Líquido Inflamable

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Con el ojo amoratado y el labio sangrante, ella se fumaba la vida. ¿Qué importaba cuántas bocanadas de humo tuviera que inhalar para morirse cuando de por sí ya estaba muerta? Dentro de su cabeza las voces se hacían más fuertes, más fuertes, más fuertes; y las decisiones que ella se dispuso a tomar ya no eran por ella, ya no eran por nadie; se habían convertido en un producto de psicosis incontrolable que no la dejaba vivir.

Corrió hacia la cocina en busca de un bote de gasolina y un encendedor, trepó hacia el ático y cerró la puerta. En medio de ese loco delirio de acabar con todo, con ella, con lo que tenía, con el ruido, con las voces, hizo un círculo con el líquido inflamable alrededor de ella, llenó las cortinas, las cajas con objetos, el techo, hasta que toda la habitación estuvo cubierta y se dispuso a encender la llama, aquella, que en un solo segundo habría consumido todo y se había llevado con ella también todos los malos recuerdos.

Las palabras se deshojan como las flores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora