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la casa de kenma se veía cálida por fuera. shoyo dejó su bicicleta apoyada contra la pandereta y kenma abrió la puerta girando las llaves. dejaron sus zapatos en la entrada y luego colgó el abrigo de shoyo en una percha. él se deshacía dándole las gracias y diciéndole que esperaba no molestar. repitió la misma escena con su mamá, pero aquella mujer de rasgos afables hizo que se sintiera en confianza inmediatamente.

—disculpe, ¿puedo usar el teléfono?

—sí, adelante. kenma, anda a hervir agua para tomar un té, por favor.

• • •

al final, shoyo debió quedarse a dormir en casa de kenma porque no había un atisbo de que la niebla fuera a esfumarse.
la luz naranja de la lámpara iluminaba la habitación del joven de ojos dorados, shoyo aún tenía el pelo húmedo luego de la ducha así que estaba esperando a que se secara. se habían llevado las tazas con el té y reposaban en el escritorio.

—kenma, ¿has leído todos esos libros?—inquirió el menor asombrado viendo aquellos volúmenes desperdigados por la habitación.

—no, pero creo que, por lo menos, he leído tres cuartas partes. me gusta coleccionarlos. igual que las cajas de fósforos.

—¡qué genial! ¿puedo verlos?

—sí, seguro que debe haber alguno que te guste

¡el retrato de dorian gray! tsukishima hablaba de éste libro con yamaguchi—mencionó mientras lo hojeaba con cuidado.

—es bastante bueno. sólo que esa es una reedición. en la original creo que el protagonista y su amigo tenían un romance o algo así. pero oscar wilde sufrió mucho, al final acabaron por someterlo a trabajos forzados como condena por haberse enamorado de un hombre.

—qué injusto. no le hacían ningún daño a nadie.

—¿hamlet?

—es una obra entretenida. pero el final es decepcionante, o al menos para mí. pero en su momento debió haber sido espectacular.

—¿por qué es decepcionante?

—todos mueren.

—oh—replicó y procedió a añadir—en la sala de artes hay un póster de una pintura de ofelia. es hermosa.

—creo que ofelia podría haber tenido más protagonismo. su historia sonaba interesante.

el mago de Oz, ese libro sí lo leí.

—¿te gustó?

—¡mucho! creo que es de mis favoritos. aunque la verdad no leo mucho: me desconcentro rápido.

—a veces me pasa igual. termino mirando las palabras pero estoy pensando en otra cosa.

shoyo asintió mientras movía sus ojos por los lomos de los libros.

—entonces... ¿te puedo preguntar algo?—consultó mientras acariciaba con los dedos los libros del estante.

—claro.

—no te vi mucho en estos días... además, tu mamá me había contado que habías estado un poco mal del estómago cuando llamé. ¿sucede algo que no hayas podido contarme? sabes que, aunque quizá hayan cosas de las que no hablamos, no quisiera que... que comencemos a distanciarnos.

kenma lo quedó mirando mientras trataba de sopesar una respuesta adecuada.

—lo siento. tampoco ha pasado nada especial—soltó de manera un poco brusca. era extraño como, de manera inconsciente se había puesto posesivo de un momento a otro. no, quizá eso no era. era esa forma de darse cuenta que shoyo podía darle afecto a otra gente. que él no era único en su mundo.  pero aún así, shoyo pensaba en él, se acordaba y le había marcado precisamente a él en aquella ocasión. se sintió extraño. porque en el fondo tenía ganas de decirle lo que de verdad le estaba pasando. no quería que se le declarara a alguien más, y menos con los poemas que salían de la mítica pluma de aquella compañera del club de teatro. aunque claramente podría ser otro tipo de escrito. al parecer lo había molestado la sola idea de pensar en que shoyo iba a tomarle la mano a alguien más. y para ver eso, mejor prefería hacerse a un lado.

fósforos ♡ kenhina ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora