadie se encontraba en las calles y el silencio de la lluvia le tranquilizaba.

¡Qué diferente y solitario se veía todo! Sus pisadas sonaban con eco y sombras curiosas y deformes se proyectaban en las paredes, justo como un set de terror. Aquello le divertía, se sentía valiente, camino más rápido balanceándose entre sus talones y fue entonces cuando se dio cuenta de que no estaba sola, no al menos en ese rincón donde las calles se separaban.

Alguien estaba sentado en el suelo mojandose.

Curiosa, cómo era, no pudo evitar acercarse unos milímetros a la pared y asomar la cabeza por la abertura, Sólo podía ver su cuerpo de lado, encorvado con una sudadera negra. Su cabello grisáceo celestino brillando a causa del agua y sus brazos entre sus piernas, sueltas, como si moverse le costará demasiada energía.

Entonces se preocupó.

Decidió finalmente acercarse a él con suavidad y extender la sombrilla que le protegía de frío.

- ¿Se encuentra bien? - Preguntó, suave.

El se asqueo, había pasado tiempo desde que alguien lo trataba con tanta amabilidad.
- Si, Gracias. - Dejo de sentir el agua tocar sus extremidades y fue ahí cuando alzó su mirada por primera vez.

Lo que vio lo dejó estancado en un río de emociones que juro haber extinguido desde los 5 años.

Una chica, de quizás dieciseis años estaba frente a él, ligeramente agachada con una de sus manos reposando en su rodilla.

La otra, extendía el paraguas que impidió hace un segundo seguir humedeciendose.
Tenía un hermoso cabello corto azul azabache, Ojos azules como el cielo o la noche que destellaban tranquilidad... Como si, ella no fuese capaz de ver maldad en el.

Ella sonrió, dejando el objeto reclinado en el suelo. - Lo necesita más que yo... - Se enderezó, bajo la atenta mirada del contrario. - Adiós. -

Se despidió.

Y el la siguió con sus rojos ojos, la vio desaparecer por la ranura de la pared yendo al lado derecho de la calle.

De pronto unas voces interrumpieron su acción de admirar a la femenina que se acababa de ir.

- ¿Y esa sombrilla, Shigaraki? - Apareció un muchacho con el cuerpo violeta, de niebla movediza.

- ¿Hee? Parece que acaba de ver a un ángel, se lo creería si lo dijera. - Una zorrina risa salió de los labios de una chica. - Dinos, Dinos, ¿Qué pasó? -

Pestañeo, irritado por no dejarlo seguir apreciendo en su mente aquel rostro.

-No se metan en otros asuntos....- Se levantó del suelo, todo eso había sucedido por el simple hecho de que Kurogiri no lo fue a buscar a la hora que le pidió.

Pero, ¿Era tan malo?

 ❝𝐀𝐢𝐬𝐡𝐢𝐭𝐞❞ ━━━𝚂𝚑𝚒𝚐𝚊𝚛𝚊𝚔𝚒 𝚃𝚘𝚖𝚞𝚛𝚊.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora