Capítulo 6

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Llegamos al área de descanso y Cameron aparcó el coche en un parking entre el McDonnalds y la gasolinera.

Me bajé del coche el primero y vi que Lucía estaba mandando un mensaje en su móvil y seguía sentada con el cinturón puesto. En lo que tardó en mandarlo y desabrocharse el cinturón yo di la vuelta al coche y le abrí la puerta para que saliera mientras la miraba con una gran sonrisa.

-Vaya vaya que educado. No pareces tu.- Me dijo mientras salía del coche.

-Un gracias bastaba.- Le dije de forma irónica haciendome el enfadado.

-Gracias.- y acto seguido me dio un beso en la mejilla. Me sonrió, y yo hice lo mismo. No pude evitarlo, me salia solo, no podía dejar de sonreír cuando estaba con ella y más aún si me daba un beso en la mejilla. Y lo peor de todo es que se me quedaba cara de idiota cuando lo hacia.

Cuando Nash y Cam salieron del coche nos fuimos hacia el McDonnalds. Al entrar vimos que no había apenas gente. Sólo una pareja con un bebé, tres chicas que hablaban alto, por no decir a gritos; otra familia con dos hijos y unos chicos en la cola pidiendo su menú. Aún así yo prefería que para comer estuvieramos más tranquilos y se me ocurrió subir al piso de arriba. Además era una escusa para estar unos minutos a solas con Lucía aunque fuera en un sitio así.

-Nash, Cam, cogernos la comida y vamos a coger mesa arriba.

-Pero si aquí hay sitio de sobra.- me contestó Cameron extrañado.

-Lo sé, lo sé, pero prefiero arriba.

-Bueno, como quieras. ¿Os cogemos lo de siempre?

-¡Sí!- Contestamos los dos a la vez.

Después de esto cogí a Lucía de la mano y me dirigí hacia las escaleras. Noté que la pasaba algo, ya que andaba muy despacio y con la cabeza baja.

-¿Estás bien?- le pregunté.

-Sí, tranquilo, sólo me he mareado un poco.- contestó intentando fingir una sonrisa. Si algo no había cambiado en ella eran sus mareos; se podía montar en todas las montañas rusas que quisieras, pero al entrar en un coche se mareaba.

-Si quieres te llevo en brazos...- le dije con una sonrisa pícara.

-No...- rió.- solo necesito tumbarme un minuto.-

Cuando subimos las escaleras vimos que no había nadie en esa planta y nos dirijimos hacia una mesa que estaba pegada a la ventana y que en vez de sillas individuales tenía sillones.

Me senté en un sillón y me pegué a la ventana dejando hueco para ella a mi lado. Le indiqué que colocará su cabeza en mis regazo y se tumbara en el sillón. Le aparté el pelo de la cara, cogí un papel de un descuento que había en la mesa y lo usé para abanicarla y que se le pasara el mareo.

Me quedé mirándola y volví a sonreir como un tonto, y otra vez se me puso cara idiota. Pero esque era imposible, no podía controlarme, cada vez que la miraba sólo quería abrazarla y besarla y decirla que la quería y pasar todo el día con ella; pero a la vez me daba miedo, ya que no sabía si había tenido algún novio en Inglaterra o si simplemente ya no sentía lo mismo que antes de irse. La verdad, creo que nunca habíamos hablado sobre eso. Si que hablamabos de que nos queríamos mucho, de lo bien que nos lo pasabamos juntos, de lo genial que era estar juntos; pero todo como amigos.

La única vez que pasó 'algo más' fue la noche antes de que se fuera a Inglaterra. Habíamos organizado una fiesta de despedida para Lucía en mi casa. Cuando ya habían pasado algunas horas y algunos ya se habían despedido de ella y se iban llendo, le dije a Lucía que subiera a mi cuarto conmigo. Subimos los dos juntos en silencio, pero no era un silencio incómodo, sino triste ya que no teníamos nada que decirnos. Las palabras sobraban, los dos sabíamos que no íbamos a volver a vernos en mucho tiempo y que este era el ultimo momento que íbamos a pasar a solas hasta dentro de nueve meses.

Little Dallas {Hayes Grier}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora