sus manos encajaban a la perfección, tal como un puzzle predeterminado por algún mandato celestial. en intervalos de menos de un segundo shoyo le daba apretones a la mano de kenma, le sonreía y balanceaba su cabeza suavemente.
de pronto, oyeron el eco de unas risas a lo lejos. así que shoyo le soltó la mano despacio y la dejó descansando en el regazo del contrario.
se asomó a ver y avanzó un poco por el desierto corredor, pero no vio nada. se asomó por la ventana y vio a algunas chicas de primer año riendo a carcajadas por las ocurrencias de una de ellas.regresó al lado de kenma y dejó caer su cabeza en las piernas del mayor. le regaló una sonrisa a la par que lo veía quedar descolocado e inmóvil. se sintió algo raro porque ya lo había tomado por sorpresa por segunda vez y sentía una mezcla de satisfacción con un poco de incertidumbre. ahora que lo pensaba, kenma no se había molestado con él... ¿y si se enojaba? tenía que saberlo
—¿kenma?
—dime
—¿qué estás pensando?
—en muchas cosas
—dime una
—tus pestañas son marrones. son bonitas
shoyo a modo de respuesta hizo que sus pestañas se movieran como las alas de una mariposa.
el mayor curvó sus labios. hasta comenzó a jugar con el cabello alborotado de shoyo, le daba vueltas con sus dedos y lo desordenaba un tanto. se sentía como si estuviera haciendo algo profano, un acto parecido a irrumpir en medio de la noche en el museo de Louvre a acariciar la marmolada piel de una escultura. sentía su pulso acelerado, tal como cuando se excedía al beber más café del que su organismo era capaz de soportar. sólo que más agradable y menos desesperante.finalmente, el chico de cabellos naranja se levantó y puso término a aquel trance. se encaminaron hacia el patio y vagaban como jóvenes enamorados, libres y soñadores. tenían la habilidad de transformar aquel valle gris en una flor de vida. para al final, se dieron cuenta de que aún les quedaba tiempo antes de volver a clases, así que shoyo lo llevó hasta el salón de música. la puerta estaba abierta y oían algunas melodías inconclusas provenientes de los miembros del electivo. eran de primer y segundo año. el profesor de música los saludó como saludaba a cualquier estudiante que viese por allí y se volvió a lo que estaba escribiendo en su máquina de escribir, avanzaron entre el gran salón y se ubicaron en un lugar más o menos apartado
—¿sabes tocar guitarra?
—algo. pero hace años que no agarro una guitarra
—yo no sé, pero he visto a tsukishima sacar las canciones de oído. mira, primero hace esto— repuso mientras movía las clavijas de la guitarra y tocaba la cuerda. hizo eso seis veces y luego distribuyó sus dedos viendo las láminas pegadas en la pared con los acordes. se veía bastante atractivo con el cabello cubriéndole la frente y cayendo por sobre su vista con el largo que había alcanzado tras meses sin haberlo recortado.
pero no tenía idea de lo que estaba haciendo y tensó de más de las cuerdas, mientras que otras estaban en extremo sueltas. un lamento desafinado brotó del instrumento y una cuerda exhaló su último suspiro luego de romperse por la presión insoportable que ejercía la clavija ubicada incorrectamente y kenma, que lo observaba atento se sobresaltó y shoyo quedó con una expresión inhibida al darse cuenta de lo que había roto. en vista del repentino silencio, el hombre levantó la vista del aparato y se quedó viéndolo por sobre sus anteojos. movió la cabeza e hizo un gesto para que shoyo le alcanzase la guitarra
—hasta al mejor músico a veces se le rompen las cuerdas en el momento menos adecuado—repuso el hombre mientras buscaba el repuesto de aquella cuerda en una caja y sonreía, sin saber que antes shoyo con sus dedos inexpertos musicalmente había estado jugando con el instrumento.
'*•.¸♡ ¸.•*'
era un poco desconcertante que el resto siguiera con su ritmo habitual. kenma, por su parte se daba vueltas y gritaba para sus adentros pero su rostro parecía lucir tan hierático como siempre. sabía que aquellos momentos con shoyo estaban a buen recaudo al oír la misma voz aguda de katsumi que lucía con orgullo un monedero relleno con dinero que ganaba a cambio de vender poesías, cartas, ensayos y otros escritos entre los estudiantes. aquello lo hizo asegurarse de que la rutina seguía siendo la misma, porque aquel entusiasmo de la chica se traducía en comprar algunas docenas de dulces para repartirlos entre los miembros del club de teatro. de la misma forma, el ajetreo habitual se manifestaba de manera tal que inclusive se sintió un poco menos molesto al oír los lamentos del adolescente de cabellos platinados.
holaa<3
muchas gracias por seguir aquí, espero que tengan un día muy bonito
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fósforos ♡ kenhina ♡
Fanficen donde kenma colecciona cajas de cerillas y las apaga antes de que quemen sus dedos y aquello le parece a shoyo lo más genial del mundo. ♡ basado en una escena de submarine ♡ los personajes de haikyuu!! le pertenecen a haruichi furudate ♡ universo...